En octubre de este año, el investigador Jorge Pérez Schultheiss hizo público el descubrimiento de una nueva especie de crustáceo con la que tuvo su primer encuentro hace 16 años pero que recientemente pudo determinar su identidad gracias a un paté defectuoso.
La publicación se realizó en el sitio del Museo Nacional de Historia Natural, del que Pérez es curador, y cuenta la historia de cómo el investigador había conocido a esta especie, cuando aún no se conocía nada de ella.
En aquella oportunidad, Pérez observó a unos pescadores en Carelmapu, Región de Los Lagos, que apartaron una jaiba por considerarla muy pequeña, pero el investigador vio algo más en ella. Pequeñas "manchas" en su cubierta comenzaron a moverse, por lo que recogió algunas muestras de aquellos bichos.
Sin embargo, no pudo identificar la especie a la que correspondían hasta un correo que recibió de parte de Luis Miguel Pardo, doctor en Biología y profesor de la Universidad Austral. En él, le avisaba que se había observado una pulga de mar sin identificar.
A la oficina del profesor en Valdivia, llegaron encargados de una empresa en Chiloé que producían paté de jaiba, pero que presentaba un defecto: tenía unos pequeños puntos negros que afectaban al producto y su imagen.
Estos “puntos” fueron investigados en profundidad, tras lo cual se concluyó que se trataba de pequeños crustáceos anfípodos que “cuando aparecen en grandes cantidades, se meten en las branquias de las jaibas”, explicó Pardo.
Como no pudieron determinar la especie, contactaron a Pérez quien es especialista en pequeños crustáceos, quien tuvo una correcta intuición: era el mismo que él había descubierto hace 16 años.
El crustáceo tiene dos milímetros de largo, fue llamado Isaeopsis chiloensis y también fue presentado en la revista especializada Zootaxa.
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