Esta semana, el presidente de Argentina, Javier Milei, prohibió el uso de lenguaje inclusivo y la perspectiva de género en los organismos públicos del país trasandino.
Según comunicó Manuel Adorni, vocero del Gobierno en medio de una conferencia de prensa en la Casa Rosada, “no se va a poder utilizar la e, la arroba, la x y evitar la innecesaria inclusión del femenino en todos los documentos de la administración pública”, en referencia a, por ejemplo, escribir “todes” en lugar de “todos”.
En esa misma línea, desde el mandato de Milei aseguraron que el castellano es el lenguaje que “representa a todos los sectores” del país. “Consideramos que las perspectivas de género se han utilizado también como negocio de la política, así que para nosotros no tiene discusión”, agregaron.
¿Se puede controlar el lenguaje?
Ricardo Martínez, doctor en Lingüística, magíster en Estudios Cognitivos y docente universitario conversó con En La Hora respecto a esta medida que muchos acusan ser una acción más política que de lenguaje.
Según el académico, las ideas de prohibición enfocadas en el habla no son de tener buenos resultados. “Es algo que nunca ha podido lograrse. El primer gran lingüista de la historia, Ferdinand de Saussure, decía que nadie podía controlar el uso del lenguaje, lo que significa que no puedes establecer lenguaje por decreto, puesto que funciona por sistema que no son normativos desde el punto de vista legal y de principios”, comenzó diciendo.
Pese a esto, de igual manera “el lenguaje oficial, muchas veces, puede estar controlado en sus expresiones escritas, porque pasa con ciertas manos que vetan cómo funcionan las cosas”. Sin embargo, según Martínez, “el uso del lenguaje inclusivo en el habla oral es prácticamente incontrolable”.
Ejemplos de control de lenguaje, tanto en Argentina como Chile
Respecto a la forma de control del lenguaje, Ricardo Martínez citó a modo de ejemplo un libro publicado por la psicolingüista Emilia Ferreiro, que tiene, justamente, relación con el país gobernado por Javier Milei.
“Ella decía que, en Argentina, de alguna forma estaba sancionado decir ‘chuvia’ en vez de ‘lluvia’, que es como lo pronunciaríamos acá en Chile. Esto tiene que ver con la ortografía porque para escribir ‘chuvia’ debería hacerlo con ‘ch’ y no con ‘ll’”, asegura el docente.
Del mismo modo, algo similar pasa con nuestro país con “el uso de la forma de la segunda persona ‘cantai’ o ‘estái’, pese a que nos enseñan que se dice ‘cantas’ y ‘estás’. Lo mismo con la segunda persona plural ‘vosotros’. Eso es lo que se enseña en el colegio, con la forma española”.
“El caso más clásico es la irrupción del español durante el proceso de reconquista entre los siglos 11 a 15, donde las personas, desde un punto de vista político, ideológico e identitario, de alguna forma pensaban que tenían que hablar una lengua distinta y que fue muy resistido por las clases más conservadoras”, finalizó Martínez.