La mirada de la comunidad científica continúa fija en la posibilidad de la existencia de vida extraterrestre, especialmente luego que en semanas pasadas, un exmilitar de Estados Unidos dijera en el Congreso del país norteamericano que el Gobierno custodia material genético no humano, además de partes de objetos voladores no identificados (ovnis).
Sin embargo, la incertidumbre sobre si hay -o no- vida fuera de nuestro planeta no es nueva. Esta ha sido la inspiración para innumerables libros, producciones audiovisuales (documentales y de ficción) e investigaciones del último siglo.
Ahora, un físico teórico y profesor de la Universidad de Harvard, llamado Abraham ‘Avi’ Loeb, recordó el descubrimiento de un objeto en el fondo del Océano Pacífico. Este sería clave para su investigación de vida extraterrestre.
¿Qué encontraron en el fondo del Océano Pacífico?
El científico ha reiterado en varias oportunidades la importancia de buscar en el mar, reliquias de otra civilización tecnológica, procedente -en este caso- del espacio.
Para eso, hizo referencia a un objeto hallado en el fondo del Océano Pacífico en enero del 2014, detectado con gran fiabilidad por los sensores del Gobierno Estadounidense, según consignó la Revista Semana en su página web.
Se trata del IM1, conocido en el mundo científico como el primer objeto interestelar reconocido que cayó en la Tierra. Para ‘Avi’ Loeb, es fundamental hallar otros restos de ese objeto.
“Que un meteoro interestelar del tamaño de un metro impacte contra la Tierra una vez por década implica que hay un millón de objetos de este tipo ahora mismo dentro de la órbita de la Tierra alrededor del Sol”, dijo al respecto.
Como novedad, reveló que el pasado 19 de junio, halló un metal altamente corroído en el lugar “donde se estrelló el IM1 en el Océano Pacífico”. El teórico describió esto como “un rayo de esperanza” porque no es un elemento común.
“La forma de los fragmentos recuperados es casi plana, como si fueran capas superficiales desprendidas de un objeto tecnológico que experimentó una tensión material extrema”, contó el experto.
“Los meteoritos de hierro se rompen en pequeños pedazos que son derretidos por la bola de fuego en esférulas que llueven y se recuperan en campos esparcidos como fragmentos casi esféricos. Es posible que la bola de fuego de IM1 sea el resultado de la ruptura de las capas superficiales y que el núcleo del objeto haya sobrevivido a la entrada a través de la atmósfera, como se esperaba para las naves espaciales”, concluyó.