Los ataques de pánico son episodios repentinos de miedo o ansiedad extrema, acompañados de síntomas físicos como taquicardia, sudoración y dificultad para respirar. Aunque la respuesta de “lucha o huida” es una reacción natural del cuerpo al estrés, en estos casos se activa sin una amenaza real.
Estas crisis pueden durar desde minutos hasta una hora, afectando profundamente la vida diaria de quienes los experimentan. El trastorno de pánico puede llevar a cambios en el comportamiento, como evitar situaciones sociales o laborales por miedo a que ocurra otro episodio. Es por esto mismo que Harvard entregó ciertas claves para identificarlos, herramientas para manejarlos y técnicas para prevenir.
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¿Cómo identificar un ataque de pánico?
Los ataques de pánico presentan una serie de síntomas físicos y emocionales que pueden incluir:
- Frecuencia cardíaca acelerada
- Sudoración excesiva y temblores
- Sensación de falta de aire o asfixia
- Dolor o malestar en el pecho
- Mareo o sensación de debilidad
- Entumecimiento o hormigueo en el cuerpo
- Miedo a perder el control o a morir
- Sensación de desconexión de la realidad o del propio cuerpo
¿Cómo manejar y prevenir los ataques de pánico?
Según indica Harvard, para manejar un ataque de pánico, es fundamental utilizar técnicas que ayuden a recuperar la calma y mantenerse en el presente. Realizar una respiración profunda es clave. Se debe inhalar lentamente por la nariz y exhalar por la boca, enfocándote en el ritmo pausado de tu respiración.
Otra estrategia eficaz es la conexión a tierra, que consiste en dirigir la atención hacia un objeto cercano o realizar una tarea sencilla que mantenga la mente anclada en el momento actual. Asimismo, la imaginación guiada puede ser de gran ayuda, visualizando un lugar seguro, tranquilo y relajante que proporcione una sensación de calma y seguridad.
Estas son recomendaciones para prevenir los ataques de pánico
Los ataques de pánico son tratables, y con la orientación adecuada es posible recuperar el control y mejorar la calidad de vida.
- Terapia cognitivo-conductual (TCC): Ayuda a identificar pensamientos negativos y a desarrollar estrategias de afrontamiento.
- Antidepresivos y ansiolíticos: Bajo supervisión médica, pueden reducir la frecuencia e intensidad de los ataques.
- Técnicas de relajación: Meditación, ejercicios de respiración y relajación muscular pueden ser prácticas eficaces.
- Estilo de vida saludable: Evitar la cafeína, el alcohol y mantener una rutina de ejercicio moderado puede disminuir los episodios.