Juegos Olímpicos de Londres 2012 y Tomás González tenía a medio Chile instalado frente al televisor. El deportista nacional alcanzaba la final de salto y, como nunca antes en la historia, el país prestaba atención a lo que sucedía con un gimnasta chileno.
Turno del nacional y dos pasadas excelentes. Puntaje de 16.183 que lo encumbraban a un tercer lugar: la medalla de bronce en sus manos. En simultáneo, el coreano Hak Seon Yang ya estaba imaginando el frente mortal de voltereta de triple torsión que iba a ejecutar. Segundos después, el asiático concretaba a la perfección su rutina -que dicho sea de paso lleva su nombre-. La sensacional puntuación de 16.533 dejó al asiático en la primera plaza y a González, obviamente, fuera del podio.
Ese cuarto lugar el gimnasta nacional también lo repitió en la final de suelo en esa cita deportiva, en lo que representó a todas luces una participación notable.
“Hace unos años, en 2022 si no me equivoco, yo venía en la micro mirando Instagram y de repente me salió un video de Tomás González en esos Juegos, donde se recalcaba el tremendo deportista que tenía Chile. Me puse a leer los comentarios y, aparte de repetirse que era un ejemplo para el país, habían muchos que decían algo como ‘qué pena que haya sido el último y no haya quien le siga’. Eso me tocó el orgullo”.
Quien habla es Joaquín Álvarez, apuntado por muchos -prensa incluida-, como el “Nuevo Tomás González”. A sus 20 años, el nacido en Quilpué carga con un peso que por ahora, según dice, ha sabido llevar sin mayores problemas: “Yo lo siento como una motivación. Es un honor que comiencen a hacer esa comparación porque sin duda es el gran referente”.
Pese a su corta edad, credenciales tiene: participación en los Juegos Panamericanos Santiago 2023, en la Copa del Mundo en Egipto a principios de este año y, por si fuera poco, un paso a la inmortalidad deportiva al realizar una salida nunca antes vista: doble mortal desde la punta de la barra paralela hacia afuera con el cuerpo extendido, ejecución que hoy se conoce en el mundo entero como “Álvarez”, en una decisión ratificada por la Federación Internacional de Gimnasia.
“Yo antes salía con doble carpado y esta nueva salida era tan solo una idea, así como fantaseando, jugando. Mi entrenador (Christian Bruno) me lo propuso y se fue dando. Tener un elemento con tu nombre en el código es algo que a todos les gustaría, pero es muy complicado, porque hay que ser muy creativo o hacer algo demasiado difícil. Mentiría si te diría que era un sueño de niño, pero la noche anterior no pude dormir pensando en si me iba a salir o si me la iban a validar. Todo queda a ojo del juez. Caí parado, sentí que lo hice bien, pero me fui con la duda. Por suerte había un juez chileno en la mesa que a lo lejos me levantó el dedo en señal de que efectivamente había contado y allí todo fue felicidad”, recuerda.
¿Hay nuevos Tomás González en el horizonte?
Instalar a un gimnasta nacional en los Juegos Olímpicos no es cosa sencilla. Tener a otro Tomás González o a una nueva Simona Castro es complejo, más no imposible. Así al menos lo cree Karen Bittner, otrora deportista y voz autorizada en el análisis de la gimnasia en Chile.
“Partamos diciendo que pedirle a la gimnasia que nos dé otro Tomás González es como exigirle al tenis que nos arroje otro Marcelo Ríos”, dice de entrada la periodista, comentarista principal de televisión en cada evento multidisciplinario que se emite.
“Pero todo se puede”, recalca Bittner. “Nicolás Massú nos demostró que con disciplina y constancia se puede llegar lejos. Claro que puede salir otro gimnasta de élite, pero el tema es cómo lo conseguimos. Comúnmente, los niños comienzan un proceso de formación general entre los 5 y los 6 años, donde se aprende lo básico. Se desarrolla la movilidad corporal, se corre, se salta, siempre de manera lúdica. Allí es donde se trabajan ítems como la elasticidad y la fuerza, y después, cuando grandes, se agradece el haber empezado a tan temprana edad”, añade.
“A los 10 años ya se empiezan a realizar trabajos más específicos, a practicar ejercicios en los diferentes aparatos, y allí se empieza a vislumbrar si hay capacidad para llevar el proceso, con los años, a un nivel profesional”, complementa Bittner.
En la Federación de Gimnasia de Chile (Fenagichi) van por el mismo carril. “Tomás fue un virtuoso en la gimnasia y más encima tuvo el apoyo de organismos que hoy no están con esa disposición. Entonces, si a mí me preguntan si tenemos un nuevo Tomás González, yo digo sí, tenemos chicos, pero los estamos construyendo. No podemos esperar que salga un talentoso solamente, tenemos que formarlos. Ahora, yo invierto la pregunta: ¿A Chile le interesa tener medallas olímpicas? Si la respuesta es sí, bueno, entonces apoyemos desde la formación, porque si tú analizas nuestros logros olímpicos a lo largo de la historia son principalmente basados en un talento extraordinario. No podemos sentarnos a esperar al nuevo Chino Ríos”, dice su presidente, Víctor Urrutia, quien asumió el cargo hace tres años.
Chile todavía sin un Centro Nacional de Gimnasia
¿Cómo está el país en cuanto a infraestructura para darle todas las herramientas necesarias a estos niños a lo largo y ancho de todo Chile? ¿Hay esperanza para un talento salido de Arica o Punta Arenas, por ejemplo, o de los más de 130 clubes asociados a la Federación?
“Podemos detectar esos talentos -dice Urrutia-, conversamos con su entorno, su equipo, y empezamos a gestionar un traslado a Santiago, pero allí nos topamos con gastos asociados que se gestionan con el Plan Olímpico, donde debemos esperar que se nos apruebe una beca de hospedaje y alimentación completa. Comprenderán que este proceso es complejo, porque así como nosotros hay muchísimas federaciones pidiendo lo mismo. Allí el filtro que se hace es el logro del chico, por ejemplo, si clasificó a un evento sudamericano o ya fue y volvió con una medalla”.
En ese sentido, la centralización -como en muchos otros aspectos del país- sigue siendo un problema. “Santiago 2023 fue un mega evento, pero la realidad es que se olvidó de nosotros. La gimnasia no quedó con un recinto exclusivo. De hecho, se realizó en un gimnasio que está destinado a los deportes colectivos. Al principio estaba considerado un recinto que nos quedara, pero no lo tuvimos y no lo vamos a tener tampoco, por ahora. Tenemos nuestras instalaciones en el CEO y otro en el CAR, pero no existe un Centro Nacional de Gimnasia”.
Para Bittner, más allá de la ubicación geográfica, lo fundamental es otro asunto: “En Santa Cruz está la academia de gimnasia de Ignacio Varas. ¿Santa Cruz? Sí, Santa Cruz. De allí han salido importantes gimnastas. Lo relevante a la hora de la formación de estos nuevos deportistas no es el lugar de dónde puedan salir, sino para qué los queremos: para hacer deporte, para recrearnos o para competir en el alto rendimiento. Con ese objetivo claro ya se puede empezar a trabajar con un horizonte, sobre todo para el Estado, que tiene que definir si quiere que la población haga deporte o que se formen deportistas de élite. La buena noticia es que ninguna excluye a la otra. Se pueden hacer todas”.
La amada y odiada Beca Proddar
Por último, el financiamiento, eterno problema para quien sueña con representar a Chile. La Beca Proddar, conocida como el sueldo de los deportistas, tiene para Urrutia una lógica obsoleta. “Hoy el apoyo se limita al resultado, lo que considero bien maquiavélico. Esa beca ayuda, sí, pero es básicamente el Estado diciéndote que si obtienes una medalla, yo te apoyo. El tema es que los procesos madurativos no van en esa línea y con esa lógica se terminan perdiendo muchísimos talentos en el camino. Los países desarrollados hace rato cambiaron esa política y apuestan al proceso a largo plazo”, dice Urrutia.
Pero pongamos números: este 2024 el Estado de Chile otorgó a la Gimnasia $488.629.480 millones, lo que según el dirigente “son recursos adecuados, pero que vienen con la lógica de un país que busca garantía absoluta, es decir, cuánto invierto y cuánto gano".
“Yo no me podría quejar diciendo que estoy desamparado y que el Estado o la Federación de Gimnasia no me apoya. De hecho, la Federación nos permite viajar a todo el equipo cubriendo todos los gastos y eso se valora. Pero claro, la Beca Proddar hace sufrir a los deportistas, porque te mete una presión extra. No quiero desmerecer a ningún trabajo, pero en la mayoría de ellos tú tienes tu sueldo fijo, aunque hagas bien tu pega o al otro día la hagas más o menos. Acá no. Es constantemente rendir al más alto nivel, porque o si no, te cortan el sueldo”, comenta Joaquín Álvarez.
Pero no todo es negro y, según asegura el gimnasta que apunta a los Juegos Olímpicos de Los Angeles 2028, Chile tiene con qué ilusionarse de aquí a los próximos años.
“A mí me duele un poco que el país no sepa que hay un tremendo equipo de gimnastas que se está matando por alcanzar ese nivel que alcanzó Tomás González. Me da pena que no haya consciencia de esta nueva generación. Sus logros fueron increíbles, pero acá estamos todos trabajando por demostrar que sigue habiendo gimnasia en Chile”, cierra.