Es un fenómeno extraño y digno de un estudio sociológico todo lo que acontece en torno a la selección nacional. Y hablo en genérico, porque no me refiero exclusivamente a la selección chilena.
Porque la camiseta que representa a un país – especialmente en nuestro continente- genera sensaciones muy especiales entre los aficionados.
Y muy especialmente entre los que no son habitúes, aquellos que no saben que Damián Pizarro se fue a Italia, que han escuchado nombrar a un tal Luciano Cabral, pero que no lo ubican muy bien y que con mayor razón no tienen idea quien es ese Valber Huerta que volvió a Universidad Católica.
Pero con la selección la cosa es diferente y ahí todos están informados, discuten, usan y abusan de las redes sociales y se sienten con potestad de opinar y lapidar jugador y entrenadores sin que a lo mejor hayan ido nunca a un estadio.
Y a los dirigentes les cuesta sustraerse de esa avalancha que se les viene encima por twitter (X se llama ahora, me dirían mis hijos) y pocos son los que atreven a ponerle el pecho a las balas.
Uno de ellos fue Claudio “Chiqui” Tapia que se la jugó por Lionel Scaloni contra viento y marea y vaya como los resultados le dieron la razón. (Aunque los opinólogos de siempre insisten en que no tuvo ningún mérito, ya que todo lo hizo por ahorrarse algunos dólares).
Llegamos a Gareca
En Chile, al respecto nos ha pasado de todo. Y tanto los hinchas como algún sector de la prensa le han cortado la cabeza a cuanto entrenador no haya sido de su gusto, tras la renuncia del entonces “secuestrado” Sampaoli.
La lista la integran Reinaldo Rueda, Martín Lasarte, Eduardo Berizzo, Claudio Borghi y Juan Antonio Pizzi. Un caso extraño el de estos dos últimos, porque el Bichi llegó a estar puntero en las clasificatorias e igual lo denostaban (“guatón parrillero”). Y al argentino – español nadie le otorga mérito en haber ganado la Copa Centenario en Estados Unidos. (“ese equipo venía con el vuelito anterior”, dicen).
Hasta que, por fin, después de Marcelo Bielsa apareció un nombre en el que todos estuvieron de acuerdo: Ricardo Gareca.
Su trayectoria, su pinta y especialmente las campañas con la bicolor de Perú le dieron carta blanca. Y el hombre se la jugó con algunos nombres que a otros se los hubieran rechazado de plano.
Los ojos del Tigre
Muchos de los entrenadores nombrados se echaron encima a la gente por tocar a jugadores considerados intocables: Valdivia, Beausejour, Jara, Carmona y Vidal en el “Bautizazo” aquel de Borghi. Los restantes tuvieron que lidiar especialmente con los casos de Marcelo Diaz y fundamentalmente Claudio Bravo.
Gareca, bien informado de todo lo anterior, encabezó su selección con el nombre del arquero y capitán de las dos copas Américas ganadas por Chile. Incluso, contradiciéndose a si mismo, porque más de alguna vez declaró que “aquel jugador que no estaba jugando en su club, difícilmente podía jugar en la selección. Y Bravo prácticamente en todo lo que va de este año no jugó en el Betis.
Agregó además a Mauricio Isla y Eduardo Vargas. Aquí sí que todo el mérito es para el entrenador. Porque si no los llamaba no pasaba nada. Y no sólo los llamó, sino que además les dio titularidad.
Que quede claro, entonces: Gareca tiene personalidad muy fuerte y cuenta con el respaldo para hacer lo que quiera (lo demostró al incluir a Gabriel Arias cuando se resintió Bravo) y hasta ahora todo le ha salido bien.
La base que jugó ante Paraguay va a jugar la Copa América
Claudio Bravo en el arco; Mauricio Isla, Matías Catalán, Igor Lichnowsky y Gabriel Suazo; Erick Pulgar, Marcelino Núñez, Diego Valdés, Víctor Dávila, Alexis Sánchez y Eduardo Vargas.
No creo que sea exactamente el equipo que comience ante Perú, pero casi…
Sin contar lesiones e imponderables que pudieran ocurrir, por lo menos ocho de esos jugadores van a ser titulares en ese partido que marcará el debut de Chile en Copa América.
Agregue a uno que va a estar sí o sí, porque se lo ha ganado con creces: Paulo Diaz será uno de los dos zagueros centrales.
¿Lo acompañará Guillermo Maripán? ...podría ser otra de las inclusiones. Por el nivel mostrado en Francia y porque le da una estatura que le falta a nuestra defensa.
Pero, ojo, ¿a quién saca de los que actuaron el martes? Catalán y Lichnowsky respondieron a cabalidad. Creo que es una de las dudas que debe rondar por la cabeza del entrenador nacional.
El otro nombre que tampoco nos termina de convencer (aunque pareciera que a Gareca sí) es el de Marcelino Núñez. Ha jugado en los tres partidos, hizo un gol en Europa y eso debiera ser suficiente para considerarlo titular indiscutido. Sin embargo, algo le falta. Tal vez ordenarse mejor en la cancha, no caer en discusiones estériles.
¿Quién podría entrar por Marcelino? La mayoría de la gente piensa en Darío Osorio, de gran campaña en Dinamarca y muy buen partido ante Francia. Sin embargo, su puesto en la cancha es más cercano a lo que hacen Diego Valdés y Víctor Dávila, pero pensar en que uno de estos dos no juegue es casi demencial.
La otra alternativa ( y muy válida por lo demás) es Rodrigo Echeverría, que se ha impuesto en un medio muy difícil como es el argentino y ha respondido siempre con la selección. Aparte que tiene características de juego que ayudarían mucho a la labor de contención de Pulgar.
Una tercera opción, válida también para un partido ante Argentina, por ejemplo, es jugar con línea de tres en el fondo (Catalán, Díaz y Maripán) y con una línea de cinco en el medio (Isla, Pulgar, Suazo, Dávila y Valdés).
Lo concreto es que el equipo ya está prácticamente conformado, algo que no deja de ser meritorio, porque muchas selecciones recién encuentran la formación que quiere el técnico cuando el campeonato está en desarrollo.
¿Hasta dónde puede llegar a ese equipo? Eso ya es aventurarse en demasía. Porque, así como no es utópico ver a Chile jugando semifinales tampoco es descabellado pensar que nos podemos volver en primera ronda para la casa, dado que en el grupo no hay ningún rival que pueda ser descartable de pleno. A no engañarse con Canadá, a quienes muchos miran por debajo del hombro y tienen un equipo muy físico, que se defiendo bien y ordenadamente – como lo hizo ante Francia – y que cuenta con un crack llamado Alphonso Davies, seguramente una de las grandes figuras de la próxima Copa América.
En resumen, no vamos a ir a pasear o a dar la hora a Estados Unidos, pero tampoco vamos con chapa de candidato.
Simplemente vamos como “la selección de Gareca”.
Y eso es algo que se respeta en todas partes. Especialmente en Chile, donde algo que perdimos hace tiempo es el respeto por los demás