Opinión

Columna | Danilo Díaz y el récord de Zampedri en la UC: Ser goleador no es sinónimo de ser el mejor

“Una cosa son los goleadores, fundamentales y necesarios siempre, pero otra muy distinta los centrodelanteros que anotan, generan y juegan”.

Fernando Zampedri
Fernando Zampedri se acerca al récord de máximo goleador de la UC.

La pregunta se formula de manera recurrente cada partido de Universidad Católica. ¿Cuándo Fernando Zampedri superará a Rodrigo Barrera y se convertirá en el máximo anotador de los cruzados? Un hecho histórico, muy difícil de emular, porque en el fútbol sudamericano actual, la estancia de los jugadores en un club es casi una rareza. A diferencia de las grandes ligas, donde la potencia económica permite sostener a las figuras.

Fernando Zampedri hace rato quedó en archivo del balompié local. Es el máximo anotador en cuatro torneos consecutivos (nadie lo ha hecho), con el aditivo de hacerlo en campeonatos de dos ruedas. Tan relevante es su presencia que parte importante de la crisis que vivió la UC este año radica en sus lesiones y pólvora mojada. Cuando retomó su nivel, los cruzados se reinstalaron en la discusión grande.

“Chamuca” Barrera, un zurdo fino, veloz y definidor, retiene hasta ahora su récord de 118 conquistas, con Zampedri al acecho con 111. Cerca está Raimundo Infante y sus 114 dianas, cuyo mérito es que en su época se jugaba menos y no había torneos internacionales.

Salvo una hecatombe, no hay duda de que Zampedri será el goleador histórico de Universidad Católica. ¿Eso lo instala como el mejor centrodelantero en la historia de la UC? Ahí el análisis varía.

Zampedri se sigue acercando al récord de Chamuca Barrera.

¿Quién fue el mejor 9 de Universidad Católica?

Ser el más efectivo no significa ser el mejor. Los títulos o grandes campañas de los clubes marcan el parámetro. En esta línea existe una variable que no se puede obviar: delanteros que hacían goles, pero que no vivían del gol.

En ese grupo no entra Zampedri.

Sus condiciones son otras: fuerte, rebotero, chocador, excelente cabeceador y rematador, entre sus cualidades no está hacer jugar a los demás ni generar juego. A la hora de observar estos futbolistas surgen tres nombres, todos campeones con la franja.

Osvaldo “Arica” Hurtado destrozó las defensas rivales en los títulos del 84 y 87. En esta última versión su nivel fue superlativo. Quizás la síntesis de su extraordinario rendimiento fue el gol a Naval de Talcahuano en Santa Laura, elegido el mejor de la temporada. El “Arica” gambeteaba, era un sólido pasador, habilitaba, cabeceaba, poseía remate de media distancia y en enganchaba con los volantes. En la campaña del 84 retrocedía para que apareciera Jorge Aravena u otro mediocampista.

Las dos coronas de Hurtado poseen un grado de dificultad mayor. La UC no era campeona desde 1966, hasta que, con Ignacio Prieto en la banca, terminaron con el maleficio. El campeonato de 1987 lo alcanzó en un cuadro sin extranjeros, que masacró a los rivales.

Un segundo nombre es Alberto Federico Acosta. Su paso por Universidad Católica fue un suceso. El recuerdo permanente se instala con sus 34 goles de 1994, cuando trasladó desde San Lorenzo la dupla con Néstor Gorosito. Ambos impactaron en el 94 y 95. Se olvida a veces la valía del “Beto” en el Apertura 1997, cuando la UC dio la vuelta olímpica ante Colo Colo, en partido de definición. David Bisconti fue el goleador del campeonato, pero Acosta descolló haciendo jugar a todos y perforando redes.

Muchas veces se hablaba de la potencia y fuerza del oriundo de Arocena. Se olvidaban de su facilidad de remate con ambas piernas, de sus controles con cualquier superficie, de un cabezazo prodigioso, de su capacidad para cambiar de frente o imponerse en el mano a mano.

El Beto, uno de los mejores delanteros en la historia de la UC.

Un peldaño abajo, pero efectivo y notable habilitador fue Jorge Quinteros. El “Polo” sobresalió en el título del Clausura 2005. Manejaba la pelota, jugaba en corto y largo, gambeteaba, experto tirador de paredes -al igual que Hurtado y Acosta-, dejó huella en San Carlos de Apoquindo.

Por eso, en la hora de la mirada larga, una cosa son los goleadores, fundamentales y necesarios siempre, pero otra muy distinta los centrodelanteros que anotan, generan y juegan.

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