Pocas veces se da en el fútbol que un entrenador que llega a una selección cuente con el beneplácito de un alto porcentaje del periodismo y de los hinchas, que ven en el nombre del elegido la presencia de un redentor. Ricardo Alberto Gareca es el nuevo seleccionador de Chile y a partir de sus buenas campañas en la selección peruana el razonamiento que se extrapola es que, si con los del Rímac fue capaz de clasificar al Mundial de Rusia 2018 y quedar eliminado por penales frente a Australia en el Repechaje de Qatar 2022, entonces con Chile tendría que llegar a la Copa del Mundo de 2026.
Una expresión de deseo que requiere materializarse en la cancha, con una cosecha de puntos que nos lleve al sexto lugar o al menos al séptimo, para ir a la Repesca. Desde lo numérico, el tema no se ve tan complejo. Chile es octavo por diferencia de goles, con cinco puntos, la misma cantidad que suma Paraguay, séptimo. La cuestión es cómo cumple el objetivo trazado.
La ausencia de gol desde la segunda rueda de las eliminatorias a Rusia se convirtió en un tema endémico, causante de las ausencias en la cita euroasiática, de Qatar y del momento actual de la Roja, que implicó la renuncia de Eduardo Berizzo y la llegada del “Tigre” Gareca.
Un dato concreto es que Chile no recibió por ahora goles en Santiago, pero en los seis partidos disputados apenas anotó tres tantos. Con esa escasa consistencia, resulta imposible aspirar a ocupar uno de los boletos al Mundial de Estados Unidos, Canadá y México. No alcanza con equiparar los trámites, con exhibir un funcionamiento adecuado si en el área no se define. Un mal que nos afecta en todas las categorías, como se apreció en la derrota frente a Perú en el Preolímpico, donde Chile tuvo para ganar con holgura, pero careció de finiquito.
En su extenso paso por Perú, Gareca dispuso primero de Paolo Guerrero y luego de Gianluca Lapadula, dos atacantes centrales eficaces, más el aporte de Édison Flores, Christian Cueva y Jefferson Farfán. Todos aportaron una cuota de gol que les permitió competir. En la Roja el desafío va en ese camino. Si consigue que los delanteros y los volantes crezcan en su aporte goleador, es posible creer en una historia con final feliz.
En su discurso de presentación, el exdelantero de Boca Juniors, Sarmiento, River Plate, América de Cali, Vélez Sarsfield e Independiente es claro y preciso: acomodarse al material que dispone, recobrar la confianza y llegar al Mundial. Dice que no se caza con ningún esquema, porque lo principal son los jugadores. A primera vista una mirada realista, en la que se evidencia el oficio y conocimiento de las eliminatorias que posee Gareca.

La doble fecha de partidos amistosos de marzo será fundamental. Medirse con Francia, campeón de Rusia 2018 y finalista de 2022, es un privilegio. Una exigencia que servirá para ver en qué estado se encuentra el equipo. Albania es un adversario modesto, que vive un gran presente al calificar a la Eurocopa. Luego viene la Copa América, donde el “Tigre” moldeará la escuadra.
Se inicia una nueva ruta, con la renovación de la fe, luego de un complejo 2023. El material es el mismo. Dependemos de los momentos de los futbolistas. Por ejemplo, el retorno de Ben Brereton a Inglaterra, en principio, genera buenas sensaciones, lo mismo que la regularidad que Marcelino Núñez alcanza en el Norwich. En marzo y en la Copa América veremos cómo el entrenador resolverá la situación de los históricos, como Claudio Bravo, Gary Medel, Alexis Sánchez, Arturo Vidal y Charles Aránguiz. El inicio del torneo argentino verificará el avance de rostros frescos, como Rodrigo Echeverría, al igual si es posible ratificar a alguno de los jugadores del Preolímpico que ya tuvieron presencia en las eliminatorias.
Comienza la era de Gareca, un técnico que, como pocas veces, parte con un crédito amplio y congrega casi la unanimidad del coro futbolero del país.