Mañana fría en San Bernardo. La práctica de Magallanes concluye antes del duelo con Unión La Calera. Joaquín Larrivey establece desde su postura que es un futbolista con mundo, que entiende su rol. Después del empate con Ñublense pactamos la entrevista y el “Bati” -el apodo que recibió cundo irrumpió en Huracán- muestra que los detalles no son menores en este deporte. Viste impecable. Se preparó para la sesión de fotos. No en vano jugó en el Rayo Vallecano y el Celta de Vigo, de la Liga Española, y en el Cagliari, de la Serie A de Italia.
Mientras colabora con la producción que ejecuta Pepe Alvujar, relata que en Japón estudió fotografía. Sabe de lentes, de cámaras y del mundo que rodea al fútbol. En su actitud y postura se aprecia la dignificación por la profesión que eligió. Luego del pleito con los chillanejos estuvo 20 minutos tomándose fotos. Sabe su rol y por eso el diálogo no cuesta.
- ¿Por qué Magallanes?
Magallanes fue el primero que se interesó en mí, con mucha profundidad, a nivel profesional y personal; profesional desde el punto de vista de lo que podía aportar dentro de la cancha y personal por lo que podía aportar. Con mi familia nos movilizó volver a Santiago y a Chile, independientemente de que la situación (deportiva) era complicada, pero tomamos este desafío con mucho optimismo y alegría. No digo que era un sueño volver a Santiago, pero sí era algo que lo planificábamos como familia. Estábamos muy bien en Italia, había hecho las cosas bien y creía que iba a haber alguna oportunidad para seguir ahí.
- Ahora en un país más normal, porque les tocó llegar en pleno Estallido Social y luego vivir la pandemia.
Sí, pero bueno, son circunstancias, uno se va adaptando, al final termina normalizando eso, el ser humano se adapta a lo bueno y a lo malo, con facilidad
- ¿Qué pensó por ejemplo en los partidos con Internacional de Porto Alegre, con Curicó, que había gases lacrimógenos y mucha violencia en un sector del Estadio Nacional?
Estaba complicado, sabía un poco de la situación que se estaba viviendo en el país, entonces no digo que era normal, pero era esperable que sucediera algo así. Después vino la pandemia y eso sí fue algo de lo cual no teníamos idea. Nadie sabía lo que iba a pasar, pero nos adaptamos bien y dentro de lo que se vivió, fue un periodo como familia en el cual tratamos, a pesar de las circunstancias, de disfrutar y ver la parte positiva.
- ¿Cómo observa el fútbol chileno en este retorno?
Va muy poquito desde que estoy, pero lo veo igual a cuando me fui. Es un fútbol donde hay muchas oportunidades para los jóvenes, donde día a día tienes mucho para crecer y al mismo tiempo tiene mucho potencial, donde se tienen que hacer las cosas bien, con proyectos a largo plazo. Lamentablemente, a nivel internacional, la cuota me parece pendiente, pero es difícil competir con equipos tan poderosos en lo económico como los argentinos y los brasileros. Es fácil decir oye, pero no competimos a nivel internacional, pero la brecha económica es muy amplia. El margen de mejora todavía es muy amplio, hay jóvenes muy interesantes que van saliendo.
- ¿Quién le gusta?
Si te tengo que nombrar a tres, Lucas Assadi, Darío Osorio y Alexander Aravena. Esos son tres jugadores que tienen un potencial enorme. Obviamente les deseo, sobre todo a Assadi y Osorio, que los conozco y compartí, que tengan una gran y exitosa carrera, que le den alegrías a la gente de la U y sobre todo a la gente de Chile.
-Volvamos al tema internacional. Usted jugó la Copa Libertadores 2019 con Cerro Porteño y eliminaron a San Lorenzo. De acá vemos que Olimpia y Libertad pasan fases. Está el fenómeno de Independiente del Valle, el poderío de Liga de Quito. Nosotros no competimos.
Sí, pero ellos también tienen un poderío económico importante. Olimpia y Libertad poseen un poderío económico impresionante, entonces eso hace que los jugadores que andan bien se queden y tengan un buen contrato, y no la necesidad de irse, se siguen potenciando en un club que ya conocen y donde se sienten cómodos. Los clubes paraguayos tienen un potencial económico que tal vez no tenga en general la liga chilena. Creo que el club que hizo las cosas más ordenadas en los últimos años fue Católica, no logró dar el salto internacional, pero me parece que le faltó poco, algún punto por ahí, partidos puntuales, sobre todo en la Copa Sudamericana.
-Jugó en cuatro continentes, ¿dónde fue el lugar que más disfrutó?
La verdad que me cuesta decir dónde. Si tuviera que decir un ranking, creo que, en España, un país maravilloso, donde además me fue muy bien, es un lugar que guardo en mi corazón. El número dos, por todo lo que vivimos como familia, fue Japón, donde deportivamente también tuve un paso maravilloso y disfrutamos mucho todo el contexto: viajamos, paseamos, nació mi hija. La familia iba al estadio, era un show, la gente era un espectáculo. Lo único es que el diálogo no era tan fluido.
- ¿Y cómo se acomodó a eso?
Estábamos con traductor para todos lados, era mi sombra, con el cual hicimos una grandísima amistad también.
- ¿El tercer país?
Chile. Más allá de la dificultad que vivimos, disfrutamos un montón. Hicimos amigos y nuestra ilusión era volver y acá estamos nuevamente.
- En la retrospectiva, ¿cuál es el mejor Larrivey?
No había hecho una mala carrera, pero el punto de inflexión es el Rayo Vallecano, donde yo ya estoy grande, donde tal vez siento que es la última oportunidad de hacer cosas importantes. De ahí empiezo a hacer un promedio de 15 goles por año, pasando por ligas importantes, por ligas exóticas, por así decirlo, y donde cada desafío lo tomé como una nueva oportunidad de seguir demostrando mi potencial. Hoy me siento muy contento, muy pleno donde estoy, siempre pienso que tengo un poquito por mejorar así que hasta el día que juegue, que me retire, voy a seguir pensando de esa manera.
- ¿Cuál era la diferencia del Larrivey que conocimos en la U con ese que explotó en Huracán, en el Ascenso argentino, cuando armaron una gran dupla con Daniel Osvaldo?
Obviamente uno crece, va incorporando cosas, pero yo tomo las palabras de (César Luis) Menotti. A él le preguntaban si era el mismo jugador a los 32 que a los 22 y él decía no, que era otro jugador, que era un jugador mejor, que hablaría muy mal de él si él a los 32 años era el mismo que a los 22. Sería que no hubiera aprendido nada de sus entrenadores, de sus compañeros, de los contrarios y eso yo lo tomo también. Menotti puso en palabras cosas que yo pienso. Creo que hoy soy mejor que ese jugador que empezó, porque fui incorporando cosas y porque siempre tuve la ambición, en el buen sentido de la palabra, de seguir mejorando día a día. Como te dije recién, hasta el día que me retire voy a seguir con esa mentalidad.
- De todos los técnicos que tuvo, ¿cuáles lo marcaron con mayor profundidad?
Primero el “Turco” Mohamed. Fue el que me dio la confianza y que confió, valga la redundancia, no solamente en mí, sino en muchos de los jóvenes que después desarrollaron una gran carrera como Osvaldo, Grimi, Andújar, Cellay, jugadores que pasaron por Primera División y por el fútbol europeo. Él creyó en nosotros, logramos un ascenso y ese fue -por así decirlo- mi padre futbolístico. Yo debuté con Omar Labruna, que me subió al primer equipo estando en los juveniles. Después, si tuviera que nombrar técnicos que me marcaron, podría nombrar a muchos, pero el Toto Berizzo fue espectacular, mi experiencia junto con él fue muy buena en el Celta. También Paco Jémez en España. En Italia tuve como dos años a Massimiliano Allegri, en México, si bien fue corta, tuve la experiencia de conocer a Ricardo Lavolpe. La verdad es que fueron muchos los entrenadores que tuve la oportunidad de compartir e ir aprendiendo.
-Usted jugó en Italia, en el Cagliari en la Serie A, y cuando se fue de Chile en el Consenza y el Südtirol. ¿Cómo es ser delantero en el Calcio, donde ser 9 es ir a la batalla, casi siempre en inferioridad numérica?
Cada fútbol tiene sus propias características, que te vaya bien en uno no significa que te vaya a ir bien en otro, porque no solamente depende del fútbol. Está la idiosincrasia del país, de la ciudad, del equipo. No es lo mismo ir a jugar al Atlético Madrid que ir a jugar al Barcelona o que ir a jugar al Athletic de Bilbao, son filosofías distintas y uno se va adaptando a esa filosofía, a los compañeros, a los entrenadores, hay un montón de circunstancias que uno tiene que ir acomodándose y tratar de, como dije antes, de sacar lo mejor de sí, de conocer a los compañeros. Creo que esa es una gran característica mía. El haberme mantenido tanto tiempo jugando en el fútbol de élite tiene que ver justamente con eso, con la inteligencia que he tenido. No tengo tantas virtudes, pero una -sin duda- es ésta: adaptarme a lo que pide el compañero, a lo que pide el partido, a lo que pide el entrenador, a la idiosincrasia del club, adaptarme rápidamente a la cultura del país, a estar abierto a nuevas vivencias y eso me ha llevado a poder disfrutar del mundo en general, del mundo del fútbol. El Calcio en sí es un fútbol muy táctico, súper competitivo, es una de las mejores ligas el mundo sin duda alguna. Hoy está nuevamente en auge y creo es uno de los fútboles más difíciles del mundo.
-Y para los atacantes es muy difícil
Sí, porque es un fútbol muy táctico, donde hay pocos espacios, donde entre comillas te conceden poco, donde te tienes que ganar cada espacio, pero al mismo tiempo también es muy difícil, porque tienes competencia sudamericana: van los mejores argentinos, los mejores chilenos, los mejores paraguayos. También hay africanos, los mejores búlgaros, los mejores rumanos, los mejores polacos, entonces está lleno de futbolistas de todo el mundo, que hace que la competencia sea muy dura y mantenerse en ese nivel sea muy difícil.
-A nivel internacional, ¿qué equipos le llaman la atención?
River. Me gusta mucho verlo y sin duda que ha ganado un seguidor conmigo, fundamentalmente por el juego que generan, no solamente con este entrenador (Martín Demichelis) sino desde hace muchos años. Cambia jugadores importantes, que han sido pilares en otro momento, por venta, edad, fin de proceso y ha mantenido la filosofía y la idiosincrasia. Se ha reinventado a partir de que se fue a la segunda división y hoy es una potencia sudamericana, una potencia incluso mundial.
-Como argentino, ¿qué sintió con el título de Argentina y la actuación de Lionel Messi?
Una alegría enorme. Messi es el deportista que más admiro. Me ha tocado enfrentarlo, hasta incluso poder ganar a su equipo, pero por lo que transmite dentro y fuera de la cancha, para mí es un ejemplo para seguir, el deportista ideal. Contento, fundamentalmente por él, y porque pudo regalarle a la Argentina, que es un país tan futbolero y sufrido desde hace muchísimos años, una alegría inolvidable. La verdad que nos puso a mí y a mi familia muy contentos.
- ¿Por qué fue campeón Argentina?
Porque fue en equipazo, porque se pudo reponer a la derrota con Arabia Saudita. A partir de la derrota siempre jugó con el cuchillo entre los dientes, sabiendo que no podía tener otra equivocación y lo supo hacer espectacular, evidentemente con dificultades, ante equipos muy difíciles, pero se sobrepuso. Se veía un grupo de jugadores espectacular, que se habían sacado el peso de encima al ganar la Copa América, después la otra supercopa que jugó contra Italia (La Finalissima), se veía un grupo muy unido, admirando a Messi. Por las entrevistas que hicieron todos, se notaba que querían salir campeones por Messi y eso para mí es muy emocionante.
-Desde el juego, ¿qué le gusta al Larrivey entrenador?
Te decía que cada entrenador te va dejando cosas buenas y cosas malas, cosas que uno dice “bueno, esto lo haría; esto no lo haría ni loco”. Como cabeza de grupo, uno va aprendiendo constantemente y va moldeándose en qué clase de entrenador, qué clase de liderazgo quiere tener. A uno lo van moldeando los entrenadores que tuvo, los libros que uno lee, las cosas que uno ve, el fútbol que uno mira, el fútbol que uno ha jugado, los compañeros que ha tenido, es un cúmulo de cosas y todas esas cosas van moldeando el entrenador que uno quiere ser, y el líder que uno quiere ser. A mí me gustaría entrenar un equipo donde a mí me habría gustado jugar y a mí me gusta jugar en un equipo que sea protagonista, que sea valiente. Si tuviera que poner dos palabras fundamentales serían esas, que tome riesgos, riesgos necesarios, un equipo que intente, que no espere que las cosas suceden, sino que vaya a buscar que esas cosas pasen dentro del partido. Después, obviamente, depende un montón de las características del sistema y de las características de los jugadores que uno tenga a disposición, pero si tuviera que decir cómo me gustaría que fuera mi equipo, diría que versátil, que entienda las circunstancias del juego, en qué momento apretar más, en qué momento bajar el ritmo, en qué momento intentar más. Dentro de un partido pasan un montón de cosas y hay momentos en que estás dominando y otros en que no estás dominando. Como dice Menotti, mientras más ensayos tenga el equipo, más se va a acercar más a lo que uno quiere. Así que para eso estamos, digo estamos porque ya tengo el grupo armado
- ¿Cómo será lo suyo? ¿Se retira y de inmediato al ruedo o esperará un semestre para comenzar?
Tengo una promesa con mi mujer, pero vamos a ver, el fútbol es muy dinámico, no sabemos qué puede pasar. Con mi mujer pensábamos que el único lugar al que iba a ser difícil volver era Italia y la vida nos trajo la oportunidad de retornar. Y fue una experiencia maravillosa desde lo deportivo y desde lo humano. Mi mujer me dice nunca digas nunca, porque nunca se sabe qué puede pasar. Hoy estoy disfrutando acá. Hoy las ganas de ser jugador le están ganando a las ganas de ser entrenador, pero cuando el día de mañana tal vez pase al revés, intentaré empezar a dirigir y estoy seguro y convencido que gracias al trabajo que vamos llevando a cabo nosotros como staff, como cuerpo técnico, vamos a tener la oportunidad de poder demostrar nuestro potencial.
-Su salida de Universidad de Chile fue inesperada, porque un delantero que hace 40 goles en dos años es difícil que no renueve. ¿Cristián Aubert no quiso que siguiera en la U?
Esa es una pregunta más para él. No sé si fue él en particular, yo tuve como ya lo expliqué muchas veces, varias reuniones con él. Me junté fuera del club, me junté con el Director Deportivo que estaba en ese momento, la última reunión que tuve fue con el presidente (Michael) Clark, donde estaba también “Cachila” Arias. Siempre me manifestaron que querían que siguiera y la última reunión fue con el presidente Clark, que me dijo textualmente a mí y a (Ramón) Arias, “no se preocupen, yo sé la contrapropuesta que ustedes me han mandado, yo sé que ustedes se merecen ese contrato y yo me comprometo, le doy mi palabra de que se lo voy a cumplir. Salgamos de esta situación (la U peleaba el descenso), cuenten conmigo”. Salimos de esa situación y las palabras de Clark se las llevó el viento, pero bueno no quiero nunca quedar como que estoy con algún sentimiento de rencor, incluso hacia Clark. Ningún sentimiento para Clark ni Aubert ni nadie. No me quedó ningún sentimiento de rencor, las cosas sucedieron así y yo estoy plenamente agradecido a la vida, al fútbol, que me haya dado la oportunidad de poder vivir lo que viví, de jugar dos años maravillosos y de poder haber conocido gente, conocido amigos. La gente que trabaja dentro del club me manda mensajes y eso para mí es muy importante.
-Como dicen los argentinos, ¿se sintió forreado?
No, sentí un poco de tristeza. Sentía que había hecho las cosas bien como para seguir estando en el club. Y, además, si me habían dado la palabra, también sentía que no hacía falta más. En ese sentido, sí hacía falta el contrato, pero en ese aspecto me quedé tranquilo. Eso me llevó a vivir un año y medio en Italia, maravilloso para mí, para mi familia, en lo deportivo y en lo personal. Al final no se dio lo de la U, agradecido de lo de la U y gracias a que no se dio lo de la U se abrió la puerta de volver a Italia y eso para mí fue maravilloso.
-En el final, el partido con Unión La Calera el 5 de diciembre de 2021 en Rancagua. ¿De lo más extravagante que le pasó en su carrera? Porque faltaban menos de 10 minutos, perdían 2-0 y se iban al descenso.
Está dentro de una bolsa de partidos. Pasó una vez que estábamos jugando con el Cagliari contra el Napoli, el primer año en Italia. Nosotros íbamos últimos, el Napoli iba en los primeros puestos y allá lo consideran una especie de clásico. Hay una rivalidad. Era el primer partido de la segunda rueda, íbamos perdiendo 1-0. Minuto 92 nos ponemos 1-1 y en el minuto 96 ganamos 2-1. A partir de ahí hicimos 32 puntos en la segunda rueda, que nos permitió salvarnos holgadamente del descenso cuando estábamos últimos a 7-8 puntos del anteúltimo. También cuando salimos campeones con Vélez (2009, ante Huracán en la fecha final), íbamos empatando, habíamos errado un penal, se había suspendido el partido y faltando tres minutos hicimos el gol y salimos campeones. Está dentro de un paquete de partidos memorables y sobre todo alegres desde ese punto de vista. Fue un desahogo y una alegría. Un partido que nos jugábamos mucho, donde cuando íbamos perdiendo 2-0 ellos tiraron un remate al travesaño, un partido muy emocional. Nunca bajamos los brazos. El equipo no merecía sufrir tanto como sufrió.
Larrivey, a puro fútbol.