La amarga luna de miel de la princesa Charlene y el príncipe Alberto

En la boda de Charlene Wittstock y el príncipe Alberto de Mónaco sorprendió que la novia lloraba, hoy se confirma que no fue de emoción.

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La boda de Charlène Wittstock y el príncipe Alberto continúa dando que hablar 12 años después de su celebración, luego que salieran a la luz detalles de su luna de miel.

Los príncipes se casaron el 2 de julio de 2011 en una espectacular ceremonia religiosa, un día después de su enlace civil y la exnadadora sorprendió a todos porque no pudo ocultar que llevaba los ojos llorosos, y no precisamente de emoción.

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La princesa aparecía desconsolada y las teorías acerca de su disgusto se dispararon. Luego de poco más de una década, el diario británico “Daily Mail” dio a conocer que los recién casados durmieron en hoteles separados durante su viaje de luna de miel a Sudáfrica, lo que hace pensar que ni siquiera hubo noche de bodas.

Charlene y su intento por ser la princesa perfecta

Charlene, quien no venía de familia aristocrática, eligió un vestido diseñado por Armani bordado en raso. Lo dio todo para convertirse en la perfecta princesa de Mónaco, un reto importante por la figura que representó en la realeza Grace Kelly y el carisma de su cuñada Carolina.

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Luego de las lágrimas que derramó Charlene, nació la leyenda de la princesa triste, durante todos estos años, incluso se dijo que hubo tres intentos de fuga de Charlène Wittstock del principado de Mónaco.

Primero habría intentado refugiarse en la embajada de Sudáfrica en Francia, aprovechando una prueba de su vestido de novia en París; poco después habría querido escapar en un despiste de la familia durante la celebración del Gran Premio de Mónaco.

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Y la última habría sido impedida por los servicios secretos: Charlène se compró un billete de avión a Sudáfrica, pero varios agentes le habrían quitado el pasaporte. La interceptaron en Niza.

Todas esas especulaciones fueron desmentidas por la Corona monegasca, aunque las explicaciones que la propia princesa Charlène ofreció no fueron convincentes. En una entrevista con el diario “The Times”, la princesa admitió que las lágrimas habían sido producto de “la tensión del momento” y que se había sentido “superada por todo tipo de emociones contrapuestas” y también por “los rumores”, pero que en realidad había vivido “tres días maravillosos”.

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