Los motivos futbolísticos (y no tan futbolísticos) que contradicen a Gareca: la derrota ante Bolivia sí es vergonzosa

El DT de la Selección Chilena se empeñó en pedir que no se calificara el resultado ante Bolivia con ese apelativo. Sin embargo, por historia, por los números en la cancha, sus propios dichos y el silencio de Pablo Milad, son méritos que dejan claro que la palabra estuvo bien empleada.

Ricardo Gareca descartó que la derrota de Chile ante Bolivia pueda ser catalogada como vergonzosa. (FELIPE ZANCA/PHOTOSPORT/FELIPE ZANCA/PHOTOSPORT)

A la salida del Estadio Nacional, en los análisis de los medios de comunicación, y en las redes sociales, donde los hinchas volcaron toda su molestia tras la derrota 2-1 de la Selección Chilena como local ante Bolivia, el concepto que más se repitió para catalogar el resultado fue uno: “vergüenza”.

Sin embargo, en una conferencia de prensa en la que Ricardo Gareca estuvo muy a la defensiva, el argentino se encargó seguidamente de pedir que no se usara aquel término, ya que para él, ni el nivel del juego del cuadro nacional ni el factor histórico alcanzaban para que se catalogara el duelo como se hizo a lo largo y ancho de gran parte del país. Sin embargo, hay hechos ojetivos que bien podrían ir en contraposición de la postura del Tigre.

Cuatro motivos por los que la derrota de Chile ante Bolivia sí es vergonzosa

1.- Un golpe histórico nunca antes proporcionado

Nunca antes una selección boliviana le había ganado a Chile un partido oficial como visitante y fue con Gareca en el banquillo que se rompió la tradición de esos “tres puntos seguros” que se suelen dar antes de cada comienzo clasificatorio. Desde 1957, La Roja sumaba siete triunfos y un solo empate, en la pasada eliminatoria, bajo la dirección de Martín Lasarte (dos empates en rigor, pero uno ganado por secretaría).

Pero eso no es todo. Chile permitió que Bolivia acabara con una racha de 31 años y 67 partidos consecutivos sin obtener un triunfo de visita. Ni Venezuela en su peor momento, ni el alicaído Perú, por mencionar algunos, habían permitido que La Verde se llevara los tres puntos desde sus casas. ¿Da para pensar, al menos?

Bolivia no ganaba fuera de casa un partido oficial hacía 31 años.
Bolivia no ganaba fuera de casa un partido oficial hacía 31 años.

2.- Las estadísticas golpean duro a Gareca: escaso poder ofensivo

Catalogar como vergonzoso o no que un equipo tenga poco poder de fuego en un partido, puede ser discutible, es cierto. Sin embargo, también las estadísticas son una forma de contrarrestar opiniones y en lo concreto, además del gol de Vargas, Chile solo creó dos chances claras de gol: el palo de Pizarro en el primer tiempo y un cabezazo de Turboman, que desvió cuando estaba solo en el punto penal. ¿Tiros a puerta? Solo cinco en todo el partido. Pobre registro, cuando el discurso que se vendió es el de haber sido muy superior al rival que si bien es cierto solo tuvo dos opciones, ambas las concretó. El problema, en definitiva, no solo estuvo arriba, sino también en la debilidad atrás.

3.- Una conferencia de prensa surrealista con nula autocrítica

Si hay algo que después de una derrota tan dura como la de ayer ante Bolivia esperan los hinchas, es que el entrenador haga un análisis certero de lo ocurrido. Pero eso distó mucho cuando Gareca enfrentó los micrófonos. Para el estratega, muy contrario a lo que la gran mayoría de los fanáticos vio, Chile “buscó por todos lados, pero lamentablemente siempre había una pierna o algo”.

Cuando gran parte del país señalaba que el de la tarde ñuñoína pudo ser uno de los partidos más pobres que se recuerden de La Roja, Gareca decía que “a mí sí me gustó el equipo, no el resultado”. Enfáticamente, el seleccionador afirmó que “simplemente, perdimos un partido y no lo merecimos. Chile hizo todo para ganarlo y duele. Esto está lejos de una vergüenza”.

4.- El increíble e incomprensible silencio de Milad

En esto, absolutamente nada tiene que ver Ricardo Gareca. Pero como la idea es hacer un análisis completo de todo lo ocurrido en la tarde/noche del Estadio Nacional, es ineludible poner en la juguera la actitud del presidente de la ANFP y máxima autoridad del fútbol chileno. Pablo Milad, sencillamente, arrancó tras el partido, no dio la cara y cuando, por suerte, algunos medios lo encontraron en los pasillos por casualidad, solo atinó a comentar: “Tristeza nomás, ¿qué voy a decir?”.

Irrita a propios y extraños que el análisis del encargado de todo este proceso no sea capaz de vertir un par de conceptos. Ni él, ni ningún otro directivo de Quilín... Si esto no es una vergüenza, quizás qué cosas hay que esperar.