La comisión Salah

Las autoridades dicen que Estadio Seguro fracasó, y todos asienten. Es fácil cerrar una oficina, reubicar a unos cuantos colaboradores y reasignar el presupuesto. Pero no, Estadio Seguro no fracasó. Lo que fracasó es la visión policial de un problema social. Hoy se necesita coraje y convicción para buscar una solución para la violencia en nuestros estadios.

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Violencia en los EstadiosSe requieren cambios profundos, integrados y consistentes. Tomará años y muchos recursos, varios ciclos gubernamentales y de administraciones en el fútbol.
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Había que tener coraje para, a poco más de un mes de asumido el primer gobierno democrático después de 17 años de dictadura, emitir un decreto supremo para formar la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, luego conocida como la ‘Comisión Rettig’, en virtud de su presidente, Raúl Rettig.

Coraje que tuvo el gobierno de Patricio Aylwin, que encaró el esclarecimiento –y posterior reparación– de las violaciones de los derechos humanos del régimen militar con todo en contra: la llamada ‘democracia tutelada’ de los primeros años de la transición. Hoy, sin embargo, no entenderíamos la Historia de Chile sin el trabajo de esta comisión, ni lo que hizo años después la ‘Comisión Valech’ sobre prisión política y tortura.

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Las claves de ambas comisiones fueron tres: enfrentarse de manera integral a temas de muy difícil solución; reunir durante meses a hombres y mujeres intachables y expertos en la materia, y la convicción del Estado (no del Gobierno de turno) en la obligación de implementar las medidas recomendadas por dichas instancias.

Lo anterior aplica para la violencia en los estadios en Chile, que hoy vuelve a golpearnos con dos nuevas muertes con ocasión de un partido de fútbol. Lo que falta es el coraje y la convicción para enfrentarlo.

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Lo hizo Inglaterra después de las tragedias de Bradford City, Heysel y Hillsborough, obligada por la UEFA, el gobierno británico y una sociedad hastiada. También lo hicieron Bélgica, los Países Bajos, Sudáfrica y hasta Brasil, entre otros. Ninguna solución es perfecta, pero hoy ir a un partido de fútbol en esos países es mucho más amigable que antes de que enfrentaran el problema, cada uno con su receta.

Una cosa es segura: será costoso, muy costoso.

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¿Sufrirá el fútbol chileno en el camino? Sin duda. ¿Quedará gente afuera del estadio para siempre? Con certeza. ¿Habrá estadios que ya no sirvan para fútbol profesional? Seguro que sí. ¿Habrá clubes y organizadores que no podrán con su nueva responsabilidad? Ojalá así sea. ¿Eliminará también la violencia y la inseguridad de las calles? De ninguna manera, ni debe buscar hacerlo.

Las autoridades dicen que Estadio Seguro fracasó, y todos asienten. Es fácil cerrar una oficina, reubicar a unos cuantos colaboradores y reasignar el presupuesto. Pero no, Estadio Seguro no fracasó. Lo que fracasó es la visión policial de un problema social. Hoy, el ‘plan de seguridad’ de un partido de fútbol profesional en Chile es la superposición de un dispositivo policial sobre un evento deportivo, y toda la experiencia internacional ha probado que eso es un error.

En 2020, justo antes de la pandemia, vino a Chile el jefe de operaciones de Arsenal, John Beattie. No es un expolicía, pero a su cargo está la seguridad del Emirates Stadium. De hecho, es químico de profesión, pero organizador de espectáculos deportivos hace 30 años. El título de su charla ya fue sugerente: ‘Cambiando la cara de la barra brava, de la seguridad a la experiencia del fan’. Versaba sobre cómo el club dejó de hablar en términos policiales y se preocupó más de mejorar las condiciones de bienestar del estadio, para que las conductas violentas fueran una anormalidad y que el mayor control fuera el social. Y dejó un dato decidor: en el último clásico contra Chelsea, en 2019, estuvieron en servicio 5 policías. Cinco. Un espectáculo civil, resguardado por civiles.

‘Experiencia del estadio’ y ‘bienestar’ son las dos palabras críticas para la solución de este problema, pero seguimos escuchando sobre ‘rejas’, ‘cámaras’, ‘policías’, ‘controles’ y hasta ‘militares’. Más de cualquiera de estos elementos no nos acercan a la solución, y lo han probado 30 años de estrategias fracasadas.

¿Dónde nos sentimos más seguros, en un lugar lleno de policías o en uno lleno de familias? Para que una familia regrese al estadio, debemos velar por baños, alimentación, entretención, tiendas, servicios, sistemas de transporte confiables, estacionamientos, accesos y egresos tranquilos.

Pero para llegar a ese punto, se requieren cambios profundos, integrados y consistentes. Tomará años y muchos recursos, varios ciclos gubernamentales y de administraciones en el fútbol. Pero hay que hacerlo, y el punto de partida es reunir a quienes conocen del tema, investigar, aprender, escuchar y recomendar. Y que esas recomendaciones se implementen sin miramientos ni cálculos, como se hace con las verdaderas políticas de Estado.

¿Y por qué la ‘Comisión Salah’? Porque Arturo Salah, quien fue seleccionado nacional, técnico de la Selección, presidente de la Federación y de la ANFP y subsecretario de Deportes (cuando aún no era ministerio) es un hombre que reúne las condiciones para liderar una instancia como esta. Ojalá su apellido también quede en la Historia como quien lideró la recuperación de los estadios para los chilenos.

*El autor es periodista y Oficial en eventos FIFA.

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