La noche del sábado 5 de abril quedará marcada por la clasificación de Chile a un Mundial de cualquier categoría después de seis años. Los jóvenes de la Sub 17 se transformaron en una verdadera brisa de aire fresco en un momento de extrema oscuridad para el fútbol nacional.
Lo de este grupo de jugadores tiene un valor incalculable porque invita en un momento de total decadencia a mirar por un segundo el futuro con optimismo.
El equipo de Sebastián Miranda nos demuestra que, en la historia del fútbol chileno, siempre hay materia prima, siempre existieron futbolistas con condiciones y capacidad técnica, pero que muy a cuenta gotas se pudieron desarrollar.
Este grupo de jugadores que se clasificó al Mundial de Qatar es fruto de mucho trabajo. Para entender este proceso, hay que ir al origen: Ariel Leporati comandó técnicamente a estos futbolistas desde el Sudamericano Sub 15 de 2024 en el que Chile terminó dentro de los cuatro mejores. Quince son los jugadores que se repiten de dicho torneo.
El proceso no se truncó y esta generación se siguió desarrollando. Sebastián Miranda pasó a comandar a estos jóvenes con la asistencia del propio Leporati y la vigilancia de Nicolás Córdova. Todo el verano de 2025, este grupo de jugadores se entrenó en Juan Pinto Durán y compitió en diferentes torneos. En el fútbol no hay ninguna fórmula de éxito que no incluya trabajo, trabajo y más trabajo.
El estilo es determinante. Cuesta detectar exactamente cuáles son los rasgos más decisivos o reiterados en la historia de las selecciones chilenas, pero me atrevería a decir que el jugador nacional tiene en su técnica su mayor virtud. Rasgo que acompaña con mucha disposición al esfuerzo colectivo.
Este equipo representa el fútbol que nos ha dado mayores éxitos a lo largo de nuestra historia. Asume el protagonismo de los partidos con la pelota conformando oncenas con muchos jugadores de capacidad técnica. En todos los partidos de esta fase de grupos lo intentó y cuando no pudo, logró sobrevivir con orden y disciplina.
La impronta colectiva del equipo está marcada por futbolistas de muchas condiciones que obviamente invitan a la ilusión. En el arco Vicente Villegas ha sorprendido por sus reflejos y su capacidad de estar involucrado siempre en el partido. Con apenas 15 años, ya firmó su primer contrato profesional con Coquimbo Unido.
El bloque defensivo funcionó como un reloj. Muchos relevos, auxilios y coordinación para cuidarse la espalda ante rivales de jerarquía. En la derecha, Martín Jiménez, jugador de Audax Italiano, impresiona con su capacidad física. Mientras Alonso Olguín, de Colo Colo, se transformó en el goleador del equipo por su excelente pegada.
Zidane Yáñez es la gran figura del ataque. Un futbolista que tiene el mapa del equipo en su cabeza, que logra sacar venta jugando de espalda, pero que también deja toques de calidad difíciles de encontrar en el fútbol de hoy. El artillero ha conformado una muy buena sociedad con Ian Alegría, de Palestino, y Yastin Cuevas, de Colo Colo.
Un dato llamativo de esta Sub 17: seis son los futbolistas de Colo Colo que juegan en La Roja. Increíblemente, el Cacique tiene dificultades para alinear a un joven que cumpla el minutaje Sub 21 en el Torneo Nacional y aquí tiene varios futbolistas destacándose.
La Sub 17 de Sebastián Miranda marca el camino que no pudieron marcar ni la Selección adulta ni Ricardo Gareca. Chile vuelve a un Mundial y sigue soñando, ya que este miércoles enfrenta a Brasil por el paso a la final.
Una joven generación de jugadores nos demuestra que el talento chileno siempre estará vivo y que incluso en tiempos de crisis se puede encontrar una semilla para sembrar la ilusión de una industria local absolutamente deprimida.