Las lecciones que deja Nicolás Castillo

El enfrentamiento del jugador con Tagle y Buljubasich es algo personal que no contribuye a mejorar a Católica, ni siquiera a elevar el nivel de un debate futbolístico. La reacción de la dirigencia del club lo ha transformado en tema porque sigue proporcionándole a Castillo una magnitud de ídolo que no merece.

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Tagle, Castillo y Buljubasich.Todos para una polémica, y una polémica para todos.
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Si Nicolás Castillo tuviera un nivel futbolístico acorde a las exigencias de un club como Universidad Católica, estaría inobjetablemente en el plantel de Tiago Nunes. Pero como por desgracia para la UC y el fútbol chileno hace años que lo perdió, ya no está.

Si Nicolás Castillo entendiera que su nombre no está por sobre el de Universidad Católica -a la que tanto dice querer y admirar-, seguramente no abriría la boca, independiente que lo que diga fuera verídico o no, porque claramente lastima la reputación del club ‘de su vida’.

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Si Nicolás Castillo estuviera bien asesorado, cuidado, educado y orientado, agradecería diariamente a la institución que le ayudó en su rehabilitación física y deportiva, y que le otorgó una oportunidad que se frustró, porque su cuerpo ya no da para seguir jugando fútbol profesional de manera competitiva, aunque su mente así lo crea.

Si Nicolás Castillo supiera que hay alguna posibilidad de volver a Universidad Católica mientras estén Juan Tagle en la presidencia de Cruzados y José María Buljubasich en la gerencia deportiva del club, obviamente que no declararía en contra de ellos, por más que se haya mentido sobre el proceso de su regreso, como ha denunciado el jugador.

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Si Juan Tagle y María Buljubasich hubiesen considerado las fundamentadas advertencias que se les hicieron, en cuanto a que la llegada de Nicolás Castillo implicaría serios riesgos a la imagen institucional, debido a los numerosos arrebatos públicos del delantero, jamás habrían sido los principales gestores de su retorno a Universidad Católica.

Si Juan Tagle y José María Buljubasich no se hubiesen dejado llevar por el entusiasmo populista, que dejaría conforme a la barra de termocéfalos que exigían la vuelta de Castillo, “un verdadero jugador de la casa”, hoy no tendrían que preocuparse de afirmaciones que los ensucian y desprestigian.

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Si Juan Tagle no sintiera un grado de responsabilidad de que Nicolás Castillo salga a basurear por las redes sociales a José María Buljubasich, no tendría necesidad de tener que bajar el nivel y responderle al jugador, solo dejaría que las palabras decantaran por el propio peso de quien las emitió.

Si Juan Tagle y María José Buljubasich estuviesen frente a un Nicolás Castillo en un alto nivel futbolístico, de seguro soportarían el costo de agencia de tener en el equipo a un jugador irascible, incontrolable, maleducado y alejado de los valores que siempre ha propugnado el club, pero además no hablando mal de ellos.

De acuerdo: en el mundo de los supuestos siempre es más fácil predecir los comportamientos. (Y si mi abuela tuviera ruedas, sería bicicleta...) Pero cuando las señales con Castillo eran tan evidentes, también hay que asumir los errores. Y acá estamos, como espectadores de una polémica que nada construye y que solo agudiza el espeso momento de la UC. Con un futbolista al que, en el fondo, no le importa el daño colateral al club, sino que pasar viejas facturas y aliviar su maltratado ego; con una masa de seguidores incómodos, que ante cualquier estímulo activan su molestia por la campaña del equipo, y con un cuerpo directivo que reacciona al despecho de Castillo cuando ya no vale la pena reparar el agujero, porque la basura está desparramada.

Las controversias suelen hallar un contexto apropiado para ganar volumen, y la reacción de la dirigencia cruzada se lo ha entregado. Resta entonces aspirar a que los responsables de tomar las decisiones ejecutivas en Católica, aprendan de la lección que deja el impasse de Castillo.

Porque pese a que la llegada de Gary Medel tiene matices distintivos en su naturaleza, no se puede descartar que derive en coyunturas inesperadas, como las de Castillo. Si es que el vigente ídolo de Universidad Católica se siente menoscabado en el trato o no se le cumple lo supuestamente prometido, ¿se tiene contemplado el factor ‘jugador frustrado’ en la costosa operación retorno del volante?

Sería bueno conversarlo, si es que no se hizo. No están los tiempos en Católica para añadir más problemas.

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