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El fútbol chileno es como George Harris

Los propietarios de los clubes chilenos se han acostumbrado a criticar al empedrado por su crisis. Y han enfocado su artillería en lo que Juan Tagle define como “la permisología” burocrática. Pero seguir culpando al resto sin ver los pecados propios es un mal chiste.

George Harris, el comediante que fracasó en Viña. Fome, aburrido y culpando al empedrado. Harris se parece más de lo imaginable a los dueños de clubes chilenos. (Cristobal Basaure/Aton Chile/Cristobal Basaure/Aton Chile)

La Universidad de Chile jugará cuatro partidos seguidos como visitante debido al cierre temporal del Estadio Nacional. Lo que significa que, en la segunda rueda, eventualmente disputando el título, jugará cuatro partidos consecutivos de local.

Juan Tagle, el presidente de Cruzados SADP, calificó como “un calvario” la búsqueda de un estadio donde jugar el partido más importante del año para Universidad Católica, en el que definirá por tercera vez su clasificación continental. “Es un problema que está golpeando fuerte al fútbol chileno. No se me ocurre otra fórmula, aunque no sea tan novedosa, que armar una mesa de trabajo”, propuso. Le contestaron de inmediato desde el Sindicato de Futbolistas para decirle que había una mesa de trabajo funcionando, donde estaban Estadio Seguro, los delegados presidenciales y Carabineros. Y, con sorna, agregaban: “Felices de que la ANFP y los clubes se sumen a esta iniciativa impulsada por nuestro gremio”.

Los árbitros han amenazado con un paro y con acciones inmediatas porque el proveedor de vestuario no les ha entregado indumentaria para este campeonato. Y ni hablar de la Segunda División, que partirá, como es costumbre, arrastrando conflictos y con varios clubes amenazando con no competir.

El catastro de los problemas de nuestro fútbol cansa. Por cantidad, por reiteración, por su complejidad, pero, sobre todo, por la inacción de sus dirigentes. Una abulia que desalienta y sorprende, y que se acentúa por la increíble carencia de vocerías de la ANFP. Esta semana, por ejemplo, Pablo Milad estuvo en Brasil por la final de la Supercopa y apenas llegó se fue otra vez a la playa, para clausurar el Sudamericano de fútbol sobre arena en Iquique. El turismo auspiciado por la Conmebol le ha resultado al presidente del fútbol chileno mucho más atractivo que afrontar los problemas reales de la actividad, y han sido estas vacaciones permanentes que se ha tomado las que han acrecentado una sensación ingrata: no hay liderazgo, pero a nadie en Quilín pareciera importarle.

Para decirlo claramente, nuestro fútbol se parece cada vez más a George Harris, el comediante venezolano que despertó la polémica más sabrosa de la semana. Pifiado, abucheado y despreciado por el público, prefirió atribuir sus problemas a la xenofobia, a grupos de ultraizquierda enquistados en la Quinta Vergara, a un complot de los organizadores y a la envidia de sus pares. Lo concreto es que era fome, que no supo aprovechar la ayuda de los animadores y que nunca fue capaz de rescatar su rutina, si es que la había.

Los propietarios de los clubes chilenos se han acostumbrado a criticar al empedrado por su crisis. Y han enfocado su artillería en lo que Tagle define como “la permisología” burocrática. Mucho de eso hay, sin duda, pero el origen de todos los males sigue radicado en los clubes y la ANFP. Si cuesta encontrar estadios disponibles es porque nadie exige que las canchas estén en buen estado, que las luces tengan buenos parámetros, que existan medidas de seguridad suficientes o que, por último, que los clubes participantes tengan como mínimo un recinto propio para jugar.

Esta semana radio ADN organizó un debate entre los aspirantes al sillón de la Corporación Social y Deportiva Colo Colo. Consultados sobre la barra brava -que interrumpió el partido frente a O’Higgins por un festival pirotécnico en honor a Carlos Caszely y obligó a desalojar los techos del recinto- los tres candidatos dijeron que había que “escuchar, acoger y comprender” a los culpables de tantas sanciones en contra del club. Eso, en Copa Libertadores, significaría reducción de los aforos y menores ingresos de recaudación. Y medidas de la autoridad que aumentarían “el calvario” de conseguir recintos.

Otra vez; cansa enumerar. Ojalá Milad retorne de su nueva estancia playera con intenciones de hacer algo. Aunque sea una “mesa de trabajo”. Seguir culpando al resto sin ver los pecados propios es un mal chiste, un pésimo libreto, sin ninguna gracia, sin imaginación ni autocrítica. Igualito a George.

section logoSobre el autor

Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2001, comentarista de TNT Sports Chile y Chilevisión. Conductor en ADN Radio.