La escena más cara de una película sobre Arturo Vidal sería la de hacer bolsa un Ferrari en la carretera. También sería complicado el casting para Carlo Ancelotti, Jupp Heynkes, Antonio Conte y Marcelo Bielsa. Francisco Bozán haría de Pep Guardiola, el Bichi Borghi podría interpretarse a sí mismo. José María Muscari representaría sin problemas a Jorge Sampaoli.
Como en toda obra que se respete, el rigor dramático debería estar puesto en el antagonista. En la historia de Beckham, por ejemplo, era el Cholo Simeone. En la de Cristiano Ronaldo era Messi. En la película de Vidal el rol de Claudio Bravo no es simple, y para evitarnos problemas se lo entregaría a Stefan Kramer, que se acercó notablemente al perfil del capitán. Fernando Felicevich tendría un papel especial y seguramente pedirá a Benjamín Vicuña en el reparto. Total, es probable que Vibra -su emprendimiento- participe del financiamiento de la obra.
Después de mucho darle vuelta, y considerando que quien interprete al King debe acercarse en personalidad, edad y rasgos físicos, la apuesta más segura es Gastón Salgado, actor joven chileno al que sólo le falta el mohicano. Si se quiere universalizar la distribución, consideren al mexicano Tenoch Huerta o al latino Aaron Domínguez.
Todo esto no es un ejercicio ocioso ni un divertimento veraniego. Hay dos proyectos audiovisuales que esperan financiamiento para convertirse en el legado fílmico de Vidal. El que se anuncio esta semana se llamará “King” y será una docuserie de cuatro capítulos que está en ejecución. Dirigida por Germán Rumet, la idea entusiastamente expuesta por Arturo es sumarlo a las conmemoraciones del Centenario de Colo Colo, aunque se estrene el próximo año.
“Vidal, el camino del rey” es un proyecto de ficción de la productora Villano. Juan Ignacio Sabatini y Juan Pablo Sallato, los autores de “Ojos Rojos”, tratan de financiarlo desde hace un rato y aseguran contar con la anuencia del futbolista. El guion de Rodrigo Fluxá y Luis Barrales tendría que ser modificado con los últimos acontecimientos, como el gol del título 2024 o la reconciliación con Gareca (que sería interpretado por Alfredo Castro con un maquillaje parecido al de Lazlo California, de Romané).
Los biopics deportivos están de moda, ya sea a modo de documental o de ficción. Maradona y George Best tienen varias películas que recrean sus atormentadas existencias. No es lo mismo la vida del Diego que la de Messi, por ejemplo, que tiene poco suspenso y nula tensión dramática (a no ser por las dos finales perdidas en Copa América). Hay ficciones de Roberto Baggio, de Paolo Guerrero, de Heleno y, por supuesto, de Pelé, aunque dos intentos hayan resultado fallidos. Un entrañable mediometraje llamado “Uma historia de futebol” alguna vez postuló al Oscar, pero trataba de su club infantil y su primer título, suficiente para hacer olvidar los números y tristes intentos del Rey por convertirse en actor.
Plasmar ídolos en el cine siempre fue un anhelo de los financistas, aunque muchas veces no tuvo los resultados que se esperaban El Divino Zamora, Alfredo Di Stéfano, Eric Cantona y el mismo Carlo Ancelotti tuvieron sus oportunidades en la pantalla grande. Los realizadores de “King” y el propio Arturo dicen que la serie será una narración en primera persona, donde tendrá que notarse el esfuerzo de Vidal por alejarse del papel que ha interpretado con esmero en las redes sociales, donde muchas veces no se entiende lo que dice o lo que quiere decir.
Alexis, gracias a la productora Fábula, ya tuvo una suerte de biografía en imágenes con “Mi amigo Alexis”, pero bien vale la pena un nuevo esfuerzo. Para película -dándole tiempo al tiempo- es el tormentoso derrotero de Jorge Valdivia. Carlos Caszely tuvo un breve rol en “Consuelo” e Iván Zamorano en “Azul y Blanco”, pero ambos merecen su propia glamorosa serie.
Es que los medios hoy reclaman contenido y la máquina funciona aceleradamente. Piensen nada más que Sergio Jadue tuvo su serie, donde el que salió ganando -como siempre- fue Jorge Segovia, que demandó a los realizadores.
Por eso Vidal quiere control total. Porque cuando alguien te va a contar la vida no puede desmadrarse ni arrancarse con los tarros, aunque le tentación sea muy fuerte. Y, si se lo toman en serio, la escena del bautizo aquel puede quedar aún mejor que el matrimonio de El Padrino. Aunque con peor final, claro.