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El día en que el SIFUP perdió el balón

La ANFP tomó la iniciativa y llamó a definir si la amenaza de paro es algo más que un berrinche. Llegó el momento de evaluar la estrategia del sindicato.

Paro del fútbol chileno ¿Expresión de deseo o determinación fundada en la convicción? El SIFUP tiene la palabra. (MARCELO HERNANDEZ/ATON CHILE/MARCELO HERNANDEZ/ATON CHILE)

En Quilín están negociando los abogados de la ANFP con la directiva del Sindicato de Futbolistas (SIFUP), para llegar a un acuerdo y que la amenaza de paro no se concrete, luego de una mediación solicitada por los clubes a la Dirección del Trabajo.

Se vislumbra una solución al conflicto por estos días. Y si finalmente todo queda reducido a un anuncio intimidatorio del SIFUP, habrá muchos decepcionados.

En una época en que se navega sin que la brújula indique un norte en el horizonte, los dirigentes sindicalistas marcaron hace un par de semanas lo que en la jerga mediática se conoce como “un punto político”. El SIFUP apareció como un actor inquieto por el destino estructural del fútbol chileno de una manera ejecutiva, aunque el motivo fuera detonado por la potencial crisis laboral de una división, la Segunda, cuyo desarrollo competitivo para el aficionado regular es algo similar a aquella serie de los ’60: “La dimensión desconocida”.

Pero, claro, la realidad es que para hacer un punto político que trascienda se necesitan a lo menos cuatro elementos convergentes: relato -un concepto demasiado manoseado este siglo-, convicción, oportunidad e intérpretes. El SIFUP apenas contaba con uno de ellos. Y de nada servirá luchar por una causa justa cuando, en el medio de una densa niebla, los soldados apuntan a los blancos equivocados.

Si todo termina en un arreglo de las partes -como se avizora-, se instalará la impresión que lo del SIFUP fue una pataleta por no ser atendidos sus reclamos pretéritos, expuestos en cartas nunca respondidas. La conclusión será, en consecuencia, que la amenaza de no jugar fue un berrinche rápidamente controlado cuando los empleadores subieron el tono y llevaron la disputa al terreno de las definiciones.

Quedarán entonces algunas preguntas en el aire: ¿si existía la convicción, no habría sido realmente efectivo el paro una vez comenzada la Copa Chile? ¿Se contaba positivamente con el férreo apoyo de todos los clubes, si referentes como Arturo Vidal y Gary Medel hicieron pública su intención de jugar? ¿Era el mejor momento, estratégicamente hablando, de convocar a un paro cuando los clubes aún negocian contrataciones para la temporada? ¿Hasta dónde descalificaciones tan desprovistas de inteligencia y criterio, como las del vicepresidente Luis Marín, debilitaron la posición del SIFUP y llevaron el debate al plano de lo personal?

Para completar el cuadro, si consideramos que por estos días los jugadores de los tres equipos capaces de generar un cisma, andan preocupados de firmar contratos por sueldos millonarios, alejados de cualquier realidad de una industria deficitaria como es la del fútbol chileno, la ponencia interna del gremio se debilita dramáticamente, mientras sube de manera exponencial la necesidad de los clubes por responder a la auto inflación que originan.

El ‘relato’ del SIFUP tiene un fondo razonable, legítimo y justo en el contexto laboral, pero la convicción, la oportunidad y sus intérpretes hasta ahora han flaqueado. La visibilidad del problema de origen -la discriminación por edad en la Segunda División- se perdió porque no se sopesó que la mayoría de los futbolistas prioriza por negociar y ganar un sueldo cada vez más alto. Una elección tan individual como humana, que sin embargo envenena la naturaleza solidaria que define a cualquier sindicato, debe ser analizada en cualquier agrupación de trabajadores antes de adoptar determinaciones radicales. El SIFUP, aparentemente, omitió este paso.

No parece quedarle al gremio de futbolistas otra opción que alcanzar un acuerdo que no hiera la dignidad de sus socios ni melle la autoridad de sus dirigentes. Y esperar que desde la ANFP no brinden públicamente por, otra vez, llevarse la pelota para la casa.

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Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2015. Fue Director de Don Balón y El Gráfico Chile, Editor de Deportes de El Mercurio, Editor General Prensa TVN y Subdirector de Prensa de Mega.