Desprecios de Primera para angustias de Segunda

La amenaza de un paro de futbolistas se cierne sobre la ANFP. El origen del problema, como siempre, es estructural. Pero esta vez asoma un fuerte componente discriminatorio por parte de los clubes profesionales.

PUBLICIDAD
Días para llorar de penaLa Segunda División se debate entre una precaria subsistencia y la indiferencia de las categorías superiores del fútbol.
PUBLICIDAD

La disputa entre la ANFP y el Sindicato de Futbolistas Profesionales (Sifup) por definiciones regulatorias de la Segunda División, convengamos, no es un tema que despierte pasión, menos un movimiento de multitudes. Es un conflicto encapsulado, si se quiere parafrasear ese abstracto manoseado por la deprimente política criolla. Refiere esta discusión normativa a un ecosistema de intereses más bien acotado al bolsillo de los sostenedores de los clubes de la tercera categoría competitiva del fútbol nacional. Aunque no tiene un carácter terminal, sí puede agravar la malherida base institucional, que es como la geografía de Chile: larga y bien delgada.

Es muy probable, sin embargo, que los próximos días haya que ponerle más atención al problema porque, potencialmente, podría desencadenar un paro de futbolistas. Sí, ese mismo que todos los años se anuncia sin que se haga efectivo, y que termina leyéndose como un frustrado rezongo sindical o un pusilánime renuncio ante el poder patronal.

PUBLICIDAD

El eje de la discordia entre los protagonistas se funda en lo de siempre: tener una cuota de poder que active el acceso a una parte del botín. La gran mayoría de los clubes de Segunda División acusa discriminación y abuso de la élite directiva. Pidieron soporte económico e incidencia en las bases del torneo. A saber: la ANFP no les da voz ni voto, menos aún algún subsidio en dinero, les exige el estricto cumplimiento de topes salariales -no excederse de ciertos montos para financiar la planilla- y les establece el sistema de competencia y calendarización del certamen. Como si fuera poco, en Quilín se quedaron con la recaudación del partido que disputaron los equipos que llegaron a la final del campeonato. El derecho de pernada del fútbol profesional al semi amateur, que le dicen. La esclavitud, por cierto, se abolió en Chile en 1823.

El descalabro económico en la Segunda División se instaló hace rato como un allegado que perdió su hogar. El déficit del ejercicio 2024 fluctuará entre los 5 mil y 7 mil millones de pesos. Nadie tampoco puede desconocer un tema de gestión reguleque. Los regentes de estos clubes gastan más de lo que recaudan, porque la recompensa es superior. Ascender a Primera B no es solo un honor deportivo para estos equipos, representa un cambio de estatus. Seguirán viviendo pellejerías, pero no tan indignamente.

PUBLICIDAD

La directiva de la ANFP, que por dificultades financieras este año se sacó todos los premiados, optó entonces por darle una salida política pragmática y normativa al problema. Dejó que decidiera el Consejo de Presidentes. Los modernos señores feudales, que poco y nada parece importarles el devenir de la competencia de Segunda y menos la sanidad de estos vasallos, no se tomaron mucho tiempo. En la medida que no beban del mismo vaso ni coman del mismo plato, el principio que primó en Quilín fue que se las arreglen como puedan. El mercado es cruel y en el fútbol, es peor.

En un ejercicio de chilensis democratia, los presidentes de los clubes profesionales, en nombre de sus socios sin derecho a voz ni voto, aplicaron el criterio fast track legislativo que siempre los rige para estos casos. Decidieron que se cumpla la propuesta que los propios afectados idearon, formar planteles solo con futbolistas Sub 23. “Para ayudar a potenciar al fútbol chileno, equilibrar las tesorerías y evitar las malas prácticas de pagar en negro a jugadores”, como resumió uno de los voceros de los 7 clubes de Segunda -son 11 en total- autores de la proposición.

PUBLICIDAD

En el Sifup la decisión directiva fue interpretada como una declaración de guerra en tiempos de paz. O un epitafio, porque estiman que un tercio de los futbolistas profesionales se quedarían cesantes. En el sindicato entienden que los clubes de Segunda División están en una crisis estructural, pero la resolución de jugar con Sub 23 para ellos es inconstitucional, pues discrimina por edad al trabajador, tampoco tiene mucha lógica cuando la mayoría de esas mismas instituciones no desarrollan divisiones inferiores, además de que existen contratos vigentes con futbolistas que superan el rango etario auto impuesto. El llamado del titular gremial, Gamadiel García, fue a acuartelarse.

Así se vive la penúltima semana del año en el fútbol chileno. El Sifup haciendo un conteo de fuerzas para realizar un ejercicio de enlace que pueda movilizar un contingente lánguido, solidario cuando le conviene, en un territorio dominado por propietarios invisibles, inversores desconocidos y dirigentes fríos, pero muy diligentes cuando se trata de cuidar los recursos. Habrá que tomar palco y pedir que vayan reponiendo el vaso con hielo de cuando en vez. No es mucho más lo que los cronistas pueden hacer desde la tribuna, cada vez menos asombrada, del periodismo deportivo.

PUBLICIDAD