A comienzos de los años 90, un equipo poco común llamaba la atención en la Tercera División del fútbol chileno: la Compañía de Teléfonos de Chile (CTC). Aunque su paso por el balompié criollo fue fugaz, dejó huellas gracias a uno de sus delanteros que forjaría una carrera destacada: César Díaz.
Sin una etapa formativa tradicional, Díaz pasó directamente del amateurismo a la Primera División al fichar por Palestino en la temporada 1994. Su llegada al profesionalismo fue llamativo, por lo poco frecuente del abrupto salto de categoría que protagonizó el delantero.
“No hice cadetes y de Tercera pasé a Primera luego de un amistoso que con la CTC tuvimos contra Palestino. Fue sorpresivo, porque no tenía esa formación como la tenían todos, pero fue un proceso muy lindo”, recuerda en entrevista con En Cancha Prime.
Tras sorprender en sus primeros años como profesional, Díaz fue pretendido por clubes grandes de la capital, pero se presentó la oportunidad concreta de firmar por Cobreloa, un equipo en pleno apogeo.
“Había dos posibilidades: me vendían a Colo Colo o Cobreloa. En ese tiempo, Cobreloa era un club muy grande, respaldado por Codelco, con muchos recursos. Tuve muy buenas temporadas allá, jugamos copas internacionales. Fue una etapa muy linda”, comenta.
Durante su paso por los loínos, anotó 22 goles en 86 partidos. Luego, prosiguió su carrera vistiendo las camisetas de Audax Italiano, Santiago Morning y Coquimbo Unido. Pero su consagración llegaría en Temuco.
“Hice 32 goles en 2004. Fui el segundo goleador del mundo detrás del Pato Galaz. Esa fue la etapa donde me sentí más pleno dentro de la cancha y en la que mostré mi mejor nivel. Además, familiarmente fuimos muy felices”, aseguró.
Si en el sur respondió con goles, en el norte no sería la excepción. Dejó el paisaje boscoso de la Araucanía para jugar en el árido desierto de El Salvador, firmando por Cobresal. En el equipo minero también dejó su historia.
“Tuvimos buenos años. Fui goleador del Clausura 2005, en un torneo donde llegamos a las semifinales y perdimos ante Universidad de Chile. Estuvimos a 10 minutos de la final”, apunta.
Las últimas alegrías de su carrera las viviría en Curicó Unido y Deportes Antofagasta. En el Maule, fue pieza clave en el debut del club en Primera División, mientras que en los Pumas se retiró como campeón de la Primera B.
“En Curicó hice varios goles. Era el primer año del equipo en la categoría y costaba conseguir recursos. Tuve la fortuna de hacerle goles a todos los grandes”, recuerda.
“Luego tuve la chance de ir a Antofagasta con Gustavo Huerta en la banca. La idea era terminar la carrera bien, y pude finalizar todo con un ascenso”, agrega.
¿Qué fue de la vida de César Díaz?
El retiro nunca es fácil para un futbolista, y Díaz lo vivió en carne propia. “Lo que pasa es que cuando uno juega fútbol vive en una burbuja. Todo es fácil: te atienden, solo debes preocuparte de entrenar y cuidarte. Después entras a la selva y vives la vida real, hay que trabajar y moverse para pagar las deudas”.
“Económicamente, en esos años no se ganaba lo que se gana ahora. La mayoría de los jugadores de mi época seguimos trabajando después del retiro”, complementa.
Al dejar el fútbol profesional, fue difícil encontrar una nueva pasión. “Me costó saber lo que quería después del fútbol. Mi intención era seguir ligado al deporte, pero sin estudios era difícil. Tuve una escuela de fútbol para adultos y trabajé en la Fundación Arturo Vidal hasta la pandemia”, afirma.
Hoy, su vida sigue vinculada al deporte. “Me salió la posibilidad de trabajar en la Municipalidad de San Miguel, donde estoy a cargo de las escuelas de fútbol. Además, tengo la escuela del Sifup, trabajo los fines de semana con ligas... y así vamos sumando. No paro, porque hay que trabajar”.
Actualmente se encuentra estudiando dirección deportiva en busca de la certificación profesional que le permita cumplir su gran sueño tras colgar los botines: transformarse en gerente deportivo.
“Eso es lo que me mueve. Para eso hay que estudiar y perfeccionarse. Me gustaría explorar el área formativa en los clubes donde jugué y les tengo cariño. Quiero insertarme ahí, conseguir recursos. Eso me gusta”, confesó.
El fútbol lo sigue llamando. Fiel a su instinto goleador, el ex artillero del Clausura 2005 busca una nueva meta. Aunque quedaron cuentas pendientes, como haber jugado en un equipo grande, Díaz mira hacia adelante con gratitud por lo vivido.
“Me quedo tranquilo. Estoy agradecido del fútbol y, especialmente, de los equipos que me dieron una oportunidad”, concluyó.