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“Mi cabeza se vuelve loca”: el libro que puede cambiar el fútbol como lo conocemos

Basado en el caso del exfutbolista Wouter Holverda, quien falleció en 2021 con una severa demencia, la publicación investigó los daños cerebrales que le encontraron al jugador y que llevaron a los patólogos a concluir que fueron causados por los cabezazos que dio al balón a lo largo de su carrera.

El libro del debate "Mi cabeza está loca", del periodista neerlandés Anton Slotboom.

"El olor a formaldehído llena mi nariz. Ese olor atraviesa la médula y los huesos y proviene de un cubo de plástico blanco que ha sido colocado sobre la mesa de corte en la morgue del sótano del hospital VU en Ámsterdam.

“Ese cubo contiene el cerebro de Wouter Johannes Holverda, apodado Wout, nacido el 22 de abril de 1958 en Leiden. Holverda fue una vez un futbolista aclamado, perseguido por grandes clubes como el Ajax y el Feyenoord. Una pequeña rana venenosa con un increíble talento mental. Esto se debía a un don especial: podía saltar increíblemente alto. ‘Cuando saltaba, la suela de mis zapatos quedaba a la altura de los hombros de mi oponente’, contó el propio Wout cinco años antes de su muerte. ‘Así de alto podía saltar. Esa era mi especialidad. Mi felicidad.’

“Holverda murió el 3 de diciembre de 2021, con solo 63 años. Ahora estoy mirando partes cortadas de su cerebro. Algunas rebanadas tienen un centímetro de grosor, otras son finísimas. Veo cortes de cerebro llenos de células cerebrales y células sanguíneas dañadas y trato de imaginar cómo son y cómo funcionan.

“Dos hemisferios, cuatro lóbulos. Tela gris en el exterior. Tela blanca en el interior. 96 mil millones de células cerebrales. Mil billones de células gliales”.

La anterior descripción corresponde a un pasaje del libro “Mijn hoofd doet gek” (“Mi cabeza se vuelve loca”), del periodista holandés Anton Slotboom (45), quien lanzó su obra de investigación a mediados de enero, y que ha generado en Países Bajos un oficioso debate acerca de los daños que provocan en el cerebro los golpes del balón con la cabeza en el fútbol.

Superpuesto en el recuadro, Wout Holverda junto a su hijo Robin. En la foto principal, el defensor elevándose por sobre el arquero.
Dos imágenes de Holverda.Superpuesto en el recuadro, Wout Holverda junto a su hijo Robin. En la foto principal, el defensor elevándose por sobre el arquero.

“Cuando se encontraron daños en el cerebro del exfutbolista Wout Holverda tras su muerte en 2021, la conclusión de los investigadores en el Centro Médico de la Universidad de Ámsterdam fue clara. La demencia de Holverda parece haber sido causada por un daño cerebral sufrido mientras jugaba al fútbol”, reseña Slotboom en su libro de 340 páginas, que aún no ha sido traducido al español.

El periodista, también autor de “101 cosas que debes saber sobre Sparta”, dedicada al club de Rotterdam más antiguo de Países Bajos, entrevistó a neurólogos, científicos, activistas que buscan terminar con los cabezazos en el fútbol, los médicos de Holverda y sus familiares más cercanos, para configurar un cuadro que abre grandes interrogantes sobre las consecuencias que pueden dejar los impactos de la cabeza con la pelota.

Luego de que muchas puertas en el fútbol se le cerraran para hablar sobre el tema, Slotboom encontró en el exfutbolista Ruud Gullit el interés por su indagación, tanto que el jugador se reunió con el médico del Ajax y del seleccionado de Países Bajos en busca de información, para contribuir a los antecedentes que buscaba el periodista.

Cabezazos: una altísima incidencia en daños cerebrales

Slotboom describe en “Mi cabeza se vuelve loca” que “sólo bajo el microscopio, después de su muerte, los médicos de Holverda vieron que sus sospechas eran correctas. El ex jugador sufría de ETC (Encefalopatía Traumática Crónica), siendo el primer futbolista holandés al que se le diagnosticó esta enfermedad”.

El dato lo llevó a contactar al neuropatólogo escocés Willie Stewart, quien en 2019 realizó un monumental estudio en el que comparó las causas de muerte de 7.676 exfutbolistas con las de 23.028 escoceses que no participaron en el deporte. Stewart concluyó que los futbolistas profesionales tienen 3,53 veces más probabilidades de desarrollar demencia. Los defensores, incluso, 5 veces.

Slotboom cita parte de la entrevista con Stewart: “Lo que ocurre es lo siguiente: durante la competición se produce el daño cerebral, pero no es suficiente como para provocar síntomas. Creemos que la ETC comienza en tres o cuatro puntos del cerebro y luego se propaga lentamente desde allí a lo largo de los años. A pequeña escala. Y después de diez, veinte, a veces incluso treinta años, tu cerebro ya no puede soportar ese daño. Entonces ya no pueden compensar los problemas. Y luego los problemas cerebrales se vuelven sintomáticos. Entonces te caes por el borde”.

“Tu libro no es el final, sino el principio”, le dijo el hijo de Holverda, Robin, a Slotboom. “Quiero que se incluya en los contratos de los futbolistas una cláusula que ahora no existe. Es decir, que el fútbol puede provocar daños cerebrales. Parece un juego muy inocente, pero al final ves que puede llevarte a la muerte”.

El debate en Países Bajos está instalado. El libro -en neerlandés- cuesta 23,85 euros (más envío) en Amazon.