Guardiola, el City y su ex

Pep vive el peor momento en su carrera como entrenador. Justo cuando se conoció su divorcio tras 30 años de relación. ¿Puede incidir la crisis personal en el derrumbe del club más millonario del mundo?

PUBLICIDAD
Pep Guardiola y Cristina SerraTres décadas estuvieron emparejados. Se casaron el 2019 y tuvieron tres hijos: María, Màrius y Valentina.
PUBLICIDAD

La asombrosa carrera de Pep Guardiola (54) solo había vivido un momento peor que este. Fue en el 2001, cuando jugando por el Brescia de Italia fue sancionado por dopaje. Estuvo casi un año fuera de las canchas -período interrumpido sólo para defender a la selección de Cataluña en un amistoso frente a Chile- reclamando su inocencia, ya al final de una trayectoria brillante, con seis títulos de Liga, una Liga de Campeones, la Recopa europea y un oro olímpico. En ese entonces el apoyo de su pareja, Cristina Serra (52), fue fundamental.

El que para algunos es el mejor entrenador de la historia se acaba de divorciar. Tras 30 años de relación ininterrumpida -aunque recién se casaron el 2019- y manteniendo el hermetismo total sobre sus vidas privadas, Joseph y Cristina separaron sus caminos justo cuando el aura invencible del técnico parece derrumbarse. Con las peores cifras de toda su campaña, a punto de quedar eliminado en la primera fase de la Champions y con evidente desgaste emocional, su Manchester City navega a la deriva justo después de la renovación por dos años del español.

PUBLICIDAD

Cristina Serra no es la típica acompañante de un entrenador. Empresaria exitosa, es socia activa de Serra i Clavet, una emblemática cadena de tiendas de moda, lo que le obligó, desde hace ya varios años, a vivir una vida paralela a la de su esposo. Mientras ella se radicaba en Barcelona, Guardiola estaba en Manchester. Y aunque antes lo había acompañado en su año sabático en Nueva York y en el paso por Alemania, la reciente renovación de su contrato con los ingleses parece haber sido el punto de inflexión para la pareja.

La pregunta que la prensa española e inglesa se hacen es si el divorcio tiene incidencia en la paupérrima campaña de los ciudadanos, que hace unos días perdieron catastróficamente ante el PSG en París. Y que ha puesto en relevancia las erráticas actitudes del extrovertido entrenador tras las derrotas, incluida la comparecencia con el rostro totalmente arañado a una conferencia de prensa después de un resultado inesperado.

PUBLICIDAD
Las señales de la crisisFines de noviembre pasado: el enojo por el 3-3 ante el Feyenoord hizo que Guardiola se arañara su rostro.

Las explicaciones abundan. Desde la ausencia clave de Rodri -Balón de oro la temporada pasada- por lesión, hasta las malas decisiones de mercado, pasando por la inminencia de sanciones por quebrantar el fair play financiero de la Premier, se han esgrimido para explicar la baja de rendimiento. Guardiola, pionero en abrir las puertas del camarín a las cámaras documentales y celoso guardián de su liderazgo desde que partió del Barcelona de Messi, ha demandado una inversión de casi mil quinientos millones de euros a los jeques dueños del club, que acaban de fichar a tres jugadores en el mercado de invierno y le extendieron el contrato a Haaland por… ¡diez años! Dinero aún hay a raudales.

¿Podrá incidir la crisis sentimental del entrenador en la caída libre del City? ¿O es que de verdad Guardiola perdió temporalmente el fuego interno que le traspasaba a sus planteles? ¿Es una visión machista creer que su matrimonio se quebró por su primer gran traspiés futbolístico y el consiguiente mal humor? ¿O es feminista pensar que sin su compañera de vida se le desordenaron los papeles tácticos?

PUBLICIDAD

Lo concreto es que estamos viendo a un Pep desconocido, que batalla por mantener el rumbo. Y que en las próximas semanas, y en solitario, se jugará parte importante de la temporada con riesgo a sufrir la intrascendencia, algo que jamás había vivido. Justo ahora.

PUBLICIDAD