- “Yo soy hincha de un equipo chico. Entonces cuando iba a ver a este equipo chico al estadio, veía que siempre los árbitros eran permisivos con los equipos más grandes, eran localistas... Y eso me generaba cierta animadversión”.
Roberto Tobar tiene a su haber participaciones en diversos torneos internacionales -Sudamericanos y Mundial Sub 17 (2015)-, eliminatorias mundialistas, decenas de encuentros por Copa Libertadores -final de ida Boca-River en 2018- y Copa Sudamericana, y la definición de Copa América 2019 entre Perú y Brasil, lo que marcó posiblemente su pináculo como juez en cancha.
Árbitro FIFA desde 2011, al año siguiente se vio involucrado en el escándalo del caso “Club del Póker”, una cofradía informal de algunos miembros del referato nacional en la que se establecían las designaciones arbitrales con el propósito de recibir viáticos y mejorar la condición financiera de los integrantes de este grupo. Por su participación, Tobar fue sancionado con ocho meses de suspensión.
- Más de esta entrevista: “El árbitro que no es un apasionado por el fútbol, nunca va a ser un gran árbitro. Conocí a algunos que no les gustaba”
- Más de esta entrevista: “Sí, me parece injusto que por uno o dos centímetros se anule un gol”
Retomaría su carrera arbitral y se convertiría en uno de los mejores exponentes del referato chileno, siendo elegido más de una vez como el mejor juez de la temporada. Se retiró en 2022 y desde 2023 está a cargo de la Comisión de Árbitros de la ANFP.
-¿En qué tipo de instancias le dan ganas hoy de volver a arbitrar?
Cuando hay un estadio lleno y el partido es muy importante. Yo creo que que mis mejores rendimientos fueron en esos escenarios.
-¿Pero usted ‘dirige’ cuando está presenciando un partido?
Sí, claramente.
-¿Y hay muchas aspectos que le gustaría que realizaran los árbitros?
Sí, básicamente en lo que respecta al control del juego y la personalidad para tomar decisiones difíciles. Cuando se nos puede venir el estadio encima, pero que yo estoy seguro de lo de que estoy haciendo, que estoy siendo correcto en mi interpretación y que de acá no me mueve nadie. Eso es lo que quiero ver en los árbitros chilenos.
-¿Le gustaba dirigir en estadios llenos por una cuestión de sentir la adrenalina en el cuerpo, tener poder?
La adrenalina y la motivación de poder ser lo más justo con ambos equipos, independiente que el visitante no tuviera nada de hinchas y que el estadio fuera del local completo.

-Usted era un árbitro que otorgaba confianza entre los jugadores y en general, al entorno. Digamos que sus características básicas eran dar certeza y credibilidad. ¿Ése era su objetivo arbitral?
Esa fue una convicción que tuve desde que llegué al arbitraje. Le voy a ser honesto, yo soy hincha de un equipo chico. Entonces cuando iba a ver a este equipo chico al estadio, veía que siempre los árbitros eran permisivos con los equipos más grandes, eran localistas... Y eso me generaba cierta animadversión. Mi vocación se fue forjando a raíz de esa experiencia. Quise ser árbitro para que se erradicara esa práctica.
-Como buen hincha de equipo chico, ¿insultaba mucho los árbitros?
Sí, mucho, cuando era hincha, era muy apasionado y yo creo que por ahí nació mi real vocación de ser árbitro.
La sanción de ocho meses y el agradecimiento a la confianza
-Usted es un resiliente del arbitraje, porque después del famoso caso del ‘Club del Póker’, estuvo ocho meses sancionado sin poder dirigir. Más de un árbitro o muchos sencillamente se hubiesen ido de la actividad. ¿Qué fue lo que lo llevó a seguir?
Hubo profesores, compañeros, directivos, jugadores que creyeron en mí, porque dentro de los años que había tenido como árbitro, ya había hecho algo, tenía esa credibilidad. Estuve metido ahí, cierto, con este tema, pero creo que la fuerza y la convicción que yo tenía de ser un aporte al fútbol nacional me dieron la fuerza. Porque siempre lo he dicho, nunca pensé que a lo mejor iba a llegar tan alto, a dirigir partidos tan importantes.
-¿Y durante esos ocho meses siguió viendo fútbol, nunca se desincentivó?
Nunca me alejé del fútbol, estuve en constante aprendizaje. (La sanción) Me ayudó mucho mentalmente también a forjar una personalidad, porque pasé por momentos muy difíciles y que me ayudaron mucho en mi carrera posteriormente.
-¿Los futbolistas nunca le enrostraron el tema durante algún partido o cobro complejo?
No, nunca. Nada. Siempre hubo respeto, y eso lo valoré mucho. Tuvimos, y hasta el día de hoy tengo, muy buena relación con todos los jugadores que están ahora. Y también con mis contemporáneos, con los que ya se han retirado, de los cuales hay muchos técnicos hoy. Hay una muy buena relación con todos y eso se agradece. A uno lo satisface y le llena el corazón que se acuerden de uno como árbitro. Y el respeto es recíproco hacia grandes jugadores que hemos tenido acá en Chile a nivel nacional e internacional.
-¿Y cuando le preguntan por lo sucedido, no se molesta?
No, son temas que uno los toma como experiencia, hay que revertir las cosas negativas. Siempre he sido una persona que los momentos adversos ha querido sortearlos de forma positiva. Lo que me está afectando, lo tomo, canalizo y transformo en cosas positivas.
-¿Qué partido le hubiese gustado arbitrar y que estuvo más o menos cerca de hacerlo?
Estuve cerca de arbitrar un partido de la Champions League. Antes de la pandemia, nuestro profesor en Conmebol de aquel momento, Wilson Seneme, me avisó dos o tres semanas antes de que surgiera la pandemia, que iba a estar invitado a dirigir Champions en el segundo semestre del 2019. Pero pasó lo del Covid, y lamentablemente no se pudo, ya se había hecho el convenio con UEFA para que árbitros pudieran dirigir en Champions y árbitros de UEFA vinieran a la Copa Libertadores.
-¿Puede ser que eventualmente algún trío argentino o brasileño viniera a Chile a dirigir?
Sí, por supuesto. Es una de las de las cosas que podríamos empezar a implementar, retomar el vínculo con otras federaciones y poder tener ese intercambio. Ya lo hemos hecho con Bolivia, fueron árbitros chilenos para allá a dirigir la fase final el año pasado. Ahora ellos tendrían que venir.
-¿Cuál fue el partido que en teoría parecía más complejo dirigir y que no pasó nada?
La final en La Bombonera de Boca-River (2018). Pero también creo que como equipo arbitral traíamos un gran nivel de credibilidad, que fuimos ganando en los partidos que condujimos antes de llegar. Hicimos una gran copa con ese equipo, con Christian Schiemann y Claudio Ríos. Eso permitió que los jugadores también creyeran en nosotros a la hora de entrar al campo.