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“La U tiene plantel como para los dos frentes, pero en algún momento va a tener que poner foco en uno. Y yo iría siempre por el torneo local”.

Matías Rodríguez, en el ocaso de su notable carrera, analiza sus períodos por Universidad de Chile y evoca lo muy bueno y lo bastante malo que le tocó vivir en el club azul. Pero también proyecta los desafíos de la U este año en el plano local y en su regreso a la Libertadores.

Matías Rodríguez El defensa más goleador de la U cree que el equipo azul tiene un plantel para hacer frente al desafiante 2025. (RAMON MONROY/PHOTOSPORT/RAMON MONROY/PHOTOSPORT)
  • “2011 y 2012 fueron dos años grandiosos para nosotros, a nivel personal e institucional. Es muy difícil que otra vez coincidan con un técnico (Sampaoli) que le da en la tecla justa y potencia de la manera que lo hizo con ese equipo”.
  • “Ahora veo a la U con más convicción de a lo que se juega. Creo que es pieza fundamental el técnico (Gustavo Álvarez), que le dio los roles necesarios a los jugadores que estaban y potenció a algunos otros”.

Matías Rodríguez (38) no se da por vencido. El defensa más goleador de la historia de Universidad de Chile sigue vigente en el fútbol, aunque lejos del brillo que lo convirtió en un emblema del equipo azul. Hoy transita sus últimos años como jugador en Melipilla, un club que busca resurgir después de una temporada donde casi lo pierde todo.

Con una trayectoria que conoció de éxitos en Uruguay, Brasil y Chile, y con pasos por las ligas de Argentina, Italia y Austria, el defensa asume que quizás debería estar gozando de la tranquilidad de quien dejó el fútbol después de logros históricos y personales, como haber llegado a la Selección trasandina. Pero no, hay algo que todavía internamente le impide abandonar el vestuario, y lo impulsa a ponerse la camiseta y jugar por los puntos.

-Te retiraste en 2022, y después, a los dos años, elegiste volver. ¿Por qué?

Mi último partido, del primer retiro, fue en Defensa y Justicia, contra Boca Juniors como visitante. Hablé con Sebastián Beccacece y me dijo ‘la verdad, no te voy a usar, no sé si querés buscar otro lugar’. Le dije que no, que le agradecía por ser tan sincero, porque es lo que uno busca cuando es más grande, que te digan las cosas por más que duelan. Hablé con mi familia, decidimos que era el momento de ponerle un punto final, y dedicarme a ellos, a viajar, cosa que había postergado mucho tiempo. Eso hice y durante un año realmente no extrañé nada del fútbol. Cero. Después me junté con quien sigue siendo mi socio en una empresa en Chile y empecé a viajar bastante más seguido para acá. Estar en Chile hizo que la gente me diera ese cariño, que me incentivara a que siguiera jugando.

-¿No me diga que la gente lo convenció?

La idea empezó de a poquito a ocuparme la cabeza. Fueron cinco meses que sí lo hacía, que no lo hacía. Y en un momento, octubre del 2023, fue que me decidí a intentarlo. Pedí permiso a la U para entrenar con el equipo de Proyección. Me dijeron que sí, que fuera, que probara, que entrenara con ellos, que era mi casa y todo lo demás. Empecé a entrenar, me dolía todo. En noviembre me dije muchas veces: ¿para qué? Si estaba bien, tranquilo; pero bueno, las ganas de volver a retirarme jugando con gente fueron mayores a los dolores, así que ya, acá estoy. Melipilla fue el primer club que me llamó, apenas se dio cuenta de que estaba entrenando con la Proyección de la U. Y bueno, llegamos muy rápido a acuerdo, porque yo quería volver a jugar, no me importaba tanto que no me ofrecieran lo que yo pensaba. Yo quería volver a vivir lo que era un vestuario, y acá me tenés, en 2025 por el segundo año en Melipilla.

El argentino seguirá este año en el club que peleará por volver a la B.
Matías Rodríguez en Deportes MelipillaEl argentino seguirá este año en el club que peleará por volver a la B.

-Sin menospreciar a Melipilla como club, ¿esperabas algún otro club o pesó que fueran los primeros?

Desde el primer momento noté y sentí que ellos querían realmente contar conmigo, porque me llamaron en octubre haciendo saber su interés. En ese momento estaban tratando de ver si ascendían a Primera B o si se quedaban en Segunda. Les dije que me dejaran porque yo recién estaba arrancado a entrenar de vuelta, quería ver si realmente me iba a dar el físico, por el tiempo que estuve inactivo. Me volvieron a llamar en diciembre y en enero, y dije ‘bueno, si ya es la tercera vez que me llaman, háganme la propuesta formal’. Tras unas consultas familiares, acepté, no quería volver a salir a buscar un club. Y una vez que estuve acá, me hicieron sentir querido, valorado, me dieron un lugar lindo para vivir y por eso creo que hoy sigo estando acá. Este año sí tuve algunas llamadas de varios equipos de Primera B, pero decidí por los chicos que están en Melipilla, por el grupo que se formó, porque vamos a volver a luchar por ascender, porque creo que tenemos las herramientas.

Debut profesional y campeón en un grande de América

-Recordemos buenos viejos tiempos. ¿Qué imagen guardas de tu primer título con Nacional de Montevideo, allá por 2009?

Fue hermoso. Me habían dejado libre en Boca Juniors. Yo tenía 22 años y mis representantes consiguieron que me fuera a probar a Nacional de Montevideo. No era fácil, y es prácticamente imposible que un equipo grande te pruebe. Nico Bertolo, que había jugado ahí y al que le había ido muy bien, me recomendó con el técnico que era Gerardo Pelusso. Le dijo que yo no lo iba a defraudar. Llegué dos semanas antes de que arrancara el torneo. La primera semana fue de prueba y a la siguiente, me dijeron: ‘Queremos que te quedés, ya está el contrato’ Y me puse a jugar. Junto con Gastón Filgueira, fuimos los dos jugadores que jugamos todos los minutos del torneo. De estar libre, a salir campeón en un equipo grande de América y consolidarme en mi primer torneo, estaba feliz y agradecido.

El defensa comenzó en Nacional de Montevideo. Salió campeón de inmediato, pero no renovó y llegó a la U.
El debut de Matías RodríguezEl defensa comenzó en Nacional de Montevideo. Salió campeón de inmediato, pero no renovó y llegó a la U.

-Y después caes en Universidad de Chile con el mismo Gerardo Pelusso. ¿Es cierto que ir a la U no estaba en tus planes?

Fue a fines de 2009. Me acuerdo que (Mauricio) Victorino había estado en la U un semestre antes y él había sido compañero mío en Nacional en el primer semestre. Y una vez nos fue a visitar a Uruguay, recuerdo bien que estaba en los asientos del banco suplente, me siento al lado y le dije en broma ‘espérame que ya voy para allá’. Y bueno, a mí se me terminaba el contrato con Nacional. Estuvimos conversando para ver si firmaba tres años más, pero nosotros queríamos que compraran el pase a corto plazo. Quería aprovechar el buen momento. Iba a partir la pretemporada, no llegamos a acuerdo y me volví a Argentina. Estaba todo listo en Huracán, todo conversado, incluso con el técnico para que me fuera a Mar del Plata donde estaba el plantel. De un día para otro, yo estaba en mi casa, mi hija había nacido hacía poquito tiempo, me llama mi representante y me dice ‘mañana nos vamos a Chile’. ¿A qué?, le pregunté. ‘Te compró la Universidad de Chile, contrato de tres años, todo como queríamos’, me responde. Y así fue, tal cual.

-¿Y qué dijo Victorino cuando se vieron la primera vez en Chile?

Nada. Obviamente nos reímos cuando nos encontramos. Después llegó el Flaco Fernández, había un lindo grupo también. Obviamente estaba Gerardo (Pelusso) y todo se dio muy rápido porque habían vendido a Osvaldo González de México. Gerardo les dijo ‘tráiganmelo a Matías’. Así que así se dio de en dos o tres días.

En Chile se le abrió el arco como nunca

-Eres el defensor más goleador de la historia de la U. ¿Por qué crees que los defensores, salvo alguna excepción, cada vez marcan menos goles?

No tengo idea. Algunos compañeros me preguntan por qué hice tantos goles. La verdad, yo siento muchas veces que llego al fondo y quizás espero el centro por intuición, no sé... ´‘Sé cuándo tengo que estar ahí‘, les digo. Después si la pelota llega, depende también de terminarla bien. Muchas veces internamente digo ‘tengo que estar, y voy y cae la pelota’. Y bueno, gracias a Dios han sido muchos goles. Después, claro, cuando veían que yo marcaba goles, los profes me decían andá nomás, me gritaban que fuera al área contraria.

Marzo de 2020: el defensa de la U le marca a O'Higgins. Sumó 57 goles por el equipo azul.
Matías Rodríguez anotando un golMarzo de 2020: el defensa de la U le marca a O'Higgins. Sumó 57 goles por el equipo azul.

-¿Y te pasó que algún entrenador te puso ciertos límites?

Poco, a ver, cuando me tocó la Selección con (Alejandro) Sabella, yo venía de mi mejor año en la U, el 2012. O sea, yo miraba para el cielo y hacía goles. Hasta que en un entrenamiento, hicimos un reducido, entre formal e informal. Yo me fui arriba, hice goles, pero cuando terminó la práctica, Alejandro me llama y me dice ‘acordate que sos defensa, eh?’ Ahí fue como me controlé un poco, igual entendí que prefería que me quedara un poco más mi posición. Y después, cuando me fui a Italia, directamente el entrenador (Delio Rossi) me dijo: ‘Ya hay cuatro compañeros, vos no vayás adelante. Quedáte acá’. Y mi fuerte era ir para arriba y no defender. No me fue bien allá por eso mismo, porque tenía que estar más replegado.

-¿Pagaron casi 5 millones de dólares por tu pase en ese momento en la Sampdoria y el técnico no sabía eso?

Sí, yo creo que sí, pero bueno... Aparte, después la verdad es que cuando llegué allá, el que jugaba en mi posición (Lorenzo De Silvestri), que no estaba jugando, partió con la titularidad y anduvo bien, muy bien, y terminó en la Selección. ¿Entonces qué se hace? Ya está. Lo hice, hice lo mejor, me tendrían que haber dado alguna oportunidad, pero no se dio.

-¿Estuviste realmente alguna vez cerca de Boca Juniors?

Sí, en 2014, en la época del vasco (Rodolfo) Arruabarrena. En esa época yo estaba a préstamo gratis en Gremio. Arruabarrena me mandó un mensaje de texto que decía ‘Hola, soy el vasco Arruabarrena. Te voy a llamar, para que me atiendas’. Me llamó, me dijo que quería contar conmigo, que no era solamente cosa de los dirigentes, sino que él me quería. Yo estaba, obviamente, feliz. Quería hacer lo imposible para ir a Boca. Pero cuando mi representante conversó con la gente de Sampdoria, ellos le dijeron que no me iban a dejar salir gratis de nuevo. Y Boca no iba a poner plata. Mi representante me dijo que iba a cobrar mucho menos. Y le dije ‘no me importa, quiero jugar ahí’. Pero no se dio porque no me dejaron ir gratis.

-Te querían en Boca, pero no tanto...

Claro, sí, no tan convencidos. Pero bueno, no importa. Me llamó el técnico, y para un jugador lo más importante es que te llame el técnico.

Años felices y otros, muy duros

-Los años 2011 y 2012 fueron los más exitosos. ¿Por qué la U nunca ha vuelto a estar cerca de esas campañas?

Porque coincidimos un grupo de jugadores en el momento exacto, en el peak de muchos. Además (Jorge) Sampaoli fue muy importante porque nos potenció de una manera que, la verdad, en lo personal, nunca lo imaginé. Después también veías a compañeros decir ‘Loco, éste es una máquina’, y te vas contagiando de esas máquinas que eran Charles Aránguiz, Edu Vargas, Marcelo Díaz, Eugenio Mena. Vos mirabas para atrás y decías a éstos no les gana nadie: Waldo (Ponce), Marcos (González), Pepe (Rojas), Johnny (Herrera). Fueron dos años grandiosos para nosotros, a nivel personal e institucional. Es muy difícil que otra vez coincidan con un técnico que le da en la tecla justa y potencia de la manera que lo hizo con ese equipo. Todos los que estamos en el fútbol sabemos que es muy difícil lo que se logró y que se repita en pocos años. Por eso la gente en el día a día, en la calle, las redes sociales, te hace sentir que de lo que fue ese 2011 y 2012.

-Sampaoli fue un técnico que te ayudó a progresar, dices. ¿Qué recuerdas de él más allá de sus indicaciones y entrenamientos?

El hombre era muy fanático de un equipo X, que estaba jugando en la B cuando él fue técnico nuestro. Lo que más me gustaba era hacerlo enojar, desafiarlo. Yo le apostaba a que con el equipo que jugaba, perdía. Apostábamos casi todos los partidos, obviamente en muchas ganás y en otras tantas perdés. Pero lo tenía loco. Y lo más loco es que cada vez que ganaba el equipo rival, yo sabía que él estaba enojado, me reía solo, era muy hinchapelota. Otra cosa: en el tenis-fútbol era muy tramposo. El hombre era realmente tramposo en el tenis-fútbol.

-¿Algún compañero más serio que el resto, más amargo?

Y... Johnny era un perro verde. Había que saberlo llevar. Pero a ver que a mí me quería. Pero sí, era serio.

-La U vivió en su momento temporadas muy malas, de las cuales fuiste parte. ¿Qué crees que pasó desde la perspectiva tuya como jugador y capitán también?

Para mí fueron un cúmulo de cosas, tanto desde el que mandaba hasta de los jugadores. En varios pasajes la comunicación no era fluida y como que había un ambiente medio gris. Entrenábamos bien, nos cuidábamos y no se nos daba. Fue muy estresante. Fueron dos años, en los que casi un año y medio me tocó ser capitán. Yo no me olvido más que tenía los ojos hinchados, no dormía buscándole soluciones y tratando de encontrar salidas. Pero para resumirlo en algo, fue quizás que la comunicación no fue la que esperábamos, tanto de nosotros hacia arriba y de arriba hacia abajo. También tuvimos muchos cambios de técnicos.

"Yo no me olvido más que tenía los ojos hinchados, no dormía buscándole soluciones y tratando de encontrar salidas", recuerda.
Matías Rodríguez, capitán azul"Yo no me olvido más que tenía los ojos hinchados, no dormía buscándole soluciones y tratando de encontrar salidas", recuerda.

La mirada del presente de Universidad de Chile

-¿Cómo ves hoy a la U, ya consolidada después de todo lo malo que pasó en la cancha, cerca de haber salido campeón la temporada pasada?

Sí, creo que vienen de menos a más. Después de una racha muy negativa, en la que me tocó estar varios años, ahora los veo bien, más convencidos. Firmes, siempre con el apoyo de la gente que nunca ha parado de bancar al equipo. Ahora los veo con más convicción de a lo que se juega. Creo que es pieza fundamental el técnico (Gustavo Álvarez), que le dio los roles necesarios a los jugadores que estaban y potenció a algunos otros. El año pasado el torneo se les escapó al final. Pero sé cómo es el jugador cuando queda con esa espinita en el ojo y va a ir por el título. Sumado también a que vuelve a jugar una copa internacional después de mucho tiempo.

-¿Cómo ves a la U en la Copa Libertadores?

Veo muy bien a la U, tiene plantel como para los dos frentes, pero en algún momento va a tener que poner foco en uno. Y yo iría siempre por el torneo local.

-¿Qué no le tiene que faltar a un jugador y que la gente te exige para jugar en la U?

La actitud no puede fallar nunca. Puedes ser malo, tener un mal día, jugar mal, horrible. Pero la actitud creo que la gente no te la negocia. Eso te lo hace sentir en la cancha, en la calle, en las redes sociales. El jugador de la U tiene que ser aguerrido.

-¿Te planteas hasta cuándo vas a jugar?

En principio, cuando volví a jugar era por un año, pero pasaron cosas personales, como que los planes se cambiaron un poco. Entonces ahora ya voy por el segundo año. No sé, voy a dejar que el tiempo diga hasta cuándo, no tengo ahora un plan. Obviamente me tira mucho irme a Argentina por mis hijos, pero irme a Argentina es como arrancar desde cero de nuevo. Y acá siento que tengo más posibilidad de trabajar post fútbol.

-¿Trabajar en qué después del fútbol?

Yo me recibí de director técnico. También siempre me gustó ayudar a los compañeros que lo necesitaban, no como representante, pero ayudarlos, guiarlos, cuando ellos te piden consejo para toma una decisión, pero no sé realmente. Mantengo mi empresa acá, que importa y representa marcas argentinas que están acá en Chile en el rubro de construcción. Estoy con eso, pero siempre buscando cosas que hacer.