- “Los dueños de clubes de la Primera B entienden mejor la competitividad que los de Primera. La B está comenzando con, al menos, ocho equipos que de verdad aspiran a conseguir el ascenso (...) ¿Cuántos hay en la Liga de Primera que pelean por el título?"
- “Yo pondría como exigencia que para dirigir en Chile, un entrenador extranjero acredite haber dirigido al menos cinco o seis años a equipos de la misma división que viene a dirigir acá.”
Mario Salas (57) duda mucho cuando se le pregunta en qué instancia de su carrera sintió que recibió la mayor cuota de conocimiento para convertirse en el entrenador que es hoy.
“Es que he hecho el camino largo, haciendo de todo y siento que todo me ayudó. Fui futbolista, preparador físico de Gualberto Jara, coordinador de Juvenal Olmos, ayudante técnico de Marcelo Espina y de Nelson Acosta, jefe de divisiones menores en Everton, y entrenador de Tercera División, de Primera B, de Primera División y seleccionador Sub 20, trabajé fuera de Chile. Hoy no sabría decir qué ha sido lo más esencial en términos de aprendizaje. De hecho, ahora mismo, volviendo a dirigir en la B en Temuco, siento que sigo aprendiendo”.
Salas profundiza y dice que, junto con evolucionar, también tiene ganas de aportar y por eso no elude la oportunidad de dar opiniones y proponer soluciones.
-¿Estamos en el momento más bajo del fútbol chileno, al menos del siglo XXI?
Yo diría que esa visión hay que matizarla. Porque junto a todo lo malo que se puede observar, también hay cosas buenas...
-Dígalas porque, la verdad, no se notan mucho.
En términos de infraestructura, es evidente. La gran mayoría de los clubes tiene buenas canchas de entrenamiento, complejos propios y no municipales como era antes, y existe un nivel de profesionalización en todos los estamentos que es evidente.
-¿En serio hoy el medio es más profesionalizado?
Claro. Los futbolistas, los entrenadores, ustedes (los periodistas) están mucho mejor preparados que hace 20 años. La tecnología ha sido un elemento relevante en eso. Yo, como entrenador, hoy en mi laptop o en mi teléfono móvil no sólo puedo ver todos los partidos que quiera, sino que si bajo y pago una aplicación, puedo ver los entrenamientos de Guardiola, de Simeone o de Ancelotti. Además, los cuerpos técnicos de todas las divisiones cuentan con nutricionistas, sicólogos, kinesiólogos, videístas. Es un mundo diferente a la época en que yo jugaba. Hoy el futbolista chileno tiene las herramientas para crecer.
-Usted mencionó a todos los estamentos en este proceso de mayor profesionalización y no nombró a la clase dirigencial. ¿Es la pata coja?
En este proceso, los dirigentes o dueños de clubes han tenido participación, sin duda, pero claro, si hablamos ahora de las cosas malas o de la crisis que uno siente que se está viviendo, está el aspecto organizacional. El nivel en eso es muy bajo.
El hincha, fuera de la ecuación
-¿Cuál es aspecto crítico de lo organizacional, según su visión? ¿Tiene que ver con la transformación de los clubes en Sociedades Anónimas Deportivas?
Yo creo que esa transformación ha servido en un aspecto: ordenar el tema del pago de los sueldos, de las imposiciones y seguros de salud. Yo cuando me retiré, recibí un bono miserable y eso que jugué en clubes grandes. En eso creo que hay que aplaudir que haya sociedades anónimas.
-Pero, ¿no le parece que siendo ahora empresarios los que manejan los clubes, el fútbol se ha convertido en una instancia más dentro de la lógica del sistema capitalista que nos rige en Chile?
Exactamente. Ahí está el punto de conflicto. Esta transformación tiene como gran talón de Aquiles que ha convertido a los clubes en empresas para los intereses de lucro de los accionistas y ha relegado a los hinchas, que deben ser parte de la ecuación. Los empresarios que hoy están a cargo de los clubes, no parecen entender que los clubes tienen entidades históricas y sólo se han metido porque les parece que no es un mal negocio.
-¿Y es el fútbol chileno un buen negocio?
En esencia debería serlo, pero hoy no lo es.
-¿Por qué?
Porque se quiere obtener ganancias en forma rápida. Y en el fútbol, para hacer buenos negocios, hay que invertir a mediano y largo plazo.
-¿No pasa eso hoy? ¿No existe ese deseo de invertir?
En muchas instituciones eso es claro. La plata que les da la televisión deja satisfecho a muchos y no se invierte en el trabajo de divisiones menores, en seguridad, en definitiva, en darle mayor nivel al producto con un plan estratégico con metas y plazos. Ahí estamos trabados.
-¿Y cómo obligar o, al menos, impulsar a salir de esta inacción?
Creo que ese rol lo debe cumplir quien lidera la organización, la ANFP.
-Pero Pablo Milad, el presidente, es un mandante de Consejo de Presidentes, que componen los mismos dueños de los clubes…
Yo he escuchado siempre eso de que es sólo mandante, pero yo me pregunto: ¿eso hace que el presidente de la ANFP no tenga herramientas para proponer y liderar? ¿Ser presidente no representa más que cumplir lo que le diga el Consejo de Presidentes? ¿No tiene independencia? Esa es mi duda.
-¿Qué iniciativas debería liderar, según usted, el directorio de la ANFP?
Tiene que dar soluciones a que, por ejemplo, Universidad Católica, uno de sus socios, tenga estadio para jugar mientras reconstruye el suyo. Ser el que se coordine de verdad con Estadio Seguro, con el Gobierno y con Carabineros para que pueda jugarse un partido. Que, en definitiva, sea el cuidador de la liga profesional que es su principal activo. Yo hoy no veo a nadie de la ANFP haciendo estudios serios, por ejemplo, del sistema de campeonatos. ¿Hay un especialista en el tema? ¿Han llamado a otros especialistas o al Sifup y el Colegio de Técnicos para dar su opinión? Yo, al menos, no he sabido de nada de eso.
Modelo estilo colombiano
-¿Usted cree que hay que cambiar el sistema de campeonatos?
Creo que es urgente evaluar y tomar decisiones, en especial en el torneo de Primera División.
-¿Por qué?
A mí modo de ver, el torneo largo de 30 fechas con 16 equipos en Primera ya no resultó. No podemos tener a nuestros equipos de Primera jugando 30 partidos al año. Hay que jugar más.
-¿Le gustaba más el modelo de los dos torneos cortos con playoffs?
Sí, claro. Pero más que ese modelo, me gusta mucho el que se aplica en Colombia y que se juega con 20 equipos en dos torneos de 19 fechas al año (Apertura y Finalización) donde, en cada uno, se clasifican los ocho mejores y se reparten en dos cuadrangulares donde se juegan partidos de ida y vuelta. Los ganadores de cada cuadrangular luego disputan la final del torneo en partidos de ida y vuelta. O sea, los dos equipos que juegan la final, sólo en un semestre, juegan 27 partidos.
-¿Por qué es tan esencial que se juegue tanto más?
Porque si no generamos competitividad en nuestra liga, el fútbol chileno seguirá estancado. Y la mayor competitividad no sólo tiene que ver con jugar más, sino que por equilibrar más a los competidores.
-¿Cómo se logra eso?
Ahí es donde tienen mucho que decir los dueños de los clubes. Y en eso, hoy, los de la Primera B lo han entendido mucho mejor que los de la Liga de Primera. El torneo de la B está comenzando con, al menos, ocho equipos que de verdad aspiran a conseguir los dos cupos para subir a fin de año y que han invertido en formar planteles con ese objetivo. Es decir, hay ocho candidatos al título. ¿Cuántos hay en la Liga de Primera? Los tres de siempre y alguno que se meta, como lo hicieron Huachipato y Cobresal hace dos años. No hay mucha competencia más que entre los grandes, como pasó el año pasado con Colo Colo y la U.
-El bajo nivel, ¿tiene que ver también con la calidad de los jugadores y entrenadores extranjeros que llegan a los clubes?
Claro. La cantidad de jugadores extranjeros es excesiva. No hay filtro y un porcentaje mínimo termina justificando su llegada.
-Pero tampoco hay recambio nacional. Se ha intentado exigiendo minutos de jugadores Sub 21 y pareciera que no ha tenido grandes efectos…
Y no los tendrá mientras el foco no sea el que corresponde: invertir más y mejor en las divisiones menores. A mí no me gusta la regla del Sub 21 porque no ha provocado nada. Sólo los grandes y algunos clubes más, como O’Higgins, Palestino y Huachipato, trabajan con un plan. El resto de los clubes no capta ni forma. No les interesa y no saben el costo que pagarán en el futuro: ya no habrá identificación con el club.
-En el caso de los entrenadores extranjeros, muchos parecen venir a hacer la práctica o a ponerse en vitrina...
Así es. Eso hay que cambiarlo ya poniendo mayores filtros.
-¿Qué hay que hacer?
La simple convalidación ya no sirve. Yo pondría como exigencia que para dirigir en Chile, un entrenador extranjero acredite haber dirigido al menos cinco o seis años a equipos de la misma división que viene a dirigir acá. Terminemos con eso de las puertas abiertas para todos.