- “Es que estamos en un momento crítico. Hemos involucionado en los últimos años al punto que hoy ni siquiera sabemos cuándo se juega, o si derechamente se juega. No hay trabajo serio y profundo en las divisiones menores”.
- “Soy de la idea de que haya una división Sub 20 y que la Segunda División profesional sea Sub 23 (...) El Sifup vela por sus intereses y está bien. Pero yo lo veo desde el punto de vista técnico”.
Miguel Ramírez (54) tiene currículum de futbolista de elite en el balompié criollo. Se formó, jugó y ganó en Colo Colo la Copa Libertadores 1991, se fue a España fichado por Real Sociedad y luego a México, contratado por Monterrey. Volvió a Chile para ser el líder y capitán de Universidad Católica, y luego retornar al cuadro albo para finalizar su carrera (etapa donde convirtió uno de los goles más espectaculares de la historia del torneo chileno).
Como seleccionado, defendió a Chile en cinco versiones de la Copa América, en clasificatorias y en el Mundial de Francia 1998. Tras ello, Ramírez comenzó su carrera como DT en las inferiores de la UC y, en 2011, Claudio Borghi, seleccionador nacional en ese momento, lo designó a cargo de la Roja Sub 17, aunque nunca debutó en partidos oficiales porque dejó el cargo tras ser cesado Borghi en el suyo.
Pero Ramírez siguió escribiendo capítulos en su carrera, primero como ayudante de Jaime Vera en Iquique y Antofagasta, y luego como entrenador titular en San Luis, Santiago Wanderers, O’Higgins y Universidad de Concepción, antes de retornar a Iquique donde hoy es el DT que clasificó al cuadro nortino a la fase inicial de la Copa Libertadores.
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Ramírez tiene experiencia y, más que eso, ha desarrollado el análisis crítico, lo que lo lleva a sentenciar que el fútbol chileno vive hoy una crisis y que, por ello, “el gobierno debe intervenir la actividad. Es algo inevitable”.
-¿Tan mal está hoy el fútbol chileno que debe ser intervenido?
Es que estamos en un momento crítico. Hemos involucionado en los últimos años al punto que hoy ni siquiera sabemos cuándo se juega, o si derechamente se juega. Estuvimos semanas con una amenaza de paro. No hay trabajo serio y profundo en las divisiones menores. Se quiere imponer mediante reglamento que en los primeros equipos jueguen chicos que ni siquiera tienen el nivel para eso. Se abre el mercado para que lleguen entrenadores y jugadores extranjeros, sin filtro alguno. Existe multipropiedad de clubes. Los representantes imponen quiénes y cómo se debe trabajar. Todo eso hace que estemos en crisis. No es lógico lo que está pasando.
-Vamos por parte. Hace algunos años se abogaba por la conversión de los clubes en sociedades anónimas deportivas y el gobierno de Ricardo Lagos impulsó la ley respectiva. ¿Fue una solución o es un fracaso?
Depende de cómo se vea. Lo positivo de la ley de sociedades anónimas deportivas es que se logró que, salvo excepciones, hoy todos los futbolistas cobren su sueldo mes a mes y se les paguen las imposiciones, algo que no acontecía en mi época de futbolista. Pero lo negativo, a mi modo de ver, es que esta forma de propiedad de los clubes ha hecho que se pierda el sentido de pertenencia”.
-¿Y en qué afecta eso a un club?
Que ya no existe de parte de los dueños de los clubes -que en varios casos, son también dueños de más de uno- más incentivo que lograr rentabilizar sus inversiones. No les interesa velar por la identificación del hincha con su institución y eso, a la larga, va creando un distanciamiento con los que son el alma del club.
-¿Todos los dueños de los clubes son iguales?
“Por cierto que no, y hablaré desde mi propia experiencia. Yo hoy estoy en Iquique donde una familia -los Rossi- aún tienen amor por la camiseta y hacen inversiones pensando en el engrandecimiento institucional. De hecho, hoy están construyendo un estadio para las series menores y femenino. También en O’Higgins la familia Abumohor tiene esa meta de tener conexión con los hinchas. Pero yo estuve en San Luis, Santiago Wanderers y Universidad de Concepción, y cuando esos tres clubes fueron vendidos a empresarios, en algunos casos, extranjeros, le aseguro que cambiaron su rostro y se convirtieron en empresas sólo preocupadas de rentabilizar.
El objetivo de los técnicos de inferiores
-Este deseo de sólo rentabilizar y hacer el negocio rápido se nota cuando se ve lo poco que se invierte en las divisiones menores hoy…
Claro, de hecho, hoy con la famosa y creo yo, equívoca regla de los Sub 21, a los dueños de los clubes les sale más a cuenta buscar préstamo de futbolistas de esa edad, que poner plata para formar sus propios jugadores.
-¿Por qué usted dice que la regla de los Sub 21 es ‘equívoca’?
Porque obliga a poner jugadores en los primeros equipos siendo que muchos de ellos no están preparados para eso. Fíjese usted que el gran porcentaje de jugadores Sub 21 que en un año juegan para cumplir la regla, al siguiente año, cuando ya no están en edad para ello, desaparecen o juegan muy poco. Eso demuestra que la regla no sirvió para el supuesto propósito para la cual fue creada, es decir, aumentar el caudal de futbolistas y provocar el recambio generacional.
-Entonces, ¿qué propone usted?
“Primero, que el recambio se dé en forma natural, por rendimiento, como era antes. Debe haber un proceso más selectivo en las divisiones menores. Yo no quiero ponerme como ejemplo, pero la realidad es que yo debuté súper joven en Colo Colo, porque Arturo Salah pensó que estaba listo para jugar y tenía 18 años. Segundo, que se haga exactamente lo contrario a lo que se hace hoy: aumentar el número de partidos a jugarse en todas las divisiones. Soy incluso de la idea de que, como el futbolista chileno objetivamente madura tarde, haya una división Sub 20 y que la Segunda División profesional sea Sub 23”.
-¿En serio? Eso último atenta contra lo que piensa el Sifup y que originó la amenaza de paro…
El Sifup vela por sus intereses y está bien. Pero yo lo veo desde el punto de vista técnico y quizás esto se pueda hacer gradualmente para que no sea un perjuicio para los jugadores mayores de esa edad que hoy están en clubes de esa división. Pero creo que es esencial ese cambio porque un torneo Sub 23 sería la última oportunidad para que un futbolista demuestre si está capacitado para jugar profesionalmente. O ver a qué puede aspirar. Muchos chicos que parecen cracks a los 17 años, no llegan porque el profesionalismo impone cosas que no todos están capacitados para enfrentar. Y hasta los 23 años es una buena edad para que un joven se dé cuenta si puede ser futbolista o le conviene estudiar o hacer otra cosa.
-Pocas veces se habla de la calidad y preparación de los entrenadores que trabajan en las divisiones menores. ¿Es buena o mala? ¿El INAF los forma bien a ellos?
“La formación que da el INAF da herramientas, pero lo importante es cómo uno las usa y, fundamentalmente, con qué objetivos. En todos los clubes que he dirigido he tenido la suerte de conocer entrenadores súper comprometidos con el trabajo de las divisiones menores. Pero para ser franco, yo siento que el 90 por ciento de los DT que están en alguna división lo que sueñan es dirigir el primer equipo. Entonces, más que especialistas, lo que hay es entrenadores buscando currículum para trabajar en el ámbito profesional”.