- “Yo quería ganar, jugar bien y ganar, ganar. A mí no me importa estar en París, si yo no gano en París o acá en Madrid y no gano. A mí me importaba Calama, ahora Calama es París a comparación a cuando yo jugaba..."
- “El “Mocho” Gómez, jugaba en una pierna porque lo habían operado, pero parecía mejor que Perfumo o que Elías Figueroa. Gómez es de los mejores centrales con los que jugué“.
El 29 de junio de 1986 alcanzó la gloria en el estadio Azteca de México con la camiseta argentina. Con el número 21 ingresó en el minuto 90 del partido en lugar de Jorge Burruchaga. Carlos Bilardo lo lanza a la cancha para tratar de sostener los embates de Alemania. En la única pelota que recibe en esa final, la baja con el pecho y de taco deja mano a mano a Héctor Enrique con Harald Schumacher. Un sello de su juego. Dos minutos después, Arpi Filho marca el final del partido y Marcelo Trobbiani levanta los brazos al cielo para festejar la segunda estrella albiceleste. Sólo pasaron dos años después de aquella gesta. Sí, sólo dos años. Y “Mandrake” se calzaba la 10 de Cobreloa y llegaba a Calama para jugar el torneo chileno. Atrás había quedado esa medalla colgada en el pecho y empezaba una aventura distinta en el desierto.
Pero después de 932 días desde aquella gesta en tierras mexicanas, el mismo Marcelo Trobbiani levantaba la copa del campeonato nacional con el 1-0 ante Colo Colo, en el antiguo Zorros del Desierto. Hoy, con 69 años en el cuerpo, ya sin ese pelo largo característico de los 80, el mismo Trobbiani abre las puertas de sus recuerdos en la ciudad española de Elche para recordar aquellos años y, parafraseando al tango “Melodía de Arrabal” hacerle “piantar un lagrimón” a muchos futboleros.
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- Marcelo, ¿te acuerdas cuando llegaste a Cobreloa?
- Sí, ¿cómo no me voy a acordar? Llegué en el ’88 a Calama, al glorioso Cobreloa. Hace poco se cumplieron años de la fundación del club. Me acuerdo cómo se llenaban los estadios y había grandes jugadores. En esa época, estaban Colo Colo, Católica, Universidad de Chile. Bueno, y Cobresal, con los que peleamos el campeonato palmo a palmo y tenían grandes jugadores, muy buenos.
- Es extraña su llegada, teniendo en cuenta que hacía dos años había sido campeón del mundo. Eso es algo impensado hoy, es como si actualmente llegara al fútbol chileno un jugador que entró en la final de Qatar, como (Leandro ) Paredes o (Paulo) Dybala.
Hoy en el fútbol chileno es algo imposible. Lo que pasa que se dio así porque yo estaba en Estudiantes de La Plata. Bueno, me voy libre de Estudiantes y no tenía equipo. En ese momento surgió la posibilidad de ir a Cobreloa. Yo había leído todo, que había llegado a dos finales de América, que estaba en altura y bueno, me convenció la propuesta y la verdad que quiero mucho a esa gente, a los mineros. Tengo un gran respeto hacia ellos y ellos me respetan a mí. Y bueno, me fue muy bien en un año y medio. Y yo quería quedarme más, pero surgieron problemas con la directiva y no pude quedarme otro año y me tuve que ir a Barcelona de Ecuador.
- ¿Y qué le habían dicho de Calama, de jugar en altitud? Porque claramente a los argentinos les cuesta mucho más el tema de la altitud.
Sí, lo que pasa es que yo ya había jugado en Calama con Estudiantes. Le ganamos en La Plata, pero en Calama perdimos 4 a 1 y nuestro arquero fue figura: (Carlos) Bertero, que después lo contrató Cobreloa. Me acuerdo que estábamos en la sombra y hacía frío, íbamos al sol y hacía calor. Parecía que corríamos diez metros y estábamos bien. Pero, después nos encajaron cuatro y nos podrían haber metido ocho. Se nos secaba la garganta, porque es el desierto más árido del mundo. Yo creo que no es tanto la altura, como la sequedad del desierto, ¿viste? Además, me habían hablado de que tenía un gran equipo. Yo tenía unos compañeros que, de los 11 eran ocho o diez de Selección de Chile: estaban el “Ligua” Puebla, Mario Osbén, “Toti” Tabilo, el “Mocho” Gómez, Armando Alarcón, Claudio Tello, que en paz descanse, el “Chicho García”, el “Pindinga” Muñoz, que era una bala, el 11 era “Juancito” Covarrubias y el 9…
- Juan González.
Sí, sí, el “Diablo”. El “Diablito” que hizo el gol del título. Eran jugadorazos. Eran espectaculares. De selección.
El título ante Colo Colo
- ¿De qué partido especial se acuerda?
Y bueno, me acuerdo de los clásicos, pero especialmente del último, en nuestra cancha contra Colo Colo, porque Cobresal nos seguía los pasos y teníamos que ganar sí o sí. Un error de ellos, alguien la tiró para atrás. No me acuerdo de quién se equivoca. Y bueno, la agarró el “Diablo” y la metió. Ese fue el más importante, porque nos dio el campeonato.
- ¿Y algún gol en especial?
Hice varios goles, pero del que me acuerdo es uno en la Copa Libertadores, a Daniel Morón. Fue una volea infernal, la paré con el pecho después de un centro que me tiró “Pindinga” y yo le pegué de volea, que de 100 tiros, se van 99 afuera en altura, pero ese se clavó en el ángulo. Lo veo y lo repito muchas veces ese gol.
- Hay dos detalles muy importantes en la campaña. Uno es que de local estuvieron invictos, salvo un empate con Iquique, y lo otro es que ganaron por primera vez a Colo Colo de visitante.
Efectivamente. El partido con Iquique íbamos perdiendo 3 a 1 y los dimos vuelta. Bueno, no alcanzamos, pero lo empatamos. Ese día hice un gol de afuera del área, de unos 30 metros. Y a Colo Colo también le ganamos, de visitante. Y, después, también jugamos en la Copa Libertadores, que nos tocó justo en la zona de Colo Colo y los dos paraguayos. Pero eso fue un desastre. Nosotros empatamos con Colo Colo y en el partido entre ellos, se cortó la luz. Y estuvo parado una hora y después, para que clasificaran los dos y no Colo Colo, tenía que terminar 5 a 4. ¿Cómo se llamaba el rival de Olimpia?
- Sol de América.
Eso, no me acordaba bien. Sol de América, sí. Y clasificaron con Olimpia.
- ¿Cómo era su relación con el entrenador, el Chueco Hermosilla?
Un crack. Un crack. No era muy táctico, pero te daba una moral espectacular y una confianza sensacional. Y la verdad que fue un crack. Yo tuve grandes entrenadores ahí en Calama, los dos hermanos Prieto: Nacho y don Andrés. La verdad que Miguel fue un crack para mí. Cuando yo llegué, me dijo que iba a esperar 20 días para jugar, pero me necesitaba y tuve que jugar. Me ahogaba como loco. Entré con O’Higgins, hice un gol. Pero bueno, igual me caía y me ahogaba.
- ¿Qué recuerdos tiene de esa época con sus compañeros y con el cuerpo técnico?
Sí, muchos. Nosotros comíamos, en el restorán, con los compañeros, porque mi señora estaba con mi hijo en Buenos Aires. Después, ya vino conmigo, pero había un comedor donde comíamos todos. Jugábamos a las cartas y la pasábamos muy bien. Me acuerdo de Mario Osbén, que en paz descanse también, que fue un arquero sensacional. Y bueno, recuerdo que jugábamos en la tarde, porque coincidía con el cambio de turno de los mineros, entre las tres y las cuatro, justo para que pudieran llegar al estadio los que salían de la mina.
- ¿Cuál fue el compañero que más le sorprendió cuando llegó a entrenar?
Bueno, la verdad que todos. Pero el “Mocho” Gómez jugaba en una pierna porque lo habían operado, parecía mejor que Perfumo o que Elías Figueroa. “Mocho” Gómez es de los mejores centrales con los que jugué. Después estaba “Toti” Tabilo, que era como el “Negro” Hugo Ibarra, de Boca. Estaba “El Ligua” Puebla, que era el “siete pulmones”, corría como un loco. Después, el que me sorprendió mucho, aparte de ellos, era Armando Alarcón, porque no preguntaban por mí, preguntaban por Armando, porque te daba una rosca infernal en el mediocampo. El otro que me impresionó mucho por mi estilo de juego, era Juan Covarrubias, un zurdo espectacular, que lo ponían como extremo izquierdo, pero era el cuatro volante. Porque jugaba Armando (Alarcón) de “6”; “Chicho” García, que era mixto; yo más “10” y “Juancito” Covarrubias, como cuarto volante. Adelante, el “Diablo” González y por la derecha, “Pindinga”, que era el puntero derecho o un extremo, como le dicen ahora.
- ¿En otra palabras, Covarrubias le hacía su trabajo?
Exactamente. Sí, sí (se ríe). Juan, sí. Corría por todos nosotros. Pero, aparte jugaba bien, hacía goles y te hacía hacer goles. La verdad que era un jugadorazo.
- Gómez estuvo lesionado una buena parte del torneo.
Sí, y jugaba Armando (Alarcón) atrás. ¿Te das cuenta? La ventaja que daba el “Mocho” Gómez. Pero tenía todo, salía jugando y nunca se ponía nervioso. Bueno, era un equipo que tenía complemento. Entre el “Mocho” y el otro, Claudio Tello, que marcaba más y no sabía tanto con la pelota. Después, teníamos dos laterales: uno era Clemente Rodríguez de Boca, para hacer una similitud, porque “El Ligua” era profundo. El otro era de gambetear más, enganchaba y salía, que era Tabilo. A esos compañeros los llevo en el alma, porque aparte me dieron su amistad, todo. Yo fui a Calama, cuando inauguraron el estadio y, la verdad, siempre quiero volver por la gente. ¿Viste los mineros son la mayor riqueza de Chile, no? El 80% de la riqueza de Chile está ahí.
Sus duelos con Pizarro y Lepe
- ¿Algún duelo especial con algún rival?
Sí, sí, bueno, había buenos jugadores. Marcelo Barticciotto en Colo Colo. Creo que Iván Zamorano, estaba en Cobresal y después estaba Cobresal, que tenía un puntero izquierdo goleador (Rubén Martínez). Pero el duelo era con Jaime Pizarro, que no era el típico volante recuperador. ¿Viste que ahora ponen “6” que juegan? La mayoría juega, como (Sergio) Busquets. Pero bueno, los mayores duelos eran con Pizarro en esa época. También los de Cobresal, después la Católica tenía al Coke Contreras.
- Pero por su posición, en Católica era más el duelo con Mario Lepe.
Si, tenés razón, con Lepe eran unos duelos tremendos, Pero bueno, Cobreloa cumplió 48 años y tiene siete títulos. Ojo. Y ahora está mal, pero en esa época tenía un presidente excepcional: el doctor (Sergio) Stoppel.
- Ustedes ganaron el cuarto título.
La cuarta estrella, la del 88. Y bueno, yo creo que si yo me quedaba, Cobreloa podía haber salido campeón de América, cosa que estuvo cerca dos veces: contra Peñarol, porque no jugó en Calama por no poner tribunas, y después, la perdió contra Flamengo.
- ¿Por qué dice que si se quedaba podían ganar la Copa Libertadores?
Porque llegó el momento cuando faltaba un mes para terminar el campeonato. Voy con el presidente. Ya no era más doctor Stoppel. Cortés, me parece. Empezaron a especular. Yo quería seguir en Cobreloa, porque ya estaba adaptado y podía llegar a ganar. Ese año, nos eliminó Danubio, en cuartos de final, con el “Polillita” Da Silva. Yo tenía la certeza y la convicción de que podíamos ganar la Copa Libertadores. Pero no se dio porque el último partido, me estuvieron especulando. Si entraba a la Copa Libertadores, me daban un dinero, y si no, no me daban eso. Me tuvieron un mes así y vino Barcelona de Ecuador y me fui. Pero yo quería seguir en Cobreloa. Estaba contento, estaba bien. A mí lo que me importaba era el juego, el deporte, el fútbol. Yo quería ganar, jugar bien y ganar, ganar. A mí no me importa estar en París, si yo no gano en París o acá en Madrid y no gano. A mí me importaba Calama, ahora Calama es París a comparación a cuando yo jugaba (se sonríe). Ahora tienen hoteles, casinos… tiene todo, que en mi época no era así. Pero bueno, éramos felices jugando.
- Además, tuvo el problema con Hernán Silva.
¿Hernán Silva? Ah, el árbitro. Si, ya en el último partido. Lo que pasa que estábamos jugando la liguilla. Yo ya había arreglado con Barcelona, pero quería dejar a Cobreloa en la Libertadores. Estaban los dos hermanos Prieto, Ignacio y Andrés, uno en cada equipo. Era un partido de desempate, que el que ganaba iba a la Libertadores y bueno, Hernán Silva nos puso nerviosos a todo el mundo. Estaba cobrando mal e íbamos perdiendo. Después, empatamos y el “Coke” Contreras hace otro gol. Era partido parejo, muy lindo porque jugaba muy bien Católica. Ahí yo que medio lo toqué a Silva, le tiré un una cachetada, ¿viste? Y bueno, me suspendieron siete partidos, que yo no los pude jugar en el campeonato local de Ecuador.
- Ahí se fue a Ecuador. Y al final lo que decía de salir campeón de la Copa Libertadores, al año siguiente pegó en el palo con Barcelona.
Fue espectacular. Pegué en el palo. Ahora te das cuenta que nosotros hicimos un gol legal. Le meto un pase al 9 (Manuel Uquillas), hace el gol y bueno, lo anulan. Perdimos 2-0 en Asunción contra Olimpia y después en Guayaquil, íbamos ganando 1 a 0 con gol mío y fallamos un penal porque Almeyda, el arquero paraguayo que ahora está de entrenador en Mushuc Runa, casi se le tiró a los pies del “Loco” Acosta. Se adelantó cinco metros... y era todo así. Aparte eran todos paraguayos en la Conmebol, todo el entorno, que fueron muchos presos después. Merecimos ganar la Libertadores, pero bueno, yo digo que hoy pegamos en el palo y, después, me viene a buscar un señor Vergara, de Colo Colo.
- Jorge Vergara, dirigente.
Sí señor, y me quiso llevar a Colo Colo. ¿Colo Colo salió campeón en el 91, no?
- Claro. Y bueno, ¿ahí lo vienen a buscar y qué pasó?
Sí, me llamaron todo y cómo me atendieron también ahí, en Ecuador. Era Isidro Romero Carbo, el presidente mío en Barcelona, muy bueno, hay pocos como él ahora. Entonces, me habló Vergara. Y bueno, no quise ir y porque estaba bien en Ecuador y me arreglaron enseguida. Igual, yo me hubiera retirado en Cobreloa porque yo, futbolísticamente, me encontraba a gusto en Calama.
- Marcelo, ¿y llegó a hablar con Mirko Jozic?
No, creo que no, porque corté enseguida, ¿viste? Le agradecí a la gente, pero corté porque no quería extenderlo. Y la verdad que, bueno, yo había hecho una Copa Libertadores extraordinaria con Barcelona. Llegué a la final y, bueno, lo corté ahí. Para no extenderme, no dar ilusiones. Yo estaba bien en el Barcelona y decidí quedarme ahí en Ecuador.
Su vida en España
- ¿Por qué vive en Elche?
Bueno, me vine a vivir a Elche en el 2000. Yo vivía en Argentina, en Castelar. Me robaron como tres veces. Entonces tenía que elegir un lugar. Le digo a mi señora: ‘Yo me voy’. Porque la habían asaltado a ella con mi hijo, a mí. La diferencia es que antes no te mataban, ahora sí. Entonces en esa época le dije a mi mujer que me gustaba Elche, está la playa a diez minutos, tengo Benidorm. Además, me gusta España, tengo amigos acá y jugué cinco o seis años acá. A mi señora le gustó y nos vinimos los dos, con mi hijo. Me quedé a vivir.
- En Elche juega Matías Dituro, que acá fue mucho tiempo el arquero de Católica.
Para mí es un buen arquero, atajó muy bien. Con los pies juega espectacular, espectacular. Por ahí arriesga demasiado. Acá en España el fútbol se saca la jugada de atrás y por ahí te comete una macana infernal, porque tiene que ser inteligente. Si no puede sacarla jugando, bueno, busca al punta, tira un pelotazo. A mí me gusta jugar, pero no siempre es así. Claro, la jugaba Guardiola, con el Barca ese que no se va a repetir. Pero acá todos quieren salir jugando. Igual uno o dos goles se comen en algunas de esas. Pero juega muy bien, muy bien. Y la verdad que es un gran arquero. Y con la pelota es mejor que un defensor, te hace unos pases impresionantes entre líneas.
- Lo veo con la camiseta de Cobreloa (dio la entrevista vistiendo la camiseta del club). ¿Le quedan recuerdos de camisetas de su época?
No, no, tendría muchas más. Me gustaba regalar mucho. Mi señora me paraba. Me quería matar. Bueno, nació mi hijo y para él y para ella, se las daba de regalos. Pero bueno, tengo la del (Argentina) ’86, tengo la de Cobreloa, cuando salimos campeones. Es como la de Holanda, la verdadera. Los números son hermosos, son como de terciopelo. Y conservo la del campeonato mundial. La de Estudiantes de La Plata, la de Boca Juniors. La de la final de Barcelona.
- ¿La medalla al ’86 la conserva?
Sí, sí, eso lo tengo. Esa la tengo bajo cinco llaves. El valor sentimental es espectacular.
Y se despide con esa frase, donde habla del valor sentimental. Quizás lo mismo que sintieron los mineros en Calama cuando salían del turno e iban a ver al “10”. A ese “Mandrake” que le dio la alegría de la cuarta estrella en enero de 1989. Y justo frente a Colo Colo y, encima, dejando atrás a Cobresal. Otros tiempos, dirán algunos más pragmáticos. Pero, como dice el mismo Trobbiani: “el valor sentimental” de sus gambetas, sus pases y sus goles siempre quedarán en la memoria del futbolero de Calama y de Chile.