El evento más mediático del boxeo en 2024 fue la “pelea” entre Mike Tyson y el YouTuber Jake Paul, un evento que tuvo más de espectáculo que de deporte. Pese a las críticas por el regreso al ring de Iron Mike a los 58 años, la velada en Dallas fue un éxito comercial total, con mucha publicidad y enormes ingresos para los organizadores y los púgiles.
Sin embargo, el gran combate del año se registró a miles de kilómetros de distancia, en Arabia Saudita. El 21 de diciembre, el Kingdom Arena de Riyadh vio el enfrentamiento de los dos postulantes para ungirse como el Rey de los Pesos Pesados. El mote, que existe desde fines del siglo 19 y que durante décadas no tuvo dueño, quedó en muy buenas manos, aunque es probable que un alto número de aficionados nunca haya escuchado hablar del nuevo monarca: Oleksandr Usyk.
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El ucraniano, un verdadero prodigio del tinglado, se ha adueñado de la máxima categoría del boxeo, pese a dar mucha ventaja en cuanto a kilaje y tamaño... y a la poca atención de occidente.
El rey indiscutido de los pesos pesados
No son pocos los que están empezando a considerar a Usyk como el mejor peso pesado de la historia o, al menos, el primero que se puede sentar en la misma mesa de Muhammad Alí. De hecho, es el primero que logró apoderarse de los cuatro cinturones que existen.
El boxeo, con todos sus problemas de organización y distintas asociaciones, hoy cuenta con cuatro títulos paralelos, según la entidad del que provenga: la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), el Consejo Mundial de Boxeo (CMB), la Organización Mundial de Boxeo (OMB) y la Organización Internacional de Boxeo (OIB).
Hasta el año pasado, nadie se había apoderado de al menos tres de estos cinturones, desde el retiro de Lennox Lewis en 2004. Pero Usyk llegó para ordenar la casa, aunque era probablemente el que menos chances parecía tener.
A fin de cuentas, “El Gato” ha hecho algo que muy pocos han conseguido: subir desde categorías menores para enfrentarse a los gigantes de los 91 kilogramos... y derrotarlos.
De hecho, su reinado como Campeón Indiscutido comenzó en mayo, cuando venció a Tyson Fury, el Rey Gitano, que hasta entonces se mantenía invicto. En diciembre volvió a superarlo -ambas por decisión dividida- y así se consolidó como el monarca indiscutido. Antes, ya había despachado a la otra gran figura internacional del boxeo británico, Anthony Joshua, al que también derrotó dos veces.
Y ahí es donde surge la primera gran incoherencia del caso Usyk. Todos los pronósticos apuntan a que el gran combate del año en los pesos pesados, en cuanto a interés del público y millones que podría involucrar, es la postergada pelea de Fury y Joshua, que lleva casi una década sin poder organizarse. Pero el ucraniano, pese a vencerlos a ambos, no tiene un rival aparente para 2025 y, probablemente, no será protagonista de la Pelea del Año, a menos que vaya como asistente para tratar de recordarles a todos quién es el verdadero rey de la máxima categoría.
Un “pequeño” en tierra de gigantes
Oleksandr Oleksandrovych Usyk nació en 1987 en Simferopol, en la Ucrania soviética que se preparaba para ser independiente. Hasta los 15 años, su gran pasión era el fútbol, un deporte que por cierto sigue disfrutando. Pero sus entrenadores le vieron más pasta para el boxeo y se calzó los guantes en 2002, a una edad que parecía demasiado tardía como para tener gran éxito.
Pero desde entonces se empezó a acostumbrar a romper con las normas. Ya en 2006 era uno de los mejores boxeadores de Europa, mientras se movía entre el peso ligero y semi-ligero. Finalmente, su salto a la fama llegó en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, justo una década después de elegir el ring por sobre la cancha de fútbol. En la cita de los cinco anillos, ganó la medalla de oro de los pesos pesados, retirándose del amateurismo con un impresionante registro de 335-15.
Ya como profesional, mientras su compatriota Wladimir Klitschko reinaba la máxima categoría (tal como le pasaría luego a él, relativamente ignorado por occidente) empezó a dominar en los pesos menores, comenzando su colección de cinturones. Así, en 2018 se transformó en el monarca indiscutido de los cruceros, en apenas su decimoquinta pelea en la categoría.
Sin mayores desafíos, decidió dar el salto y apostar por la máxima división, pero eran muchos los que lo consideraban como un error. A fin de cuentas, con “apenas” 1.91 metros de altura, daría mucha ventaja en cuanto a tamaño y peso, considerando que los principales protagonistas en ese momento estaban todos por sobre o rondando los dos metros de estatura. Es más, tanto Fury como Joshua lo superaban por más de diez kilos y diez centímetros de alcance al momento de enfrentarse, lo que hacía que los pronósticos no estuvieran a su favor.
PESO | ALTURA | ALCANCE | |
---|---|---|---|
OLEKSANDR USYK | 100 kilos | 1.91 metros | 198 centímetros |
ANTHONY JOSHUA | 111 kilos | 1.98 metros | 208 centímetros |
TYSON FURY | 119 kilos | 2.06 metros | 216 centímetros |
Una vez más, Usyk demostró que los análisis convencionales no funcionaban con él. Aunque no los noqueó, los dos británicos no pudieron hacer imperar su ventaja física y se terminaron inclinando ante él, que empleó una estrategia que muchos habían intentado pero pocos habían logrado con éxito: atacar con el jab y meter presión constante, aunque eso lo expusiera a la potencia de su oponente.
Tras sus cuatro triunfos sobre los luchadores más exitosos y marketeables de la última década, ya no había dudas. “Usyk es el mejor peso pesado de su generación, el más grande en la división del glamour desde que Lennox Lewis se retiró, y uno de los más grandes de todos los tiempos”, sentenció ESPN, luego de vencer nuevamente a Fury, quien así perdió su derecho a exigirle una revancha.
Pese a que sería un combate que definiría a los pesos pesados por los próximos años, un millón y medio de personas se inscribieron para ver por TV por pago (PPV). Una cantidad minúscula comparada con los 108 millones de espectadores que tuvo el Tyson vs Paul, y a los que probablemente querrían sintonizar el esperado Fury vs Joshua, pese a que ahora ninguno tiene un cinturón que exhibir.
Peleando por Ucrania, dentro y fuera del ring
Algo que marcó los combates de Usyk contra las estrellas británicas, fue que ocurrieron en el contexto de la invasión de Rusia a Ucrania. De hecho, se ha enfrentado al régimen de Vladimir Putin desde que comenzó a hacerse famoso.
Cuando en 2014 el Kremlin se anexó Crimea -la región donde nació- dejó claro que sin importar las consecuencias, no cambiaría su pasaporte y visitó varias veces la región, donde aún tenía familiares. Aunque durante mucho tiempo trató de mantenerse alejado de la política -aseguraba que rusos y ucranianos son “todos eslavos”-, cuando explotó el conflicto armado, no pudo seguir al margen.
A los pocos días de comenzada la guerra, se sumó a la defensa terrestre nacional de la capital Kiev, fusil en mano, recorriendo las calles día y noche. “No sé cuándo volveré al boxeo. Mi país y mi honor ahora son más importantes para mí que un cinturón”, señaló en ese momento, poniendo en duda su carrera.
Sin embargo, fueron sus propios compañeros de armas quienes lo convencieron de abandonar el campo de batalla, ya que se le venía su segundo combate ante Anthony Joshua, donde buscaría retener los cuatro cinturones que le había arrebatado el año anterior para transformarse en Campeón Indiscutido. Él no los quería dejar, pero aquellos que habían caído heridos en batalla le aseguraron que una victoria suya en el ring podía hacer más por su país que una bala disparada con un rifle desde una trinchera.
Obviamente, toda la previa y su posterior victoria fueron dedicadas a Ucrania. Su vestimenta a lo cosaco representa a los granjeros entre los que creció en Ucrania; en su último combate, celebró luciendo el sable de Ivan Mazepa, un líder revolucionario anti-Rusia del siglo 17.
Sus triunfos impulsan a sus compatriotas, literalmente. Quienes lucharon junto a él, siguen sus combates vía walkie-talkie (el acceso a Internet es, obviamente, limitado) y se dice que tras cada combate, suelen ganar al menos 100 metros de terreno impulsados por su victoria.
“La razón por la que es tan importante que Ucrania gane es porque somos el disuasivo de toda Europa y del resto del mundo. Rusia quiere conquistarlo todo y por ahora no hay nada que se le interponga salvo nosotros, porque significarán mucho dolor para otros territorios”, señaló hace unos meses. “Ucrania está peleando por todos. Y vencerá”.
¿Qué viene ahora para Usyk?
Un discurso tan potente y un éxito en el ring tan arrasador podrían hacer creer que Oleksandr Usyk se ha convertido en un fenómeno global. Pero no es así. Salvo el primer combate ante Joshua, sus otras grandes peleas se disputaron en Riyadh, donde Arabia Saudita está dispuesto a pagar lo que sea por tener eventos deportivos de primer nivel. Pero las grandes ciudades de Europa lo siguen ignorando, así como los centros neurálgicos del boxeo en Estados Unidos, como Las Vegas y Nueva York.
En medio de su cuatrilogía ante Joshua y Fury, se enfrentó a otro británico de primer nivel, Daniel Dubois... en el estadio Wroclaw de Polonia, sin transmisión en vivo de ninguna gran cadena al mundo occidental.
Una falta de consideración que podría seguir repitiéndose en el futuro cercano. La revancha con el mismo Dubois parece por ahora ser su único combate de primer nivel, ya que le permitirá recuperar el cinturón de la Federación Internacional de Boxeo (FIB) que le fue arrebatado en mayo por no cumplir las arcaicas normas que le obligaban a defenderlo. Pero incluso ese “gancho” no asoma tan mediático, teniendo en cuenta que ya lo derrotó con facilidad hace dos años.
Un fenómeno del que Usyk fue testigo, cuando su ídolo y mentor, Wladimir Klitschko, dominó por completo el peso pesado durante una década, con la mayoría de sus defensas realizadas en estadios de fútbol de Alemania, lejos de los grandes reflectores, salvo para los más eruditos.
A solo días de cumplir 36 años y un registro de 23 peleas y 23 triunfos (con 14 nocauts), ¿qué le queda a “El Gato”? Ciertamente, corre el riesgo de caer en la irrelevancia ante la falta de oponentes que le permitan protagonizar peleas de alto perfil global, justo las que transforman a grandes campeones en leyendas.
Por ahora, además de aceptar los desafíos de Dubois, el neozelandés Joseph Parker o quien sea que se convierta en el retador número uno por alguno de sus cinturones, se especula con nuevos enfrentamientos contra Joshua o Fury. Incluso, podría volver a bajar de categoría, lo que de paso le quitaría toda la relevancia a la categoría de peso-pesado que él mismo le devolvió.
Un combate que muchos imaginan sería contra el ruso Artur Beterbiyev, el Campeón Indiscutido de los mediopesados, tal como él hace tantos años, y que supondría un duelo tanto deportivo como ideológico, con ramificaciones incluso geopolíticas en el contexto actual. Pero Beterbiyev (39) es mayor que Usyk, y no ha dado luces de querer subirse, por lo que es muy probable que nunca se produzca.
Por eso, es posible que sus únicos rivales no sean actuales, sino que de décadas pasadas. Por números, Usyk está en la categoría de leyendas como Rocky Marciano, Muhammad Alí, George Foreman y Joe Frazier, por nombrar a algunos, y tal vez se tenga que conformar con las comparaciones que nunca se podrán dilucidar dentro de un ring. Una pena, considerando que estamos en presencia de un boxeador mítico y con un carisma único, que poco a poco se encargó de ir barriendo con toda la competencia que se le puso por delante.