Durante más de una década, el mexicano Sergio Pérez representó con orgullo a Latinoamérica en la Fórmula 1, la competencia automovilística más importante del planeta. Checo fue escalando posiciones hasta llegar a Red Bull, el equipo más potente de los últimos años, donde fue un escudero más que digno para el tetracampeón mundial Max Verstappen.
Este año, los fanáticos regionales tuvieron a otro de los nuestros, con la sorpresiva aparición del argentino Franco Colapinto, quien de reserva en Williams pasó a convertirse en una de las revelaciones de la temporada en el Circo Máximo.
Sin embargo, ambos se quedaron sin butaca para 2025 y tendrán que esperar una nueva oportunidad en la F1 o, todavía más radical, cambiarse a otra categoría. Dicho eso, solo habrá un corredor sudamericano en la próxima campaña: el brasileño Gabriel Bortoleto, reciente campeón de la Fórmula 2, y que correrá en Sauber, el equipo más débil de la parrilla.
Surge entonces la pregunta: ¿si pilotos con tanto respaldo económico y que representan a potencias deportivas como México y Argentina fueron incapaces de mantener sus lugares, qué chances hay de que alguna vez un chileno se vuelva a colar en la principal categoría tuerca del planeta?
La corta historia de Eliseo en la Fórmula 1
Sin contar al iquiqueño Juan Zanelli, quien en los años 30 corrió en el equivalente de esa época de la Fórmula 1 (incluso ganó tres carreras), el único piloto chileno que ha aparecido en el Circo Máximo es el gran Eliseo Salazar.
Su participación, eso sí, fue escasa y lejos de los primeros planos. Entre el Gran Premio de San Marino 1981 y el de Estados Unidos 1983, Salazar disputó 24 pruebas, con cuatro equipos distintos: March, Ensign, ATS y RAM. En un formato que ya no se usa, en el que los últimos pilotos de la qualy no corrían el domingo, Eliseo alcanzó a sumar solo tres puntos, confirmación de que nunca logró colarse entre las escuderías animadoras de su época.
De hecho, probablemente su postal más inolvidable en la F1 no sea deportiva: el choque con Nelson Piquet en el Gran Premio de Alemania ‘82, cuando el brasileño lideraba la carrera, lo que le hizo perder los estribos y agredir al chileno, quien estoicamente prefirió no responderle.
Para llegar a la máxima categoría, Salazar tuvo que hacer la vuelta larga, partiendo en Las Vizcachas a los 15 años, siguiendo en la Fórmula 4 de Argentina y quemando todas las etapas en Europa, hasta brillar en la Fórmula Aurora, la máxima categoría de Gran Bretaña, donde llamó la atención y pudo dar el salto.
Si bien nunca logró ser protagonista, pudo mantenerse tres años aunque siempre luchando por tener más oportunidades en equipos de segundo y tercer orden. La falta de resultados, la llegada de nuevos pilotos de países con mayor tradición y la pérdida de apoyo económico, le terminaron cerrando las puertas. Y Chile, nunca más, estuvo cerca de regresar.
Los que estuvieron cerca
En las décadas posteriores a Eliseo Salazar, quien luego deambuló por distintas categorías y logró relanzar su carrera internacional en Estados Unidos, fueron varios los pilotos que en algún momento parecieron acercarse a la Fórmula 1. Pero uno a uno se fueron esfumando, por distintas razones.
Dos de los que más ilusionaron fueron Cristián Mackenna y Pablo Donoso. El primero fue tricampeón nacional de karting en los ‘90 y escaló hasta la prestigiosa Fórmula Opel europea, donde fue reconocido como el piloto revelación en 1998.
Su falta de resultados, y el poco apoyo económico de la empresa privada, le impidieron dar el salto y se terminó retirando a los 21 años. “Estaba en el camino correcto para desarrollar mi carrera deportiva en categorías más importantes. De hecho, quienes han andado bien en la Nissan, han tenido una buena proyección”, reflexionó en ese momento, antes de entrar a estudiar Economía en la Universidad Católica.
Tras dejar el volante deportivo, Mackenna representó a Donoso, quien también destacó en el circuito de karting sudamericano; de hecho, en 2002 fue el segundo piloto chileno en ganar una carrera en Argentina, más de 20 años después de Salazar en 1978.
Con esos resultados se logró colar en la World Series europea, una de las antesalas de la Fórmula 1. Luego de no conseguir resultados inmediatos -y también quedarse sin financiamiento- cruzó el Atlántico y terminó participando en otras competencias en Estados Unidos, donde fue apadrinado por Eliseo, pero el tren de la F1 se le escapó definitivamente. Al final, se retiró en 2009, con solo 25 años, y distanciado de quien había sido su mentor.
“Es imposible que mi familia siga sustentando mi carrera, ya que no hay plata, ni siquiera para categorías menores”, se lamentó por entonces.
“Mackenna nunca tuvo los resultados que se necesitaban para aspirar a más, pero en cuanto a talento, Donoso era incluso mejor que Salazar”, explica el ingeniero y expiloto Alejandro Schmauck, durante décadas la voz más autorizada de la Fórmula 1 en Chile. “Pero a diferencia de Eliseo, Pablo no se manejaba bien fuera de la pista y nunca pudo armar una buena red de contactos, comerciales o deportivos. Fue muy lamentable”.
- Te podría interesar: En busca del nuevo Tomás González
La “escalera” que parte con el karting
¿Cómo se llega a la Fórmula 1? El primer paso, el que han dado todas las grandes leyendas y que han seguido prácticamente todos los pilotos de la actualidad, es el karting.
“Es la mejor escuela que puede haber, porque más que pilotear, te enseña a correr de verdad, con un rigor de competencia y maniobras que después puedes terminar usando en la Fórmula 1″, analiza Schmauck. “Y la gran ventaja con otras disciplinas es que puedes manejar muchas horas, incluso con presupuesto reducido. Por eso, el aprendizaje que te da es inigualable”.
Obviamente este paso hay que cumplirlo a corta edad y, ojalá, destacar lo más rápido posible. De ahí en adelante, ir ascendiendo en lo que se conoce como “la escalera”, que no es una sola, pero sí con peldaños por los que la mayoría debe pasar: la Fórmula 4 de algún país, la Fórmula Regional que hoy se corre desde Estados Unidos a Oceanía y que llegó a reemplazar a la antigua Fórmula 3, la renovada F3 que se corre desde 2019 y la Fórmula 2, ambas reguladas por la FIA (Federación Internacional de Automovilismo) y que son las indudables etapas previas al “Circo Máximo”.
Los dos casos más recientes que siguieron este recorrido son el brasileño Bortoleto y el francés Isack Hadjar, primero y segundo en la última temporada de la F2, y que en que 2025 correrán con Sauber y Racing Bulls, respectivamente.
Lando Norris, Charles Leclerc, Oscar Piastri y George Russell, cuatro de los mayores rivales de Verstappen este año en el Mundial de Pilotos, fueron campeones o brillaron en esta categoría justo antes de ascender, reflejando su importancia como semillero y la vitrina inigualable que significa.
Pero lo deportivo es solo parte del puzzle. Y para graficarlo hay dos ejemplos concretos.
El talento ayuda, pero no lo es todo
Checo Pérez, con todo su talento, muy difícilmente habría llegado a la Fórmula 1 sin el enorme respaldo del magnate mexicano de las telecomunicaciones, Carlos Slim, uno de los empresarios más millonarios del mundo. El otro es Carlos Sainz Junior, que nunca pasó por la F3 o la F2, pero tenía el aval de su padre homónimo, el legendario multicampeón del Dakar.
Lógicamente, ambos demostraron en la pista que tenían lo necesario para correr en grandes equipos, como Red Bull y Ferrari, y se pudieron proyectar... o si no, pregúntenle a Mick Schumacher -el hijo de Michael- quien durante dos temporadas completas en Haas apenas puntuó en dos carreras, y ahora va por su tercer año como tercer piloto de Mercedes, sin aparecer en un Gran Premio desde 2022.
Pero no es un cliché decir que a veces es más difícil llegar que mantenerse.
“Una cosa es juntar triunfos, puntos para tu Súper Licencia (el ‘permiso de conducir’ necesario para correr en la Fórmula 1) y que los equipos se fijen en tí, pero la diferencia la hace la espalda que tengas”, apunta Schmauck.
Hay excepciones, como es el caso de un fenómeno como Max Verstappen, que no llegó ni apoyado por una gran fortuna ni procedente de un país con gran cultura tuerca como Países Bajos. Pero, obviamente, estamos hablando de un caso que se ve una vez por década.
No hay que olvidar que Mercedes tuvo que pagarle dos millones de libras esterlinas de la época a Eddie Jordan para que Schumacher pudiera sumarse como piloto de su equipo en los ‘90. Un “bono” sin el cual tal vez el siete veces campeón del mundo no habría existido como lo conocemos.
¿Un ejemplo más reciente? Lando Norris fue segundo el 2018 en la Fórmula 2 (perdió con George Russell) y al año siguiente ya era piloto titular de McLaren, donde durante varias temporadas no despuntó hasta que recién ahora se transformó en animador. Su carta bajo la manga: Adam, su padre, es la cuarta mayor fortuna en Gran Bretaña, el país donde funciona la escudería de Woking.
“No importa lo bueno que seas, sin los contactos para al menos meterte en los ‘corrales’ de los grandes equipos, se te va a hacer imposible”, subraya Schmauck, quien concuerda con lo que la mayoría de los expertos viene diciendo hace un par de años: hay un chileno que parece estar yendo por la senda correcta, aunque su camino para repetir lo de Eliseo Salazar todavía se ve lejano, casi utópico.
¿Su nombre? Nicolás Ambiado, reconocido por el Círculo de Periodistas Deportivos como el Mejor Piloto del Año, pese a todavía ser menor de edad.
“Mi sueño es llegar a la Fórmula 1″
Con solo 17 años, Nicolás Ambiado comenzó en el karting a los 6 y tras ganar el campeonato nacional se coronó bicampeón sudamericano de la modalidad. Su talento es tal que, dicen, en Argentina lo revisan más que a nadie, atónitos ante la enorme diferencia que le saca al resto.
El talagantino se mantiene corriendo karting, más a modo de entrenamiento para mantener el ritmo que de forma competitiva... aunque sigue ganando cada vez que viene a Sudamérica. Pero lo suyo apunta más alto y, poco a poco, ha ido subiendo la “escalera FIA”.
Esta temporada, de hecho, ascendió al segundo peldaño: la Fórmula Regional Américas, donde pese a tener uno de los peores vehículos de la parrilla y no poder disputar todas las carreras, terminó quinto, con un triunfo, seis podios y cuatro vueltas rápidas.
Aún más importante, sumó los primeros puntos para su Súper Licencia, que eventualmente le permitirá seguir escalando, con la Fórmula 3 y la Fórmula 2 como próximos objetivos.
“Hemos hecho un trabajo muy fuerte y de mucho esfuerzo y sacrificio para estar presente en las competencias del circuito FIA, que son las que realmente sirven para poder avanzar y escalar en la pirámide que te permite llegar a las máximas categorías, como es la Fórmula 1″, le cuenta Nicolás a En Cancha Prime.
“Este año ha sido una de mis mejores temporadas. Disputé el podio en todas las carreras y si no fuera por una fecha que no corrí por temas logísticos, nos hubiéramos subido al podio del campeonato. De todos modos, terminé quinto, lo que indica que tenemos ritmo competitivo para pelear en una competencia de nivel mundial”, agrega. De hecho, se va haciendo conocido y el equipo más importante de la categoría -Crosslink Kiwi Motorsports- podría ficharlo para 2025.
¿Se ilusiona con la F1? “Obviamente, mi sueño y mi objetivo es poder llegar a las principales categorías, idealmente la Fórmula 1″, reconoce. “Tengo los pies en la tierra y sé que no es sencillo, porque se requiere, además, importante apoyo financiero para seguir escalando, pero confío en mis cualidades como piloto”, afirma.
“Ya he conseguido resultados importantes en pista con corredores de nivel mundial, y creo que puedo llegar lejos, es cosa de seguir trabajando muy duro, como lo hemos venido haciendo hasta ahora”, agrega.
¿Saben quién coincide? Eliseo Salazar, quien destacó públicamente que va por “el camino correcto”, al felicitarlo por su nombramiento como Mejor Piloto del Año.
“Lamentablemente, creo que Chile no está en condiciones de poner las lucas que se necesitan para tener a un piloto en la Fórmula 1, ni el Estado ni la empresa privada”, advierte Schmauck. “Pero si Nico sigue avanzando, vamos a tener que hacerle una Teletón. No digo para la Fórmula 1, sino que recién para que pueda llegar a la F3 y la F2... y ahí, tal vez, se pueda abrir una ventana”.