Los críticos del georgiano Mikheil Kavelashvili (53) afirman que fue un futbolista sin brillo. Pero lo dicen, probablemente, porque le tienen sangre en el ojo y son contrarios a sus ideas políticas. Lo consideran un Presidente que llegó al poder sin la necesaria preparación -nada nuevo bajo el Sol por estos tiempos- ni la debida legitimidad que se espera de un país que se dice republicano.
Kavelashvili se convirtió en el segundo exfutbolista profesional en resultar electo Presidente, siguiendo la huella del liberiano George Weah (58), ex jugador del AS Mónaco, PSG y AC Milan, además de ganador del Balón de Oro en 1995. El delantero africano fue democráticamente elegido Presidente en 2018 y terminó su mandato en enero de este año.
Hábil, rápido, zurdo
A fines de los ’80, nadie habría apostado que aquel futbolista juvenil del Dinamo Tbilisi terminaría siendo, casi cuatro décadas después, electo Mandatario de Georgia, una nación integrada al Imperio ruso y luego a la Unión Soviética hasta 1991. Un país que libró una guerra de cinco días contra los propios rusos, en 2008, y que entiende con claridad su influencia geopolítica al estar emplazado a orillas del Mar Negro.
Kavelashvili pasó con naturalidad de ser un prometedor y hábil zurdo de las series juveniles -de 1.80 m y veloces desplazamientos- a transformarse en un profesional del fútbol. Pese a jugar pocos partidos, destacó como un delantero que transitaba por la izquierda y el centro del ataque en el equipo de la capital georgiana. No tardó en despertar el interés de los veedores internacionales.
En 1995 fue cedido a préstamo al Spartak Vladikavkaz, elenco de la liga rusa. Pero su paso no sería extenso, alcanzaría a estar poco más de una temporada y el Manchester City fijaría sus ojos en él. Los dos millones de dólares que pidió el Dinamo Tbilisi no fueron impedimento para que el club de la Premier League hiciera el esfuerzo y adquiriera el pase.
El georgiano llegó a un City con numerosos problemas económicos y también futbolísticos. Jugó apenas 4 partidos en la temporada 94/95 de la Premier League. El mayor recuerdo de aquel tránsito fue un gol en un derby ante el Manchester United (2-3), ruta que terminaría con el equipo ‘ciudadano’ descendido a la First División (hoy la Championship). Al año siguiente, Kavelashvili se consolidó en el primer equipo y fue titular en 24 partidos, pero su rendimiento no convenció a una dirigencia también frustrada por no haber conseguido el ascenso. Su historia por el fútbol inglés, sin imaginárselo, había concluido.
El delantero georgiano fue prestado al Grasshopper de Suiza, país que vería sus mejores momentos futbolísticos y en el que Kavelashvili haría un largo derrotero también por el FC Zurich, Lucerne, Sion y FC Aarau. El segundo semestre de la temporada 2003/04 marcaría un corto regreso a Rusia, de nuevo al Spartak Vladikavkaz, no obstante el ariete de Georgia retornaría a la Superliga helvética a defender al Basilea. Hasta que en 2007 dejaría la actividad.
Su carrera en la selección georgiana fue respetable. Se extendió por 11 años, desde su debut ante Moldavia, en 1991, y hasta 2002, cuando entró 6 minutos para despedirse en la goleada de 4-1 en contra, por la clasificación a la Eurocopa 1992, ante viejos conocidos: los suizos. 46 apariciones y 9 goles dejarían su firma por el representativo de Georgia.
Político, parlamentario, derechista
Luego de alejarse de las canchas, Mikheil Kavelashvili ya había elegido su destino: la política. La reconocida trayectoria deportiva a nivel internacional le había otorgado al delantero una popularidad a la que, obviamente, los partidos políticos quisieron sacarle provecho. El exfutbolista no se restó.
Menos de una década después del retiro en Suiza, en 2016, Kavelashvili salió electo diputado. Representaba al conservador partido dominante “Sueño Georgiano”. Instalado como parlamentario, el exseleccionado nacional fue remarcando una retórica anti occidental. Se transformó en uno de los líderes de la derecha, y en 2022 cofundó el movimiento Poder Popular.
El zurdo que jugara en el Manchester City se sacó definitivamente la careta política en mayo pasado, cuando apareció como uno de los autores de una polémica legislación que exigió que las ONG y los medios de comunicación que reciben al menos el 20 por ciento de su financiamiento desde el exterior, se registraran como organizaciones que “persiguen los intereses de una potencia extranjera”. La similitud de esta ley con una que rige en la Rusia de Putin sobre “agentes extranjeros”, generó protestas callejeras y conflicto entre las fuerzas políticas.
Kavelashvili estaba lanzado y su reelección como parlamentario en octubre, rodeada de cuestionamientos y acusaciones de fraude, fue el escalón previo a su postulación presidencial. El exjugador ya no ocultó su absoluta concordancia con los principios de la derecha radical.
Las elecciones del pasado sábado 14 de diciembre resultaron ser el partido más intenso que le haya tocado vivir. Una coalición opositora de partidos boicoteó el acto electoral, sosteniendo que en los sufragios parlamentarios de finales de octubre hubo compra de votos, intimidación y violencia. Pero a Kavelashvili lo apoyó su viejo partido “Sueño Georgiano”, mayoritario en el Parlamento durante más de una década, cada vez más cercano a Rusia y China y distante de la Unión Europea.
El exdelantero del City salió elegido Presidente. Fue el único candidato que se presentó y, por primera vez en siete años, la elección no se decidió por sufragio universal directo, sino que a través de un colegio de electores controlado por “Sueño Georgiano”, el partido gobernante. Kavelashvili obtuvo 224 votos de 300 votantes.
La oposición georgiana, que siempre se burló de Kavelashvili por su falta de educación superior, el día de la elección congregó a centenares de manifestantes frente al Parlamento. La protesta tuvo una connotación simbólica: la mitad de los opositores portaron sus diplomas universitarios. La otra mitad se puso a jugar a la pelota. Quisieron demostrar que Kavelashvili era tan capaz de gobernar como ellos de ser futbolistas profesionales.
De no explotar una revuelta social, Kavelashvili, quien será el sexto Mandatario del país del Cáucaso desde su independencia de la Unión Soviética, hace más de tres décadas, asumirá en propiedad el 29 de diciembre.