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“Havelange y Blatter me dijeron en España: ‘Tienes que llevarte a Azkargorta, es un tremendo entrenador’”

Darío Calderón asume su autoría en la llegada del técnico vasco a la Roja y en la creación de los vuelos chárter de la Selección, donde se invitaba a jueces y autoridades públicas. También a que ideó la construcción de la actual sede de Quilín... para convencer a Ricardo Abumohor de que asumiera como presidente de la ANFP.

Darío Calderón "Después del caso Rojas, nuestro objetivo era trabajar como equipo y restaurar la credibilidad, antes que lograr cosas deportivas". (felipe escobedo)
  • “La intención delos viajes con la Selección era demostrar que el fútbol chileno era una embajada en el exterior. Llevábamos pocos años de democracia, estábamos saliendo de la dictadura. Queríamos abrir el país y consideramos que el fútbol era el vehículo para hacerlo”.

El anecdotario de Darío Calderón en los distintos períodos en que estuvo como alto directivo el fútbol chileno, es tan voluminoso como la cantidad de problemas que debió sortear en las distintas etapas.

Posiblemente, los más satisfactorios sean aquellos relativos al proceso que rodeó la clasificación de Chile al Mundial de Francia ‘98. Una etapa en la que el fútbol nacional se codeó con los grandes del mundo y donde la dirigencia nacional recuperó el sitial de prestigio que se había perdido luego de la infamia de Roberto Rojas en el Maracaná.

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-El fútbol chileno está pasando por un período muy oscuro, pero antes también sobrevivió a épocas duras y en tiempos difíciles en otros aspectos más vitales. ¿Cómo lo ve en perspectiva?

En Chile ha habido tres hitos importantes para la estructura del fútbol profesional en los últimos 40 o 50 años. Primero el de la década del ‘80, generado por la enorme crisis financiera del ‘83 por la intervención bancaria y que afectó fuertemente a los clubes. Yo era parte del directorio junto con Ricardo Abumohor, quien suplió a Antonio Martínez, que debió dejar la presidencia por los conflictos del Banco Concepción. Cuando nos hicimos cargo, enfrentamos el alto nivel de endeudamiento del fútbol chileno, sobre todo de la Universidad de Chile y de Colo Colo, y los clubes en general.

-El fútbol chileno estaba quebrado antes de la crisis de la intervención bancaria.

Absolutamente quebrado. Tuvimos que pedir la colaboración del Estado. A través del director de Deportes, el general (Sergio) Badiola, llegamos al mismísimo (Augusto) Pinochet. Porque lo del fútbol se trataba de un terrible problema social y aunque doliera necesitábamos colaboración para buscar una salida. No fuimos oídos. Con Ricardo, renunciamos el ‘84 y nos retiramos a nuestras actividades. Lo que pasó después con esa deuda gigantesca del fútbol con los bancos está en los libros de historia; pero fue muy triste, muy duro.

-¿Cómo es que vuelve entonces al fútbol?

Seguí yendo como hincha al estadio, nunca dejé de ser de la U. Iba con mi padre y con mis hijos, hasta hace pocos años no había fin de semana que no estuviera en el Santa Laura o en el Nacional o donde fuera, acompañando a la U. El ‘89 iba rumbo a España con Abel Alonso, Antonio Martínez y Juan Cueto, tras grandes amigos. Viajamos la misma noche del partido del Maracaná entre Brasil y Chile. Recuerdo que íbamos conversando con el capitán en pleno vuelo y le pedimos que averiguara cómo iba el partido. Así nos enteramos del caso. Cuando llegamos a España, Abel se acordó que el veedor del partido, de apellido Porta, era su amigo. Cuento corto, el martes siguiente al partido almorzamos con él y nos cuenta la verdad de lo que había ocurrido con Roberto Rojas. Nos exhibe la imagen que había tomado el fotógrafo de El Gráfico (Ricardo Alfieri), donde se veía claramente que la bengala no lo había impactado. Al terminar ese almuerzo, Abel nos dice, con su entusiasmo característico: ‘Ya, macho, cuando volvamos a Chile nos tenemos volver a tomar el fútbol. No puede pasar esto’.

El arquero daña para siempre el honor del fútbol chileno. Para Calderón, una de las grandes crisis de la historia de nuestro deporte.
Roberto Rojas, el tramposoEl arquero daña para siempre el honor del fútbol chileno. Para Calderón, una de las grandes crisis de la historia de nuestro deporte.

-¿No le costó mucho entonces volver?

Fue un viaje largo, de un mes. Al regresar, Abel ya tenía avanzado el trabajo, aunque lamentablemente Ricardo (Abumohor) no pudo, porque estaba muy comprometido en las labores empresariales con su padre. El directorio quedó presidido por Alonso, René Reyes, Aurelio González, con Julián Sánchez, yo y una serie de personas. Se había ido Sergio Stoppel y ahí nos tocó manejar el escándalo del Cóndor Rojas. Con el fin de profesionalizar la ANFP, porque lo sucedido era gravísimo y había que incorporar gente seria que recuperara la credibilidad, formamos la Comisión Mosquera, compuesta por profesionales y académicos universitarios, totalmente ajena a la contingencia del fútbol.

-Una labor de limpieza reputacional acorde también a una coyuntura política especial. Se había recuperado la democracia unos pocos años antes.

Más que por una coyuntura nacional, nuestro objetivo era trabajar como equipo y restaurar la credibilidad, antes que lograr cosas deportivas. Pero el ‘93, Abel se aburrió, se desilusionó cuando intentamos sin éxito que nos levantaran el castigo del Mundial del ‘94. Quiso volver a su negocio y se fue. Ya se había incorporado al directorio Ricardo Abumohor, mi gran amigo, y a quien tuve que convencer de asumir la presidencia diciéndole que no tenía que ir a un lugar que no le gustara. Y esa es la gran razón porque construimos la sede en Quilín.

-¡¿Cómo?! ¿Quilín existe por Abumohor?

Cuando Abel anuncia que se va, y yo empiezo a conversar la posibilidad con Ricardo, él me dice: ‘Mira Darío, si tú quieres que yo sea presidente, no hagas que me vaya a meter a la sede de Erasmo Escala. Hagamos alguna cosa como caballeros’. Ahí se me ocurrió el tema de construir la sede en Quilín, un terreno que había sido comprado anteriormente por el fútbol cuando ese sector era un campo. Nuestra meta con Ricardo fue establecer ahí el desarrollo del fútbol chileno y, fundamentalmente, volver a ir al Mundial. Empezamos a formar un equipo, trajimos a Harold (Mayne-Nicholls), que llegó porque necesitábamos gente técnica...

-¿Pero Mayne-Nicholls era un periodista?

-Harold estaba con un contrato inicial con Católica, pero nosotros necesitábamos alguien que tecnificara ciertos procesos, por ejemplo, el fixture del campeonato. Nosotros no teníamos la habilidad que tenía Abel para armar el fixture. Yo eso lo había visto en Europa, temas como las designaciones de los árbitros ya no eran discrecionales de los directorios de turno, sino que estaban en manos de técnicos en la materia.

-¿De un gerente de operaciones?

Harold fue clave en eso y logramos ir ordenando el fútbol. Salimos de la crisis y FIFA levantó el castigo. Afortunadamente, pudimos clasificar al Mundial de Francia ‘98, plan que quedó a mi cargo. Cometí un error futbolístico al comienzo: traer a Xabier (Azkargorta). Yo estaba participando en las reuniones de la FIFA, y Azkargorta estaba de moda, porque además el español era muy simpático, había logrado clasificar a Bolivia por primera vez a un Mundial. Entonces en España, hablando con Joao Havelange y con (Sepp) Blatter, secretario general de la FIFA en esa época, me dijeron: ‘Tienes que llevarte a Azkargorta, es un tremendo entrenador’. Conversamos con él y lo trajimos.

-¿Azkargorta estaba sin club, casualmente?

No estaba dirigiendo. Él es cuñado de un gran periodista español, José María García, y cuando lo conocí me pareció un tipo extraordinario, encantador, muy culto, le encantaba la historia y con él compartíamos mucho. Un gran conversador. Un gran aporte para tratar de cambiar la mentalidad.

-Pero no dio pie con bola en la Selección.

Lamentablemente, en la primera conferencia de prensa se echó encima a toda la opinión pública. Fue muy duro en esa conferencia, respecto a sacarnos en cara los defectos más que las cualidades que teníamos como pueblo chileno. Vino el fracaso en Barinas (empate con Venezuela), yo tuve que irme directamente a España por razones profesionales, y me llama Ricardo unas horas después informándome que Azkargorta se iba.

El entrenador español que le recomendaron a Calderón y que en su primera conferencia, se enemistó con el público chileno.
Xabier AzkargortaEl entrenador español que le recomendaron a Calderón y que en su primera conferencia, se enemistó con el público chileno.

-Y llega a la Selección Nelson Acosta, un técnico de casa pero que nunca había dirigido a un club grande.

Pero que contaba con el apoyo de la afición. Y en las conversaciones que tuvo con Ricardo, lo convenció. Eso hay que reconocérselo a Ricardo, porque tuvo la visión, que era también una necesidad, de traer un hombre como Nelson en el momento oportuno y que fue clave para poder armar esa generación que nos llevó al Mundial.

-Porque Acosta era completamente distinto a Azkargorta.

Absoluta, totalmente. (Manuel) Pellegrini ya se nos había ido a Ecuador, si no me equivoco. Y de los candidatos, ya no podíamos seguir con Caupolicán Peña o Pedro Morales, ese grupo ya estaba medio de retirada.

Producto Selección, un nuevo concepto

-La Selección Chilena del ciclo Francia ‘98 innovó desde el punto de vista comercial. Se comenzó a ver como una unidad de negocio.

Nosotros tratamos de transformar a la Selección en una embajada del país. Empezamos por invitar a los líderes de opinión pública de Chile a los partidos de la Selección.

-Cuando subían a los jueces de la República a los chárter. Toda una época...

Invitábamos a senadores, diputados. Los asuntos que se generaron en esos vuelos de la Selección son para una historia aparte. Hubo cambios de comandantes en jefe, de parlamentarios que se fraguaron ahí; en eso el ex Presidente Piñera no fallaba a ningún viaje, cuando era senador. Carlos Ominami, Alberto Espina, ministros de Estado, de todos los colores políticos, ministros de la Corte. La intención era demostrar que el fútbol chileno era una embajada en el exterior. Llevábamos pocos años de democracia, estábamos saliendo de la dictadura. Queríamos abrir el país y consideramos que el fútbol era el vehículo para hacerlo, con el arrastre que tiene en Chile -y que lo mantiene-, porque se podrán decir muchas cosas, pero la pasión por el fútbol del pueblo chileno es enorme. Hacíamos incipientes encuestas, estudios de mercado, y el fútbol marcaba el 97% de las adhesiones.

-¿La mayoría de la gente que se subía a ese chárter tenía alguna idea de fútbol?

Mucha gente no tenía idea, incluso algunos ni siquiera habían salido del país, ministros de tribunales que no conocían otros países. Entonces, llegar y recorrer Sudamérica con la Selección generaba una cohesión importante con el fútbol.

"Nosotros tratamos de transformar a la Selección en una embajada del país. Empezamos por invitar a los líderes de opinión pública de Chile a los partidos de la Selección".
Darío Calderón"Nosotros tratamos de transformar a la Selección en una embajada del país. Empezamos por invitar a los líderes de opinión pública de Chile a los partidos de la Selección".

-Hoy esa práctica no pasaría ningún filtro de transparencia.

Totalmente de acuerdo. Era otro Chile, eso yo lo advierto cada vez que lo recuerdo. También debo reconocer que fui el autor intelectual o responsable, con sus buenos y malos efectos. Yo creía, y sigo pensando firmemente, que hay que profesionalizar el fútbol.

-¿Y qué tiene que ver eso con los chárter?

Lamentablemente, en el Consejo de Presidentes el tema era complicado, porque venía la banderilla política, la deportiva y no se avanzaba. La diferencia entre los tres clubes grandes y el resto era monstruosa. Y ahí determinamos, por ejemplo, que la Comisión Jurídica no debía estar integrada por dirigentes. Trajimos solo ministros de cortes, a quienes invitamos alguna vez para que vieran nuestros objetivos. Y ahí se incorporaron jueces de gran prestigio, Juan Araya, Milton Juica, Domingo Kokisch, todos ministros de corte de Apelaciones o de Juzgados de Letras de mayor cuantía, que terminaron siendo ministros de la Corte Suprema. Ésa era la Comisión Jurídica del fútbol chileno, para dar garantía y demostrar de que había profesionalismo. En esa etapa, de los ‘90 al 2002, hay un salto institucional enorme del fútbol chileno, que nos dio un reconocimiento dirigencial a nivel mundial, pero que lamentablemente se fue perdiendo por los escándalos que otros suscitaron años después. Fuimos parte de los principales comités de FIFA. Teníamos el apoyo general, todas nuestras cuentas estaban revisadas por auditores externos. No recuerdo cuántos cientos de millones se obtuvieron de la licitación de los canales de televisión. Vimos el nacimiento del Canal del Fútbol, que yo reconozco nunca pensé que iba a ser la gran solución como lo ha sido, aunque lamentablemente esos recursos no se han utilizados bien.

-¿Por qué había cierta reticencia al ingreso de la televisión paga en aquel entonces?

A Abel no le gustaba la televisación del fútbol en directo. A mí no me convencía mucho, pero le decía que no se podía detener el viento con una mano. Era un tema mundial. Recuerdo que Gonzalo Bertrán (director de TV), que era muy futbolero, nos ayudaba con ciertas promociones y nos recomendaba abrirnos al tema. Después Jorge Claro Mimica logró armar muy bien el negocio. Y bajo la presidencia de Reinaldo Sánchez se pudo optimizar el modelo. Lamentablemente, los clubes no han sabido aprovechar el boom que ha tenido todos estos ingresos de la televisión. Aún así, en la licitación de los derechos de televisión del año 96, alcanzamos una suma gigantesca. Nosotros entregamos fútbol con un superávit de decenas de millones de dólares, sin deudas de ningún tipo y con ingresos a futuro enormes.