De dulce y de agraz fue la participación de Nicolás Jarry en el Masters 1000 de Madrid. Por un lado, logró romper su racha negativa de cinco derrotas consecutivas y más de dos meses sin triunfos. Por el otro, ayer cayó en segunda ronda con relativa facilidad ante el búlgaro Grigor Dimitrov, demostrando que aún está lejos del nivel que necesita para ganarle a los mejores del mundo.
Y ahora se avecina un punto crucial en su temporada, uno que sin exagerar bien podría marcar el futuro de su carrera.
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Tras Madrid, en dos semanas más tendrá que enfrentarse a su mayor desafío del año: el Masters 1000 de Roma, donde defiende la final del año pasado. En caso de no hacerlo, podría salir incluso del top 150 en el ranking ATP, cambiando por completo qué tipo de torneos podrá o no jugar en el futuro cercano.
¿Cómo preparará Jarry su regreso al Foro Itálico? Está por verse y saber si seguirá con su plan inicial, o si lo modificará.
En principio, el tenista chileno está anotado para jugar la próxima semana en el Challenger de Estoril; uno de esos “Súper Challengers” que se llena de jugadores que quedaron eliminados en la primera semana de un Masters 1000 y que así buscan no perder el ritmo.
De hecho, figuras del circuito como el canadiense Félix Auger-Aliassime, el estadounidense Alex Michelsen y el fenómeno brasileño Joao Fonseca también participarán.
Jarry será el séptimo cabeza de serie y en el papel le haría bien jugar, ya que sus últimos meses no ha tenido mucho rodaje en cancha. Pero ahí aparece un arma de doble filo.
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En un sentido, el cuadro de Estoril es tan desafiante que nada le garantiza tener una larga participación. En el otro, si se destapa y acumula victorias y llega a las rondas finales, podría sumar un desgaste casi innecesario antes de jugar en Roma, que parte el miércoles 7 de mayo.
Por ahora Jarry sigue anotado y tiene proyectado llegar a Portugal, pero habrá que ver qué decide, tanto en la previa como a medida que avance el torneo si es que decice jugarlo.
