Nicolás Jarry no pudo dar la sorpresa y se terminó despidiendo de Wimbledon en tercera ronda, tras perder en cuatro sets ante el número uno del mundo, Carlos Alcaraz. Sin embargo, no fue un triunfo nada sencillo para el español, que tuvo que batallar duramente por casi cuatro horas para avanzar a octavos de final.
Exhibiendo un nivel espectacular que a ratos dejaba sin respuestas a Alcaraz, Jarry se ganó la admiración de todo el planeta tenis, empezando por los casi 15 mil asistentes en la mítica Cancha Central de Wimbledon, La Catedral del Tenis, que lo ovacionó en su salida de la cancha. Además, pese a la amargura de la caída, el chileno se dio el tiempo para regalarle varias raquetas a unos niños presentes en las tribunas y que seguramente no olvidarán su gesto.