Nicolás Jarry ha hablado más de una vez sobre el impacto que ha generado en su vida y en su carrera el nacimiento de su primer hijo, Juan. La madurez mental que le otorgó el ser padre han cambiado al tenista número uno chileno, que desde entonces se ha consolidado como uno de los mejores de Sudamérica.
Así lo demostró en Roland Garros, donde llegó por primera vez a octavos de final en un torneo de Grand Slam, antes de perder estrechamente contra Casper Ruud, el N° 4 del ránking ATP y finalista en la edición anterior. Y en París otra vez estuvieron presentes viéndolo tanto su esposa Laura Urruticoechea como Juanito, su fan número uno, y quien definitivamente llegó con “la raqueta bajo el brazo”.
Hay varios datos que grafican el increíble repunte de Nicolás Jarry desde el nacimiento de Juanito en marzo de 2022. De hecho, en su primer torneo como papá, llegó hasta semifinales en singles y fue campeón en dobles del Challenger de México City. “Dejarlo fue difícil, pero es parte de lo que me toca hacer e intentaré que me acompañen tan pronto sea posible para estar juntos”, dijo en esa ocasión al levantar la corona por parejas.
Con camas y petacas a Europa
Dicho y hecho, tanto su hijo como su esposa empezaron a acompañarlo en el circuito, y los resultados se dispararon. En sus siguientes 5 Challengers, llegó a cuatro semifinales y estuvo a solo un partido de pasar la qualy de Roland Garros 2022. Eso, como consecuencia, le fue permitiendo volver a jugar torneos del circuito ATP y asumir esta temporada con otra perspectiva.
Con los dos ya habituales en las tribunas de sus torneos, fue este 2023 donde Jarry regresó a los primeros planos que había ocupado antes de la pandemia y de su castigo por dóping. Llegó a segunda ronda en el Australian Open, hasta semis en el ATP 500 de Río de Janeiro (perdiendo con Carlos Alcaraz) y levantó su segundo título profesional, como local en el ATP de Santiago. Con Juanito robándose la película en la premiación del torneo que organiza su familia, Jarry reconoció que la paternidad le había dado otra perspectiva en su vida, y eso estaba ayudándolo dentro de la cancha.
Como cábala, tras un breve descanso, el clan se mudó con camas y petacas a Europa para la gira sobre arcilla. En los Masters 1000 de Montecarlo, Madrid y Roma y el Conde de Godó de Barcelona siempre estuvieron en las tribunas apoyándolo, y fueron testigos privilegiados de su tercer corona en el circuito ATP, en Ginebra; incluso en la transmisión oficial se asombraban con “la educación” del pequeño a su corta edad, guardando siempre el respetuoso silencio que en el tenis es casi un dogma.
De Suiza a París era poco el recorrido, y la guinda de la torta para Jarry, alcanzando por primera vez la ronda de los 16 mejores en un Grand Slam. Y si antes de ser padre el número uno chileno rondaba el puesto 150 en el ránking ATP, tras lo hecho en Roland Garros entró por primera vez al top 30 y ya tiene garantizado entrar a todos los grandes torneos del circuito de aquí hasta fines de año, empezando por la gira de pasto previa a Wimbledon. Y de no mediar sorpresas, en cada uno de ellos Juanito Jarry estará presente en primera fila apoyándolo.
