Wimbledon, el Grand Slam más tradicional de todos, fue el único que no se jugó en 2020 por la pandemia, la primera vez que se cancelaba desde la Segunda Guerra Mundial. Y este año se celebrará del 28 de junio al 11 de julio, en una edición "con aforo reducido", aunque no se descarta que pueda hacerse al máximo de capacidad.
"Nuestra aspiración es hospedar el mejor torneo posible, con la seguridad de los aficionados, los trabajadores y los jugadores como la mayor prioridad", dijo Wimbledon en un comunicado.
"Nuestros planes están centrados en celebrar un torneo con capacidad reducida de aficionados, pero no podemos descartar aún ningún otro escenario", añadió.
Wimbledon, a cinco meses de la fecha de inicio, trabaja con las autoridades competentes y con el Gobierno británico para saber cómo actuar. El resto de Grand Slams sí se pudieron jugar, ya fuera sin público, como el US Open, o con un público muy reducido, como Roland Garros.
El Abierto de Australia, que arranca el próximo lunes, lo hará con medidas muy restrictivas que han obligado a sus participantes a realizar cuarentenas de 14 días, así como tests con mucha frecuencia. El último contratiempo en el Major oceánico ha sido el contagio de un trabajador de uno de los hoteles donde se hospedan los tenistas, que ha obligado al aislamiento de 600 personas, entre jugadores y empleados.
La situación de la pandemia en Reino Unido es preocupante, con más de 1.000 muertos diarios, pero la vacunación avanza a gran ritmo, con más de 10 millones de personas inmunizadas.