Cuando César Fuentes anotó el irremontable y tercer gol el domingo pasado frente a Cobresal, muchos nos preguntamos por qué, ante la rotundo de las cifras en favor de Colo Colo, Gustavo Quinteros mantenía a Carlos Palacios en la cancha. Lesionado frente a Universidad de Chile, el goleador de los albos no había estado en el empate con Copiapó y a los pocos minutos de iniciado el duelo contra Cobresal, Cristhoper Mesías le metió un planchazo en el tobillo derecho que lo tuvo al costado del campo unos minutos.
Pero el entrenador de Colo Colo prefirió apostar a la “magia” de los paramédicos y no lo reemplazó. Luego vino la seguidilla de goles del actual campeón y Palacios, a media agua, sin ser relevante, no salió hasta que estaba decretado el seis a cero. Innecesario sacrificio para un jugador lesionado.
Luego, sorpresa, aparece en Calama en las semifinales de la Copa Chile. Al contrario de su colega Emiliano Astorga, que se guardó titulares, Quinteros puso “todo lo que tenía” en la hostil cancha nortina. Entre ellos, el machucado Carlos Palacios ¿Tan importante era ese partido de Copa Chile cuando todavía quedaba una revancha?
Palacios se volvió a lesionar presentando un edema en el bíceps femoral y un pequeño desgarro fibrilar. Al menos dos partidos fuera. Resultado esperable ante la necesidad ciega desde la banca por lograr el resultado inmediato sin mirar atenuantes.
Ya ocurrió con Emiliano Amor frente a Fortaleza hace más de un año. Le dejo el resto del análisis al lector.