Santiago 1975: los Juegos Panamericanos en Chile que no fueron

“La postergación para 1977 era sólo un anuncio de carácter propagandístico, sin posibilidad de materializarse”, explica Juan Cristóbal Guarello.

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El 29 de agosto de 1969 en el congreso de la ODEPA (hoy Panam Sports) realizado en Cali, Colombia, Santiago de Chile fue electo como sede de VII Juegos Panamericanos. La delegación encabezada por el entonces presidente del Comité Olímpico de Chile, Sabino Aguad, desde la escalerilla en el aeropuerto de Cerrillos daba por seguro el triunfo de la candidatura santiaguina a los Juegos, por sobre Miami y San Juan de Puerto Rico. “Debemos dar por hecho que Santiago será sede de los Juegos”, dijo el histórico dirigente salido del básquetbol.

El respaldo del presidente Eduardo Frei Montalva, los avales de varios campeonatos del mundo realizados (básquetbol, vóleibol, fútbol) y la estabilidad democrática que tenía nuestro país, fueron argumentos suficientes para que el pleno de la ODEPA votara de forma unánime en favor de Chile.

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Cuatro años más tarde, a través de un “Acta Secreta” emanada la Junta de Gobierno (Nº 12 del 1 de octubre de 1973) en el punto undécimo se señala “La Junta acuerda, basada fundamentalmente en la crítica situación económica que vive el país, cancelar la realización de los Juegos Panamericanos del 75 y, en principio, autorizar que se gestione la postergación para 1977″.

El golpe de estado se había producido apenas veinte días antes y la Junta, que por el momento era encabezada por Augusto Pinochet de manera provisoria, luego de recibir a Sabino Aguad en el entonces edificio Diego Portales, sede de gobierno ya que la Moneda estaba destruida, tomó como una de sus medidas más tempranas suspender la organización de los Juegos. La postergación para 1977 era sólo un anuncio de carácter propagandístico, sin posibilidad de materializarse.

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La información se mantuvo en secreto a la espera de la visita del venezolano José Beracasa, presidente de la ODEPA, quien llegó a Chile a mediados de octubre de 1973 con un plan B, para que Santiago, pese a la aguda crisis política y económica, pudiera hacer los Juegos en 1975. “Serán unos juegos más modestos, pero se harán en Chile si el gobierno lo autoriza”, dijo entonces Beracasa. Luego de ser recibido por la Junta, y dándose un plazo de dos días, el gobierno de facto anunció públicamente que declinaba a los Panamericanos.

Antonino Vera, el director de la histórica revista Estadio, se alineaba con el gobierno militar en la medida en una doliente editorial (Nº 1.578 del 6 noviembre de 1973): “En las actuales circunstancias no se puede correr el riesgo de fracasar en nada, de improvisar en nada, de distraer en nada recursos y preocupaciones”. Más adelante el que fuera premio nacional de Periodismo Deportivo en 1971 cargó contra el Comité Organizador encabezado por Sabino Aguad y Antonio Losada: “Sensible desenlace, por los esfuerzos, el afán y el desgaste de un grupo selecto de dirigentes bien inspirados, aunque a nuestro juicio no bien puestos en la realidad”.

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El Comité Organizador de los VII Juegos Panamericanos se había constituido el 21 de abril de 1972 con un relajado discurso del entonces presidente Salvador Allende, donde comprometió de manera rotunda a su gobierno y al país en la realización del evento. “Yo quiero tan sólo insistir que Chile cumple —como siempre lo ha hecho, no es un patrimonio de este Gobierno— sus compromisos internacionales y los cumplirá”: dijo Allende entonces.

En el mismo discurso Salvador Allende habló de la construcción de una Villa Panamericana, el termino de las obras del estadio techado del Parque OHiggins, además de un plan de promoción del deporte a nivel nacional. A los pocos días el ministro del interior José Tohá fue al esqueletode hormigón inconcluso del estadio del Parque OHiggins para retomar los trabajos de una obra que había sido proyectada en 1958 y luego abandonada. Sólo el año 2004 se terminó el recinto en su totalidad.

Coincidió esto con la presentación del logo de los Panamericanos 1975 diseñado por los arquitectos Carlos Berthelon y Rodrigo Ampuero. También se anunció una Polla del Deporte a cargo de la Polla Chilena de Beneficencia con el fin de recaudar fondos para la realización de los juegos. La famosa Polla Gol que no vería la luz sino hasta 1976, con Pinochet cómodamente instalado como presidente.

Luego de analizar la realidad del país se decidió intentar gastar lo menos posible utilizando la mayor cantidad de recintos deportivos ya existentes. El Comité Organizador, en medio de un clima político y social crispado, donde se hablaba de guerra civil o golpe de estado de forma cotidiana, trabajaba lentamente y los avances eran muy pocos. Un año después del lanzamiento, era evidente que las cosas no iban como se había planificado y el propio Allende en su discurso del 21 de mayo al congreso intentó apurar el tranco anunciando la “iniciación de estudios para un vasto programa de obras que dicen relación con los Juegos Panamericanos”.

Una semana más tarde llegaba a Chile el presidente del Comité Olímpico Internacional, el irlandés Michael Morris, a quien popularmente se le llamaba Lord Killanin, para inspeccionar las obras y reunirse con las autoridades. En un encuentro en La Moneda con José Tohá, el ministro del interior le aseguró “Chile cumplirá”.

En ese momento se presentó la maqueta de la Villa Panamericana para cinco mil personas que iba a estar ubicada en donde hoy se encuentra el Parque Araucano, por entonces un erial que pertenecía a la Universidad de Chile. El resto de los escenarios eran el Estadio Nacional para el atletismo (con pista sintética), fútbol y la prueba de naciones de la equitación; se iban a construir en el mismo recinto un diamante para béisbol con 5.000 butacas (terminado en 1982, hoy demolido), modernizar el velódromo con tribunas para 10.000 espectadores (hoy en desuso) y el court central para el tenis; la lucha se realizaría en el gimnasio Manuel Plaza de Ñuñoa con 2.000 ubicaciones (hoy demolido); levantamiento de pesas en el teatro del Liceo Manuel de Salas (mil espectadores); hockey césped en el Estadio Manquehue (2.000 espectadores); esgrima en la sala de armas de la Escuela Militar (mil espectadores); equitación en el Club de Polo con galerías para dos mil personas; básquetbol en el Gimnasio Nataniel con 3.000 asientos (demolido); Vóleibol en el Estadio Chile (hoy Víctor Jara, semi abandonado); Remo en la Laguna Carén (semi abandonada); Tiro en un polígono proyectado en Lo Curro (ya no existe); la Vela en la bahía de Valparaíso y las finales del básquetbol y el boxeo serían en el estadio techado del Parque OHiggins. Se estimaba un costo de 70 millones de dólares la construcción de todas las obras y la realización del evento.

Lord Killanin, licenciado en letras, periodista, empresario industrial y productor cinematográfico, dirigente de boxeo y equitación, era, como podrá suponerse, un hombre agudo y desconfiado. Hizo sus propias averiguaciones y concluyó en un informe al COI “Mientras el gobierno de Allende se mantenga unido y en el poder, los Juegos Panamericanos se van a realizar (…) Por supuesto existe el riesgo de un movimiento contrario al gobierno en cuyo caso la situación puede cambiar”. En ese informe Killanin consignó que Allende había sido abucheado en el palco presidencial cuando apareció en el palco presidencial para el duelo de la Copa Libertadores entre Colo Colo e Independiente.

Buena lectura política y social del presidente del Comité Olímpico Internacional. Allende sería derrocado 127 días después de su visita a Santiago y los Panamericanos desechados por los militares menos de tres semanas de dar el golpe de estado.

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