El entrenador de la Selección Chilena es una figura de fácil aporreo en la actualidad. Ni los números, desde que asumió la banca in extremis en una dificultosa gira a Japón armada por Francis Cagigao y su banda, ni el rendimiento del equipo dan muchos argumentos para defenderlo. Desde que Chile fuera paseado por Uruguay en San Carlos de Apoquindo en marzo del 2022, hasta el debut, generoso para los nuestros en el marcador contra los mismos charrúas en el Centenario hace dos semanas, La Roja ha tenido pocos, casi ninguno, de los famosos brotes verdes de renovación, herramienta retórica habitual de los economistas para anunciar algún tipo de mejora.
Chile está estancado por una infinidad de razones, la mediagua gotea por todos lados, pero, como suele ocurrir, el entrenador se lleva el 90% de la culpa. El ex discípulo de Marcelo Bielsa tiene su buena tajada de responsabilidad, no hay dudas, pero la discusión no puede comenzar y terminar en Eduardo Berizzo. No es que el ex OHiggins haya chocado un Ferrari, ni siquiera un Nissan 2011 con 350.000 kms y sospecha de haber sido taxi. Hoy la Selección Chilena podría ser un quejoso Lada Samara 92, donde se espera llegar a destino sin fundir motor, pero nadie puede exigir lujos, comodidad y andar suave.
Las puertas traseras están amarradas con alambre. Es que son los mismos jugadores del proceso anterior, pero más viejos y menos competitivos.
Por parte de Berizzo le podemos reprochar su empecinamiento, sin fundamento empírico, de Nagel Mehssatou, ya solucionado con Matías Catalán; el reventar a Ben Brereton como todocampista y alejarlo del arco, que para eso está, para atacar; el nominar a Marco Bolados, por ejemplo, sabiendo que no lo va a poner (ni en Colo Colo es titular); mandar a Alexander Aravena a corretear uruguayos por la derecha, algo que no siente y no hace bien (y nunca estuvo convencido); el hacer jugar a Arturo Vidal lesionado, aunque el jugador se inmoló casi solo, pero acá el entrenador tiene que saber imponer su autoridad por el bien colectivo; el alinear a Charles Aránguiz, cuando el hoy volante del Inter está para un ratito, y bien protegido…
En fin, hay para pegarle al técnico, pero es lo más fácil y lo que menos ayuda en este momento. El cese de Guillermo Barros Schelotto en Paraguay en una tentación a mano. Ya hubo un hachazo eliminatorio con apenas dos partidos jugados. Se pide la cabeza del entrenador de Chile también. Arden las redes.
No creo que solucione mucho. Sacar a Berizzo para poner a quién. Con qué plata si la ANFP tiene una lista larguísima de acreedores que van desde Eduardo Carlezo hasta un hostal perdido donde alojan equipos del formativo Sub 11. Ahora, tampoco se trata de pasarle una garantía a todo evento a don Eduardo. A Perú y Venezuela debe ganarles. Los seis puntos son casi obligatorios; cuatro, ya lo pondrían al garete; menos que eso… A pensar en la salida de emergencia. Así están las cosas.