El trofeo de la Copa del Mundo tiene un halo de inviolabilidad impresionante. Está prácticamente vetado para cualquier mortal acercarse demasiado al invaluable galardón que, desde Alemania Federal 74 corona a la mejor selección de fútbol del planeta.
Los argentinos demostraron en esta copa que no son muy dados a respetar los simbolismos que no sean propios (que lo diga el arquero Emiliano Martínez y su grosero gesto tras recibir el premio al mejor portero). Y una de las tradiciones más sagradas referidas a la Copa fue mancillada sin pudores por la selección albiceleste.
La normativa de la FIFA al respecto es taxativa. "Como uno de los símbolos deportivos más reconocidos del mundo y un icono invaluable, el trofeo original solo puede ser tocado y sostenido por un grupo selecto de personas, que incluye ex ganadores de la Copa del Mundo y jefes de estado", dice la regla.
Pero luego del triunfo de Argentina, eso no le importó a nadie en la vereda albiceleste. Faltó poco para que la Copa luciera un cartelito que dijera "pase y toque". Partiendo por la esposa de Lionel Messi, Antonela Roccuzzo, quien acarició el trofeo, obviamente en presencia de su marido.
Un cocinero amigo de los jugadores se paseó muy campante con la Copa
Lo de Roccuzzo, tal vez, se podría entender. Sin embargo, la molestia máxima se desató al ver a un cocinero llamado Salt Bae, un amigo personal de los jugadores, paseándose por el Estadio Lusail con el trofeo a cuestas. Lo besó, se fotografió y lo acarició de todas las formas posibles.
El asunto causó ira. El periodista del The Times, Martyn Ziegler, publicó "Me gustaría escuchar la explicación que da la FIFA", mientras que su colega André Noruega, de Viaplayfotball, fue especialmente crítico: "Es jodidamente absurdo. ¿Quién dejó que Salt Bae entrara al campo? Al menos Messi se dio cuenta de que este tipo quería vivir su momento de gloria".
¿Qué hará ahora la FIFA con una de sus reglas de etiqueta más sagradas? ¿Aplicará sanciones o mirará para el lado? Está por verse...