Las imágenes de Lionel Messi en el concierto de la banda Coldplay en el estadio Olímpico de Montjuic mostraron al futbolista con la mirada perdida quién sabe dónde. Mientras miles de fans entonaban Viva la Vida, que se convirtió en himno del Fútbol Club Barcelona en los años dorados de Pep Guardiola, Leo estaba con las manos en los bolsillos.
Es una señal de lo que vive hoy por hoy el campeón del mundo, tras una salida del PSG casi automática. Son días decisivos, pues su intención de volver a vestir la camiseta del cuadro azulgrana se topa con las regulaciones financieras y con la oferta más grande de todos los tiempos, la millonaria propuesta que le hizo Al Hilal para ficharlo en el fútbol de Arabia Saudita.
La prensa de mercado europea está que explota. El experto Fabrizio Romano avisó que si bien Messi no anunciará necesariamente su nuevo club en los próximos días, la decisión la quiere tomar “lo antes posible”. Y eso significa que el Barça corre contra el tiempo para encontrar la fórmula que le permita recontratar a La Pulga sin salirse de los límites que señala el Fair Play Financiero.
En ese sentido, un paso grande fue el que dio con las partidas de Jordi Alba y Sergio Busquets, dos de los sueldos más altos de la plantilla. Pero si pretende que Messi pueda acompañarse de jugadores que le permitan luchar por altos objetivos a nivel internacional, el desembolso deberá ser similar y para eso necesita sacar agua de las piedras.
¿Cuál es la mayor presión de Barcelona? El canto de sirenas que seduce al argentino desde el fútbol árabe, específicamente desde Al Hilal. Mientras Fabrizio Romano cifra la propuesta en 400 millones de euros por temporada, el francés Sebastián Denis asegura que el contrato será por dos años y 1.200 millones de euros. Es decir, lo que nunca antes se pagó por futbolista alguno en la historia.
Las ligas de España y Arabia Saudita comenzarán en agosto, por lo que tiempo hay. Sin embargo, las presiones sobre Messi, particularmente de su entorno que ya visó el ofrecimiento árabe, están apurando la decisión. Y a Barcelona quizás no le alcance el tiempo para reunir el dinero necesario para un sueño que hoy asoma como imposible.