Definir la Copa Libertadores, el torneo de clubes más prestigioso y más venerado por los hinchas de todo el continente, en un partido único, jugado en una cancha neutral decidida con antelación, es una de las ideas más revolucionarias de la Conmebol en los últimos tiempos. Con el fin de imitar lo que ocurre en Europa, los máximos regentes del fútbol de Sudamérica llevaron a cabo su genial idea, la cual al menos para esta edición del torneo, es un rotundo fracaso.
Sin el poder adquisitivo del Viejo Continente, con distancias monstruosas y no siempre cubiertas con caminos entre un punto y otro en Sudamérica y con una red de transporte público que está a años luz de lo que ocurre más allá del atlántico, la Confederación se expone a bochornos como el que vivirá este sábado en la gran final entre Flamengo y Athletico Paranaense: apenas se han vendido 11 mil boletos.
Arturo Vidal y compañía buscarán su tercer título continental ante el elenco de Curitiba. Uno de los cuadros más populares del mundo frente a un gigante del sur de Brasil que chocarán en el Estadio Monumental de Guayaquil que estará tal vez semi despoblado, pues con valores entre 142 y 245 dólares, hacen que las entradas estén muy lejos del poder monetario de este lado del mundo.
Según reportan desde Ecuador, los cerebros pensantes de la Conmebol están regalando entradas por todos lados, con el fin de evitar que el estadio Monumental, con capacidad para 59 mil 283 espectadores, parezca un peladero.
El mismo problema ocurrió, por ejemplo, en la final 2021 de la Sudamericana: solo 20 mil espectadores (con mucha soltura en ese número) llegaron al Estadio Centenario (capacidad de 60 mil) para el partido en que el mismo Athletico Paranaense le ganó a Bragantino.