Universidad de Chile amarró a sus últimos dos refuerzos sobre la hora. Debido a la lesión de David Retamal, la U pudo inscribir fuera de plazo al central Fabricio Formiliano y también aprovechó de reclutar al central venezolano de 19 años, Bianneider Tamayo.
De esta forma, los azules cerraron un mercado complicado y que estuvo marcado por el regreso de Charles Aránguiz. Aunque la gerencia deportiva terminó cumpliendo, no alcanzaron a cubrir todos los puestos que se plantearon reforzar en el comienzo de la ventana de fichajes.
El extremo que quería la U
En un principio, se decidió buscar un central, un volante y un extremo, pero finalmente solo llegaron los primeros dos. Aunque en la gerencia deportiva estudiantil estuvieron cerca de abrochar un nombre para el otro puesto, ninguno terminó de convencer.
Quien estuvo más cerca fue Lautaro Pastrán, que fue propuesto por Manuel Mayo pero fue descartado por Gustavo Álvarez, quien advirtió que ya contaba en el plantel con perfiles similares al atacante.
Luego de tomar la decisión de asegurar a Antonio Díaz, se gastó un cupo de los tres permitidos, así que desde las oficinas del Centro Deportivo Azul decidieron priorizar puestos. Es ahí cuando Álvarez aseguró que urgía un central y un volante, ya que en el puesto de extremo lo convenció el juvenil Ignacio Vásquez.
Ignacio Vásquez, la apuesta de Gustavo Álvarez
A partir de ahí, Ignacio Vásquez ha adoptado un papel importante en Universidad de Chile. Sin ir más lejos, reemplazó a Leandro Fernández en el Superclásico y fue uno de los valores destacados en el complemento del partido.
Ahora, seguramente seguirá siendo convocado permanentemente en el primer equipo durante el segundo semestre, y deberá ratificar la confianza que le entregó Gustavo Álvarez sacrificando la opción de sumar un refuerzo en esa zona.
