Hace exactos nueve años, en el caluroso verano de 2015, Universidad de Chile buscaba un giro radical en sus divisiones formativas. Hace tiempo que el aporte de los canteranos era escaso, por lo que apostaron ambiciosamente por un refuerzo de calidad mundial.
Días después llegó al Centro Deportivo Azul el español Edorta Murúa, quien se transformó en el jefe de las divisiones formativas de la escuadra estudiantil. El vasco venía con un currículum tentador en el que se destacaba el trabajo realizado en el Athletic de Bilbao, donde ocupó un cargo similar y posicionó al equipo como uno de los clubes con mejor cantera de Europa.
La mano de Murúa se notó rápidamente con diferentes exigencias a la dirigencia de turno comandada por Carlos Heller. En enero de 2017, lo tentó una jugosa oferta desde la Federación de Fútbol de Qatar, que buscaba potenciar sus series menores con miras al Mundial de 2022, y terminó con su periodo en La Cisterna.
Pero tras partir dejó una herencia importante, la que recién ahora comienza a entregar sus frutos, no solo para la U sino que para el fútbol chileno, ya que las dos ventas más importantes del Campeonato Nacional en el último tiempo algo tienen que ver Murúa.
En 2015, semanas después de su arribo al CDA y como parte de un proceso de captación de nuevos talentos, Universidad de Chile reclutó a Darío Osorio a los 11 años en Hijuelas. Luego, el jugador ingresó a un programa especial creado donde alternaba entre su ciudad natal y Santiago, pero desde un primer momento, en la U apostaron fuerte por el jugador.
Su historia en el club ya es conocida, y los resultados de la apuesta que realizó Murúa quedaron a la vista. Osorio fue vendido a los 19 años en cinco millones de euros al Midtjylland danés y con una buena cuota de partidos jugados en el club que lo formó.
Hace unas horas se conoció que Damián Pizarro, atacante de Colo Colo, será vendido por 3.8 millones de euros al Udinese. El delantero también fue uno de los jugadores que pasó por el ojo de Murúa y por el cual confió durante su época en la U.
Pizarro llamó la atención de los ojeadores azules a los 12 años. Al ver sus cualidades, el equipo de Murúa rápidamente reclutó al jugador que para cuando el español dejó el CDA seguía formando parte del equipo. Eso no sería por mucho tiempo, ya que en enero de 2019 se marchó a las cadetes de Colo Colo y lo que pasó después ya es historia.
No solo Osorio y Pizarro
Pero durante el periodo de Edorta Murúa no fueron pocos los jugadores que fueron reclutados y catalogados como apuestas importantes para el club. En medio de su trabajo de captación, y gracias a una recomendación de Diego Rivarola, llegó a la U en 2016 desde Argentina el delantero Valentín Castellanos.
Taty fue haciendo su camino en Universidad de Chile hasta que ante la falta de minutos decidió salir. Pasos exitosos por el New York City y Girona lo llevaron a ser vendido en 15 millones de euros a la Lazio, club donde incluso logró una nominación a la Selección Argentina, actual campeona del mundo.
Más allá de las cifras y números que marean, el éxito del trabajo del vasco en las series menores azules está a la vista, e invita a recordar la frase que dejó tras su partida, cuando el club era apuntado ante la falta de nombres surgidos en la cantera. “Estoy convencido de que tenemos potencial, tenemos potencial”, fueron sus últimas palabras en Chile, y ahora cobran más sentido que nunca.