Corría el año 1995 cuando un nombre resonó en las calles de Santiago con una mezcla de expectación y curiosidad: Óscar Román Acosta. El renombrado futbolista argentino llegaba a la Universidad de Chile con la misión de llenar los zapatos dejados por su compatriota Raúl Aredes, quien había partido hacia el fútbol mexicano luego del mítico título de 1994.
Con un currículum envidiable que incluía pasos por equipos de renombre como River Plate, Banfield y Vélez Sarsfield, así como la experiencia de haber disputado la Copa América 1987 con Argentina, las expectativas sobre Óscar Román Acosta eran elevadas.
Sin embargo, la realidad en su paso por Universidad de Chile distó mucho de la gloria que se esperaba. A pesar de su ilustre trayectoria, Acosta no logró siquiera emular la sombra de su predecesor, “La Bruja” Aredes. Apenas tres partidos disputados en el torneo local y la misma cantidad en la Copa Libertadores en un semestre, dejaron un sabor amargo en la hinchada azul.
Durante sus primeras semanas en Chile, el diagnóstico de cáncer de mama a su esposa significó un duro golpe en su vida familiar. En un giro cruel del destino, el día en que recibieron la devastadora noticia, un accidente automovilístico sacudió sus vidas aún más. El impacto dejó como saldo el atropello de una madre y su bebé, quienes milagrosamente resultaron ilesos. No obstante, para Acosta, el choque provocó una hernia de disco que lo llevó a someterse a una operación que lo afectaría físicamente.
Los problemas de Óscar Román Acosta
Mientras enfrentaba estos difíciles momentos en suelo chileno, la lejanía de su Argentina natal pesaba aún más. Con dos hijos pequeños y su esposa luchando contra la quimioterapia, el exfutbolista se encontraba en una encrucijada de adversidades y desafíos personales que terminaron condenando su paso por la U.
Luego de unos meses, Acosta tomó la decisión de regresar a su país junto a su familia, buscando la sanación tanto física como emocional y dejando atrás su frustado paso por la U.
La historia de Óscar Román Acosta en Universidad de Chile pronto pareció caer en el olvido, eclipsada por el fichaje de Leo Rodríguez, un nuevo capítulo en la historia del club que marcó un antes y un después. El trasandino dejó una huella que hasta ahora no se puede borrar en la escuadra estudiantil.
Acosta volvió años después a Chile, esta vez defendiendo los colores de Coquimbo Unido. Aunque su paso por los aurinegros fue más fugaz y menos célebre que lo que se había anticipado en su llegada a Universidad de Chile, esta etapa marcó un retorno, un intento de redimir su presencia en el fútbol chileno y de volver a encontrar un lugar en el deporte que lo había consagrado.