Esta última semana ha sido probablemente una de las más dulces para Luis Casanova, el defensa y capitán de Universidad de Chile que cumplió 31 años ayer sábado. Sin embargo, el regalo ya lo recibió este miércoles: una contundente victoria sobre la UC en el Clásico Universitario disputado en Santa Laura.
El formado en O’Higgins se ha transformado en uno de los pilares fundamentales de una campaña que despierta la ilusión en los hinchas. En medio de este buen momento, el zaguero le abre las puertas a En Cancha para darle más detalles de este dulce momento.
-Gran triunfo el miércoles sobre la Universidad Católica...
Contento por el equipo, necesitábamos este triunfo porque no veníamos tan bien, se estaban especulando algunas cosas, así que necesitábamos ratificar que queremos el éxito. Después de la eliminación con O’Higgins teníamos poco tiempo para reponernos, así que muy contento por cómo se jugó y también por la forma en la que ganamos, ya que necesitábamos goles y un triunfo con un resultado amplio.
-¿Qué se siente llevar la jineta de un club como la U?
Yo cuando llegué me propuse dejarlo todo y lograr la mejor versión de mí. En el camino pasaron varias cosas, buenos momentos, lesiones. Con el tiempo, la entrega me otorgó un respeto dentro del club, respeto de los compañeros, el cariño de la gente. Más allá de eso, uno va aprendiendo en el camino, es mi primera experiencia en el rol y fui aconsejándome en el camino por compañeros más grandes como Felipe (Seymour). De todos modos, en el plantel somos varios capitanes, tal vez yo soy la cara visible, pero todas las decisiones las tomamos en conjunto. Siempre colocando el bienestar del equipo por delante.
-Tuviste que dar la “vuelta larga” para llegar a este momento de tu carrera...
Fue un camino complicado. Uno cuando es más chico cree que se las sabe todas, el tiempo te pone obstáculos y uno debe hacerse responsable. En O’Higgins debuté y jugué mucho, pude llegar a La Roja en un periodo muy corto de tiempo. Me costó asimilar dónde estaba y darle la seriedad necesaria. Luego fui pasando por varios equipos que te van enseñando el camino de lo que es ser futbolista, una madurez necesaria. Ya cuando me toca ir a Temuco me volví a reencantar bien con la profesión.
-Ese paso por Temuco fue importante...
Sí, tuvimos una experiencia difícil en Copa Sudamericana, donde pasaron cosas (sonríe). En ese momento le ganamos los dos partidos a San Lorenzo pero por el escritorio no pudimos seguir avanzando. Luego de eso, el equipo enfrentó un bajón y terminamos descendiendo. Jugué un año en Primera B, pero mucha gente piensa que estuve mucho tiempo en esa categoría. Me costó sacarme ese estigma de ‘un jugador de segunda’, cuando toda mi carrera, excepto ese año, fue en Primera. De todos modos, ese año en la B fue muy importante para mi carrera, me ayudó a ver otras cosas de la profesión, de la parte más humana. Me sirvió mucho, y hasta ahora sigo aprendiendo de ese tipo de vivencias que te da el fútbol.
-Después de Temuco, apareció este desafío: la U. ¿En qué momento te encontró?
Fue una de las mejores decisiones que he tomado y un salto muy importante para mi carrera. Acá me han pasado varias cosas buenas, me forjé un carácter importante, una madurez que no tenía. Más allá de los momentos difíciles que me ha tocado pasar, uno trabaja para que las cosas cambien, para poder disfrutarlo con toda la gente, volver a situar este club en lo más alto.
-Hablando de momentos difíciles, uno de los más complejos de tu carrera fue la recordada lesión en Argentina contra Boca Juniors. Ya con el tiempo, ¿cómo la recuerdas?
Esas vacaciones me preparé mucho para esa temporada. El año anterior había enfrentado algunas lesiones y no quería que volviera a ocurrir. Me lesioné y todo se me vino abajo, pensaba en muchas cosas, en el tiempo que estaría parado, que dejaría solo al equipo, esas eran las cosas que más me afectaban. Tuve días de dolores, a veces me costaba caminar y tenía que trabajar igual. Fue complicado, una experiencia que me ayudó a crecer, entendí de lo que era capaz.
El soporte detrás del capitán de la U
-El apoyo de la familia fue fundamental, me imagino...
Mi familia nunca me dejó solo. Cuando supe que me lesioné no quise hablar con nadie, me quedé solo, pero al otro día vi a mis papás, a mi polola, y me ayudaron a cambiar el switch rápido, sobre todo mi polola, que se llevó gran parte del peso de la recuperación. Me llevaba a todas partes, a entrenar, al gimnasio. Los primeros días me costaba moverme, y ella estuvo ahí siempre para ayudarme, eso lo valoro mucho, elegí muy bien la gente que me rodea porque me ha ayudado a crecer.
-Pero no fue la única persona que te dio ese empujoncito que necesitabas.
Dentro de la lesión me enteré que sería papá, un golpe anímico importante que me impulsó a volver bien a ayudar al equipo y entregarlo todo. Las cosas pasan cuando tienen que pasar y ser papá fue clave en mi recuperación.
-¿Tu hijo te cambió la vida?
Si, mi hijo me tiene loco. Yo soy guaguatero, pero con un hijo es diferente, le celebro todo, los gestos, cuando duerme, todo. Ahora veo todo de forma diferente, estoy feliz, me siento pleno, con mi círculo, con la U, estoy contento y disfrutando al máximo.
-¿Esa felicidad podría coronarse con un campeonato a fin de año?
Nosotros trabajamos para que todos los partidos seamos mejores. Si nos enfocamos en el presente y trabajamos tendrá que llegar en algún momento. Veremos para qué estamos, el equipo piensa en el día a día, queremos convertirnos en un rival complicado, y sabemos que si hacemos las cosas bien, puede terminar en un título.