Entra y sale con una autoridad que asombra. Y claro, es ni más ni menos que el padre del nuevo estadio de la Universidad Católica. El español Borja Gómez es el arquitecto principal y la mente pensante detrás de la modernización de San Carlos de Apoquindo, por más que recalque siempre que junto a él hay un equipo importante como la oficina de arquitectura IDOM.
El hispano se siente a gusto recorriendo las obras en las tierras de la UC. Mira con esperanza cada rincón, calcula dónde pisar y, por supuesto, se siente parte importante en este cambio de cara del club.
Tal es su comodidad y su involucramiento que hasta el club le preguntó su opinión acerca de la instalación de una cancha de pasto sintético por sobre una de césped natural, algo que encontró lógico, teniendo en cuenta la sequía que pone en aprietos a Santiago cada año, más allá de que una que otra lluvia se deje caer con fuerza en la capital. Eso sí, recalca, la decisión final la tomó el club.
Él, en cambio, a lo suyo: la arquitectura y el diseño de este estadio que ya tiene ilusionados a todos los Cruzados, y más ahora que se superó el 70% de avance y que, a modo de dato, ya vendió casi la totalidad de sus palcos (solo quedan disponibles dos en la Tribuna Alberto Fouillioux).
-Yo no soy arquitecto y por eso lo pregunto. ¿Qué les pasa a ustedes cuando ven que eso que imaginaron en su cabeza hace tanto tiempo hoy está tomando forma?
-Siempre es muy emocionante la verdad, porque es el momento en el que te das cuenta que todo lo que has pensado se hace realidad. Es cuando esas ideas que te costaba transmitir al principio, por fin van apareciendo. La gente hoy puede ver que la estructura está casi completa, se ve el segundo graderío, la estructura de madera del sector Ignacio Prieto también, entonces ya te puedes ir imaginando la experiencia que va a tener el hincha.
-¿Se le ponen los pelos de punta todavía o ya con los años de trayectoria eso va desapareciendo?
-Sí claro, siempre. Cada vez que ves que una obra está tomando forma, lógicamente te emocionas. Eso pasa con cualquier obra de arte y la arquitectura no es la excepción. Es emocionante. Creo que no es diferente a lo que siente una persona que remodela su propia casa, porque eso se está haciendo acá a final de cuentas. Esto no es nada más que la casa de los hinchas y nosotros la estamos modernizando. Eso ilusiona a cualquiera.
-¿En qué etapa podemos decir que va el proyecto?
-La obra está muy acabada la verdad. Realmente solo falta rematar las cubiertas y los acabados interiores. Estamos ya ad portas de terminar. Lógicamente que falta toda la cubierta, que abarca mucha superficie y es mucho trabajo, pero ya todos pueden ver que estamos llegando a la cota de coronación que se denomina, ese proceso donde se montan nada más que las cubiertas finales.
-¿Cómo se dio con este diseño? Lo pregunto porque hoy los estadios son naves espaciales que aterrizan en un barrio sin pensar muchas veces en el contexto donde se ubican...
-La verdad que fue una apuesta. Este proyecto, como cualquier otro, lo ganamos a través de un concurso, y en ese concurso nosotros queríamos destacar por los criterios de adaptación al entorno, que también era una exigencia del propio club. A partir de eso, había que hacer una pieza que se adaptara muy bien al terreno, que tuviera un impacto bajo, que fuera muy respetuosa con los vecinos, pero que al entrar tuviera esa fuerza de impactar que hoy tiene. Creo que esa fue una de las claves para ganar el concurso. Esto tenía que ser algo a la medida de Cruzados y no un ovni traído desde otro planeta. Fue una apuesta fuerte, sí, pero al final el directorio lo apreció, sintieron que era un traje a la medida de ellos y eso les gustó.
-Hasta madera le incluyeron al proyecto, algo raro hoy en día. Acá en Chile por lo menos, la madera se asocia a los estadios antiguos que ya nadie quiere ver...
-Sí, totalmente, pero en este planteamiento de hacer un traje a medida se reflexionó mucho acerca de qué materiales había que utilizar. Y en vez de traer cosas importadas desde afuera, quisimos tomar lo que nos ofrece el propio país y que fuera a tono también con la sustentabilidad que se busca hoy en día, que tuviera un impacto de huella de carbono baja. La madera es muy abundante en Chile y es un material maravilloso, cómo no lo íbamos a utilizar. Cuando la gente vea instalada la madera se dará cuenta qué calidez le da al estadio.
La hinchada de la UC se hará sentir
-¿Siempre fue pensado para 20 mil personas este estadio?
-Sí, era parte del concurso.
-¿No tiene capacidad de ampliación de aquí a, no sé, 20 o 30 años?
-No. Es un estadio que siempre fue pensado en la línea de los 20 mil aficionados. Siempre se planteó así, era un requisito del directorio un poco en concordancia con la zona donde estamos y el público que tenemos.
-Ahora, entiendo que tiene una acústica especial y que esas 20 mil personas se harán sentir, ¿no?
-Sí. El tema de la acústica es muy importante y yo lo resumo en dos acciones. La primera es que en el interior del estadio sea súper explosivo, es decir, lo que buscamos nosotros es que la geometría de la cubierta genere un efecto de olla a presión. No tengo duda que esa característica va a generar mucho ruido y, en definitiva, impacto en los equipos rivales. Y hacia afuera, en tanto, lo que se busca es lo contrario, donde se trata de evitar que todo ese sonido salga en la dirección de la comunidad y los vecinos.
-¿Qué me puede decir del techo? ¿Cubrirá a todos los asistentes?
-El techo cubre las dos tribunas principales por completo, que son Alberto Fouillioux y Sergio Livingstone, y las dos galerías, Mario Lepe e Ignacio Prieto, se cubrirán solo hasta el primer graderío.
-La última. ¿Se inaugura este año o no?
-Eso esperamos, en esa línea vamos. Lo importante es que vamos avanzando y mientras no haya inconvenientes y se desarrolle todo de acuerdo a lo planificado, sí, podría ser este año.