No son pocos quienes se preguntan lo mismo; una y otra vez, tanto en Chile como en el extranjero. Y no es para menos, pues el asunto escapa a toda lógica: ¿Cómo diablos lo hace Cobresal para tener una cancha de pasto natural, que jamás ha sido resembrada, en pleno desierto más árido del planeta?
Del Estadio El Cobre se podrán decir muchas cosas. Que está lejos, que no se llena, que los focos de iluminación no son los mejores, pero algo es irrefutable: el césped siempre está en óptimas condiciones para la disputa del fútbol profesional. Una verdadera proeza para un recinto ubicado a 2.600 metros de altitud y en el Desierto de Atacama.
El artífice de tal hazaña es el mítico canchero de Cobresal, Ibar Rivera, funcionario que acaba de anunciar que luego de cuatro décadas como encargado de la cancha principal del reducto de los Legionarios se retira de la actividad.
“En ninguna parte de Chile tienen el estadio como nosotros. Con nuestros compañeros de trabajo hemos cumplido y este estadio es uno de los mejores del país”, manifestó con orgullo el profesional en la hora de su adiós al elenco albinaranja.
La institución de Atacama agradeció a Rivera por su compromiso y le hizo entrega de una camiseta de Cobresal al funcionario. También bautizó con su nombre la cancha principal de El Cobre.
El “Milagro” del Estadio El Cobre ha dado la vuelta al mundo
Quizás en Chile no se le toma el peso a la proeza que significa mantener en perfectas condiciones el césped del Estadio El Cobre. Como es parte de nuestro ecosistema futbolístico fin de semana tras fin de semana, el asunto se da por sentado.
Sin embargo, fuera de nuestras fronteras el asunto no pasa inadvertido. En 2015 y luego de que los mineros obtuvieran su primera y única estrella, ESPN realizó un capítulo de su serie Originals destinado exclusivamente al cuadro Legionario. “El Milagro de Cobresal” se llamó el programa e hizo hincapié justamente en el título cobresalino y las extremas condiciones que reinan en el campamento.
Cuando en la Copa Libertadores 2016 Corinthians tuvo que enfrentar a los albinaranjas en El Salvador, el club paulista, el segundo más popular de todo Brasil, sencillamente no lo podía creer. “Jugaremos en Marte”, publicaron en su cuenta de Twitter, asombrados porque en un paisaje tan hostil se pudiera practicar el fútbol...