Mientras las autoridades del fútbol y la política llaman a endurecer las leyes contra los actos de violencia y las restricciones para los asistentes a los estadios, Harold Mayne-Nicholls apunta al camino contrario. De hecho, el ex presidente de la ANFP cree que hay que olvidarse de la Ley 19.327 y buscar nuevos mecanismos.
“Debe haber un cambio radical. Esta es una ley restrictiva y se necesita una ley que los incluya a todos. Nadie puede quedar afuera porque sí. Me sorprendió mucho el dato de que hay 22 mociones para cambiar la actual ley, que ya fue cambiada. Eso quiere decir que lo que se hizo no representa lo que se necesita”, explica el actual presidente de Trasandino, en diálogo con En Cancha.
“Es una ley que, desde una mirada filosófica, no soluciona el tema porque se vulnera con asiduad. La vulneran los hinchas, los clubes y las autoridades, que dicen que este partido no se puede jugar aquí y 24 horas después dicen que sí se puede. Y uno pregunta qué cambió... nada, sólo la opinión de la autoridad. La última vulneración, casi como desacato, fue cuando se jugó el partido de Wanderers contra Arica sin que fuera permitido. Se jugó igual y dio lo mismo”, explica.
HMN pide una nueva orgánica: “Proponemos un fiscal único y tribunales especiales, y que ellos se involucren, no sólo el Tribunal de Disciplina. Una oficina dentro del Ministerio Público que vele por la seguridad en el deporte profesional, con oficinas en cada lugar donde se desarrolle la actividad”.
“En una situación a toda vista irregular, como la del clásico de la U con la Católica, que el Tribunal se tome tantos días para dictar sentencia va incentivando a los violentistas, a esta gente que uno no sabe qué objetivo tienen, pero impiden el normal desarrollo de la actividad”, sentencia.
El ex mandamás del fútbol chileno quiere reglas claras desde el inicio. “Nadie puede quedar afuera porque sí. Cuando dicen que en un estadio que tiene capacidad para 25 mil personas el aforo máximo es de 24.900, dejaste cien personas afuera porque sí. Y como club, yo debo tener la obligación moral de llenar ese estadio, y eso debe ser traspasado de la ley a las autoridades. Porque no hay que pedir permiso o aforo máximo”, postula.
“Obligatoriamente el club debe cumplir con las obligaciones y eso se sabe de comienzos de año, no que se discuta todas las semanas, porque todas las semanas varía el aforo de acuerdo a lo que la autoridad estima, sin ninguna ciencia: ‘Escuché por ahí que esta barra es pesada’. Y el club que no cumpla que tenga una sanción de verdad, no el hecho de jugar sin público. Porque eso no impide que se incumpla de nuevo”, agrega.
- ¿Cómo se financiaría esta oficina?
“Aquellas actividades de deporte profesional vinculadas con esta fiscalía, tendrán que destinar de sus propios recursos, los recursos para financiarlo. No creo que haya que aumentar la carga fiscal por algo así, si no que los propios interesados debieran financiarlo, por una razón muy simple: si hay más posibilidades de que vaya más gente al estadio y llevo más gente al estadio porque se respetan las normas y hay seguridad, eso implica que habrán mayores recursos”.
Mayne-Nicholls cree que este tipo de medidas tiene buenos antecedentes. “Basta revisar la historia de los famosos hooligans. Yo fui a Inglaterra en los ‘80 y los estadios no estaban llenos, porque había mucha inseguridad de la gente. Y hoy están llenos todos los estadios. La seguridad trae el público de vuelta, los estadios son más grandes, se llenan y con entradas más caras. La seguridad trae beneficios a los organizadores”, concluye.
