Pablo Otárola estaba viviendo una gran temporada en Deportes Temuco, hasta que el 2015 sufrió un accidente que lo tuvo con un 1% de posibilidades de sobrevivir. Con daño neurológico y su pelvis fracturada, el jugador sigue dando la pelea, a cinco años del hecho que casi costó su vida. Dejó de depender de una máquina para respirar, puede hacer gestos y muecas, levanta sus manos y logra ponerse de pie con ayuda de un equipo de kinesiólogos que lo ha apoyado, lo que tiene a su familia más que contenta. Su hermana, Johanna Otárola, manifestó al diario La Cuarta que sigue postrado en cama, pero que cada vez “se conecta más, se pone contento por sus avances, hace gestos de que nos quiere hablar, se alegra que lo visiten porque se da cuenta de todo. Para todos es un milagro”. “Sus amigos siempre preguntan por él, algunos nos dejan cosas”, señaló la hermana de Pablo Otárola, quien recibe una ayuda del 70% de su Isapre, de su familia, ex compañeros e incluso del SIFUP.