Nicolás Núñez ya es rostro habitual en Universidad Católica. El entrenador cumplió tres meses a cargo del destino futbolístico de los precordilleranos, donde ha vivido prácticamente de todo.
¿Tiempo para analizar? Poco, porque tuvo que ponerse el buzo y reemplazar de golpe a Ariel Holan, que no le pudo encontrar la vuelta al equipo. Ahora, eso sí, en medio del parón por los Juegos Panamericanos, el joven DT atiende a En Cancha y reflexiona sobre el sitial que hoy ocupa.
“Yo creo que siempre tuve la conciencia al lugar al que llegaba. Conozco a mi club desde hace muchos años y tenía perfecto conocimiento, aunque obviamente no del rol de entrenador. Este tiempo me ha servido para ir conociendo y entendiendo las responsabilidades que se tienen en una institución como Católica, y en ese sentido mis expectativas se mantienen intactas”, le comienza diciendo a este medio, en la primera parte de una entrevista que estará enfocada en su rol como adiestrador.
-Qué rápido se te dio el dirigir un equipo grande, eso habla de tu capacidad como entrenador.
-Siempre estaba latente el sueño de dirigir a un equipo grande, aunque nunca pensé que iba a ser este año después de haber salido de Magallanes. No esperaba que mi carrera fuera tan rápido, como tampoco esperaba retirarme y comenzar a dirigir de inmediato. Lo que sí tenía claro es que si se me presentaba la oportunidad, tenía que estar preparado, y desde que dejé de jugar supe que sería así. No puedes perder oportunidades en la vida por no estar preparado o no estar a la altura, y por eso no hay que dejar de prepararse nunca. Después, el futuro dirá. A veces llegas a lugares que nunca imaginas y planificar mucho una cerrera en el fútbol a veces no es bueno, porque todo es inestable.
-¿Y fue difícil tomar la decisión? Porque bien pudiste haber dicho que no para seguir agarrando experiencia en otros equipos y esquivar un poco el “quemarse” como técnico.
-Sé que ese modo de pensar está en el aire y por ahí te hace dudar, pero personalmente nunca pensé en si mi carrera se quemaba o no en un equipo grande. Creí que la oportunidad era perfecta para lo que yo me había preparado, y ni hablar del vínculo que tengo con el club. Se dieron muchas cosas. Soy de casa y sabía que iba a tener una contención. Conocía muy bien a los jugadores. No me cuestioné tanto la verdad. En el fútbol te va a ir más veces mal que bien, eso es un hecho, porque gana solamente uno. Sé que en el entorno se hablaba mucho, pero el deporte se trata de caerse y levantarse, así que no tuve dudas a la hora de asumir.
-Pasaron dos cosas raras. Primero, que un equipo grande se fije en un técnico joven, y segundo, que sea chileno...
-Je. Sí, se conjugaron varias cosas. En nuestro medio cuesta que se apueste por entrenadores chilenos y jóvenes, son limitantes que están y, por lo mismo, soy muy consciente de la oportunidad que se me dio. Soy un privilegiado, esa es la verdad, pero al mismo tiempo es una certeza y una convicción que me decía que el club se la jugó por una idea futbolística clara, que por suerte pude plasmar en Magallanes. Sentí que al club le seducía nuestro método como cuerpo técnico y eso sin duda fue una razón más para fichar acá.
-¿Objetivos?
El objetivo es muy claro y lo hemos transparentado: primero queremos dejar al club en una posición mejor a la que cuando llegamos y eso tiene que ver con clasificación a copas internacionales. Y segundo, intentar que el funcionamiento del equipo sea cada día mejor. En ese proceso estamos. Llegamos a mitad de temporada, pero en ningún caso eso nos ha limitado. No hay excusa.
La nueva camada de entrenadores nacionales
-Eres rostro de esta nueva camada de entrenadores chilenos que está dando que hablar. Agreguemos a Jaime García y Damián Muñoz, que demostraron capacidades en Ñublense y Curicó, respectivamente. ¿Te gusta lo que están mostrando los adiestradores nacionales?
-Sí, sin duda. Es bueno ir como chilenos abriéndonos paso en nuestro propio medio, y eso se ha dado en parte porque antes de nosotros hubo otra camada muy buena también, con técnicos como Mario Salas, Ivo Basay, José Luis Sierra, que les puede ir bien o mal, pero ya no necesitan probar que están capacitados. Valoro mucho lo que se ha hecho en el pasado, porque de seguro tenían más limitantes que nosotros. Ahora nosotros estamos tratando de demostrar que somos capaces de aprovechar esas oportunidades. Ni hablar lo de Jaime García, Damián Muñoz y otros más que de seguro van a ir surgiendo y ganándose su espacio de a poco, soñando, por qué no, con hacerse cargo de selecciones menores, como lo hace el Nico Córdova hoy. Todo sirve para desarrollar nuestra profesión.
-Jaime García está haciendo algo que hiciste tú, dándose vueltas por Europa para ver cómo se trabaja. ¿Cuáles dirías que son las grandes diferencias con Chile?
-Me parece perfecto que los técnicos chilenos vayamos a ver cómo se trabaja allá, eso habla de que nos seguimos preparando más y más. Si hay algo que destacaría es la inversión y ni hablar de las condiciones de trabajo. Nosotros acá en Católica las tenemos todas, pero no es algo común en el medio en general. Igual lo entiendo, quizás acá la industria no da para tanta inversión y afuera sí. No escatiman en ello. Después, las metodologías no varían mucho, porque eso ya es más personal, saber bien por qué haces lo que haces y sin ver algo y hacer un copiar-pegar, porque cada uno tiene su librito.
-Y el espectáculo mismo es otra cosa, ¿no?
-Sí, totalmente. Acá las canchas han sido una limitante para todos y en eso se debe mejorar, al igual que en quizás hacer todo lo posible para que se juegue a estadios llenos, que por ahí no es algo tangible, pero sí que tiene un impacto positivo en el juego.
-Manuel Pellegrini es tu gran referente y se mostró muy generoso contigo, pese a que no lo conocías directamente.
-Sí, claro. Que sea chileno y que esté compitiendo todavía al máximo nivel para nosotros es motivo de orgullo. De la generosidad, ni hablar. Yo me intenté contactar a través de gente conocida y no dudó en abrirme la puerta, dándome incluso más tiempo del que yo pensé que me iba a dar. Es un referente, sus equipos tienen buen trato de balón, son protagonistas. Es un técnico que se preparó para estar donde está y ojalá lo tengamos para rato, y ojalá en la Selección cuando él lo decida. Ahí hay un ejemplo de un entrenador que no se “quemó” por descender con la Universidad de Chile. Su carrera no terminó ahí, al contrario, quizás ese golpe le ayudó a comenzar.
La efervescencia de los Clásicos... ahora desde el banco
-Te tocó una serie de Clásicos con Colo Colo, por Campeonato Nacional y Copa Chile, y ahora se viene uno con la Universidad de Chile. Como técnico son experiencias nuevas que estás viviendo también...
-Sí, y es muy distinto de haberlos vivido como jugador. La responsabilidad, obviamente, es mucho mayor, sobre todo si salen mal las cosas, donde tengo claro que la culpa recae sobre el entrenador, no así en un equipo, donde las responsabilidades se reparten. Sé la importancia de los clásicos, son muy emocionales, explotan de un día para otro, tienen mucha exposición en la prensa, los hinchas lo viven de forma distinta.
-Contra Colo Colo dijiste que el árbitro Felipe González quizás estaba frustrado por no seguir formando parte de la UC, y se armó mucho revuelo. Quizás esa crítica te hizo darte cuenta la repercusión de los Clásicos. ¿Es así?
-Sí, es cierto. Obviamente que en un club grande como Católica hay mucha más repercusión de las cosas que uno dice, ahora lo tengo muy claro. En todo caso, lo primero que hice en ese partido fue hacer la autocrítica y poner el foco en lo futbolístico, pero claro, me referí después de esa forma del árbitro y me sirvió de aprendizaje. Lo hablé con Roberto Tobar y con el mismo Felipe González para pedir las disculpas del caso. A veces desde la emocionalidad salen estas declaraciones y hoy admito que no fueron correctas, fueron erradas. Sé que ellos conviven con el error, es parte de. Lo bueno es que saqué lecciones y sé que si digo algo como técnico de Universidad Católica tiene mucho más connotación que si lo dijera en otro equipo con menos resonancia.