Cuenta la leyenda que no hace mucho tiempo en el fútbol chileno habitaba una especie muy singular y que en la actualidad está cada vez más críticamente amenazada por la extinción. Se trataba de una clase de futbolista que, dotado de exquisita técnica o no -eso daba un poco lo mismo-, tenía una particularidad que lo hacía sobresalir: un implacable poder goleador.
Jugadores chilenos, formados en nuestro país, y que tenían ese don de Midas de transformar en oro muchos de los balones que tocaban. Es cosa de elegir la época para que aparezcan representantes de este verdadero “pepero chilensis”, cuyos últimos representantes son los aún activos Esteban Paredes y Humberto Suazo.
Entre estos artilleros implacables y en una lista con nombres de la talla de Chamaco Valdés, Honorino Landa, Carlos El Tanque Campos, Carlos Caszely o Pedro Heidi González, aparece un letal anotador noventero que en el ranking actual de goleadores históricos de nuestra Primera División, con 188 conquistas está en el sexto lugar, en compañía del recordado Óscar Popeye Fabbiani.
Marcelo Corrales, el Chelo, desplegó su poder de finiquito en 11 equipos nacionales, además de una breve experiencia en los Emiratos Árabes Unidos (Al-Shabab, temporada 2001). No tuvo el honor de ser el máximo goleador de un torneo nacional, pero se trataba de un atacante que por lo menos te aseguraba una cantidad de goles de dos dígitos por temporada.
En una imperdible conversación con En Cancha, el goleador histórico de Coquimbo Unido explica: “La única vez que iba allá arriba en la pelea por ser goleador, fue cuando me fui a los Emiratos Árabes. Estaba jugando en San Felipe y llevaba 16 goles. Al final ganó (Héctor) Tito Tapia, con 23, pero me fui siete fechas antes de que terminara el campeonato. Yo era un goleador regular del fútbol chileno. Te hacía 12 o 13 goles por temporada. Lo mío era una cuota constante. Me tienen contabilizados 188 en total; a veces me descuentan, otras me aumentan, pero siempre estaba metido ahí”.
-Usted jugó en los 90 y en los 2000, época prolífica en goleadores chilenos…
-Veo el fútbol de ahora y es completamente distinto. No hay goleadores chilenos, todos son extranjeros. Acá los equipos se apuran en contratar preparadores de arqueros, de la mitad de la cancha para abajo, pero nadie suma a un goleador para enseñarles a los delanteros a posicionarse y a saber leer el fútbol. Hay jóvenes que tienen la potencia y todo, pero no tienen gol. No he visto ninguno de los jóvenes que sepa leer la jugada o que sepan posicionarse para marcar goles.
-¿Cómo es eso de leer el fútbol? ¿Podría profundizar un poco más?
-Pongo un ejemplo: yo jugué con el Pelado (Carlos Gustavo) De Luca en Temuco. Mira la delantera que teníamos en ese entonces, que de hecho le ganábamos a Colo Colo en el Monumental, en una época en que nadie le ganaba. Arriba jugaban Franz Arancibia por la derecha, el Pelado por el centro y yo por la izquierda. Todos iban a buscar al Pelado, porque el fuerte suyo era por arriba. Entonces, yo decía ‘si el Pelado cabecea bien, va a ser gol; si no, va a dejar el rebote. Dónde me tengo que posicionar para que me quede esa pelota’. Esperaba el rebote y siempre me quedaba la posibilidad.
-Ahí, al acecho…
-Claro. El Pelado en esa temporada, si no me equivoco, hizo 15 goles; bueno, yo hice 12… O con Hugo Bravo, por ejemplo. Le pegaba de manera extraordinaria con la zurda. Veía que le quedaba un rebote fuera del área y se acomodaba para darle de primera; entonces pensaba: ‘Si le pega bien, la mete al ángulo; si no, yo quedo solo… Por lo general, yo ganaba mucho por arriba. Les daba un empujoncito antes, les ganaba la posición a todos los más grandes. Sabía usar el cuerpo. Mi forma de jugar era analizar y leer dónde iba a caer la pelota. Hoy, no veo ningún delantero chileno que haga eso.
-Y así se las arreglaba para estar siempre en el ranking de goleadores…
-Para los que me vieron jugar, se habrán dado cuenta que yo nunca le pegué fuerte al balón. En mis goles, yo siempre elegía un lado y la ponía ahí. Escoger un palo, el más lejano del arquero, o si no la ‘picaba’. En la formación que tienen las generaciones de ahora, no les enseñan esas cosas. En el fútbol chileno faltan goleadores; simplemente, no hay. Está lleno de delanteros por las bandas, pero a la hora de definir, no lo hacen bien, le pegan el pelotazo al arquero, o la mandan por arriba. En mi época, por ejemplo, tenías a un Rodrigo Barrera, que mira cómo definía. Luka Tudor o el ‘Tunga’ González, que era más bajo que yo, pero la habilidad que tenía.

El balance de Chelo Corrales sobre la realidad actual de los artilleros nacionales no es muy halagüeño. “Así eran los jugadores chilenos, pero desde el año 2007, más o menos, pongámosle desde 2010, no han salido más futbolistas así. Hacen un par de goles y se van al extranjero, luego vienen de vuelta. Salvo la Generación Dorada, a quienes no hay nada que decirles porque son de otro mundo, no salen goleadores”, sentencia.
Goleadores en la formación: la propuesta de Marcelo Corrales
El ex artillero profundiza en la idea de la composición de los cuerpos técnicos, sobre todo en divisiones inferiores, para mejorar la definición y, así, acostumbrar a los jugadores jóvenes a marcar. “Hay buenos futbolistas todavía, pero falta mucha formación. Debería haber goleadores integrados a los cuerpos técnicos que les enseñen a los más chicos qué hacer de la mitad de la cancha para arriba. ¿Qué es lo que más vende en el fútbol? La creación, el gol. Bueno, centrémonos ahí, porque al final el que hace los goles es el que se lleva las flores”.
-¿Ve también esa falencia en la Selección Chilena?
-En la Selección no hay goleadores. No podemos estar siempre esperando que Alexis Sánchez o Arturo Vidal las hagan todas. Falta uno que siempre la eche adentro. A veces sale por ahí alguna avivada de Ben Brereton, pero tampoco es un goleador nato, como eran Iván Zamorano o Marcelo Salas o los jugadores de mi generación, que tú te dabas vuelta, la pelota te rebotaba y era gol igual. Si hubiera algunos de mi época en el fútbol actual, los equipos chilenos marcarían muchas diferencias.
-¿Y cuál es el motivo para esta falta de jerarquía del futbolista chileno?
-Veo que los jugadores de hoy pierden el entusiasmo. Se van por otro lado, por los buenos lujos. Para mí, los integrantes de la Generación Dorada son monstruos. A Arturo Vidal tú lo pones y se come la cancha, con todo lo que tiene. Medel también. Bravo, con todo el éxito que ha cosechado y sigue… Alexis Sánchez, que no jugaba, se va a Francia y la rompe. Siguen con hambre. Eso le falta a la generación de ahora. Juegan un par de partidos bien y ya son diferentes. Se creen otra cosa, pierden el hambre. Cuando estás arriba es cuando más le tienes que meter. Uno tiene que ir siempre por más...

Los recuerdos futboleros de Chelo Corrales
Comenzó su carrera en 1990 y la terminó en 2012. ¿A qué equipos defendió? A tomar nota: Palestino, Universidad Católica, Deportes Temuco, Provincial Osorno, Santiago Wanderers, Unión San Felipe, Universidad de Chile, Deportes Puerto Montt, Coquimbo Unido, Municipal Iquique y San Antonio Unido.
También vistió la camiseta de la Selección Chilena en la Copa América de 2001, en la que jugó dos partidos y marcó un tanto. Toda una vida en la cancha y con mil y una historias por contar.
-¿Cuál es el gol que más recuerda en su carrera?
-Hay dos. El que hice en la Copa América (marcó el 3-1 en la victoria de 4-1 sobre Ecuador, en Barranquilla) y el que marqué por Coquimbo en el Sánchez Rumoroso, en las semifinales del 2005. Un día que había mucha neblina, le pegué desde la mitad de la cancha y la metí en el ángulo (el arquero era Cristián El Tigre Muñoz).
-El mejor compañero de ataque…
-Hugo Bravo, sin dudas. Me entendí siempre con él y estuvimos en cinco equipos juntos. Víctor Hugo Castañeda, también, que me hacía correr bastante.
-¿El defensa más mañoso?
-¡'Manteca’ (Ricardo González), por lejos! Cuando me tocaba jugar contra él, entraba con unas pepas en los zapatos y ya en el túnel empezaba. Me decía ‘mmm, estas pepitas se van a comer, ¿a ver? ¿Qué número tení tú? El 11. Ya, Chico, al 11 se van a comer estas pepitas’. Yo le decía, ‘ya poh, Manteca, no me huevees’ y me respondía: ‘lo siento Marcelo, pero vas a cooperar’. Después me pegaba el viaje y me decía ‘pero si te dije, poh’… Era muy jodido el Manteca.
-¿A qué arquero tenía de casero?
-Al Pato (Patricio) Toledo siempre le hice goles y, créase o no, cuando estaba empezando a Claudio Bravo también le marqué harto…